Volver a la misi¨®n inicial del libre comercio
La Organizaci¨®n Mundial de Comercio se encuentra en una encrucijada. Para mantener su ascendiente en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo que depositaron su fe en la agenda de desarrollo planteada en las rondas de Doha, tiene que volver a su misi¨®n principal: intentar alcanzar un libre comercio mundial. El crecimiento econ¨®mico que esperan alcanzar los pa¨ªses en desarrollo no ser¨¢ posible sin un sistema de comercio internacional mucho m¨¢s abierto que el que hay en la actualidad. La ronda de Doha, lanzada en noviembre de 2001, se anunci¨® como respuesta a los problemas de comercio y desarrollo m¨¢s importantes para los pa¨ªses en desarrollo. Pero las negociaciones de las rondas han sido en su mayor parte una historia de plazos perdidos y creciente frustraci¨®n entre los pa¨ªses pobres. En los ¨²ltimos d¨ªas de conversaciones anteriores a Canc¨²n, Estados Unidos y la Uni¨®n Europea se apresuraron a disipar esta sensaci¨®n de frustraci¨®n y a mantener la ronda en marcha. Ha habido, por ejemplo, un acuerdo de ¨²ltima hora sobre los derechos de propiedad intelectual por parte de Estados Unidos, para ayudar a poner f¨¢rmacos esenciales a disposici¨®n de pa¨ªses pobres a bajo precio. Pero esta medida, a pesar de su importancia, no debe retratarse como el gran logro de toda la ronda de Doha. Hay demasiadas cuestiones que esperan una soluci¨®n satisfactoria.
Que la OMC se centre en su misi¨®n comercial no es olvidar la importancia del desarrollo
Sin embargo, el verdadero escollo en la ronda de Doha es el no haber alcanzado un acuerdo sobre la liberalizaci¨®n agr¨ªcola. La mayor¨ªa de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo accedieron de mala gana a iniciar una nueva ronda porque se les dijo que era la ¨²nica forma de solucionar las m¨²ltiples y sempiternas cuestiones que a ellos les afectaban, especialmente el enorme proteccionismo agr¨ªcola de los pa¨ªses ricos.
Desafortunadamente, nunca se han llevado a cabo unas negociaciones reales. Los pa¨ªses o grupos de pa¨ªses presentaron sus propuestas, pero rara vez, o nunca, mostraron intenci¨®n alguna de alcanzar un acuerdo. De hecho, la UE no estableci¨® medidas de reforma de su Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n hasta junio. El pasado 13 de agosto, la UE y Estados Unidos presentaron una propuesta agr¨ªcola conjunta. Todav¨ªa no es posible ofrecer una evaluaci¨®n definitiva sobre la misma, dado que algunos n¨²meros cruciales se han dejado a¨²n en blanco. Dependiendo de esos n¨²meros, la propuesta se calificar¨¢ de paso modesto en la direcci¨®n adecuada, en el mejor de los casos, o, en el peor, de lanzamiento de una nueva coalici¨®n entre Estados Unidos y la UE, llevados por la voluntad de mantener el proteccionismo agr¨ªcola. Si ¨¦ste fuera el caso, uno desear¨ªa que hubiera otras v¨ªas para superar la disensi¨®n trasatl¨¢ntica sobre Irak. La propuesta conjunta presentada por Estados Unidos y la UE s¨®lo ofrece reducir, no eliminar, las subvenciones a la exportaci¨®n (que, a todos los efectos pr¨¢cticos, equivalen a un dumping descarado), y no se compromete claramente a reducir con el tiempo otro tipo de subvenciones internas a los agricultores. En cuanto a los aranceles y cuotas de importaci¨®n, parece que Estados Unidos apoya el m¨¦todo extremadamente gradual planteado por la UE, lo cual es ciertamente una mala noticia para los exportadores agr¨ªcolas. En conjunto, parece una propuesta de cambio para evitar verdaderos cambios.
El avance de las conversaciones de la OMC sobre la liberalizaci¨®n del comercio de servicios tambi¨¦n ha sido nulo. Esto es lamentable, ya que las posibles ventajas de la liberalizaci¨®n del comercio de servicios son grandes y pueden superar enormemente a las que se pueden obtener mediante una mayor liberalizaci¨®n del comercio de mercanc¨ªas. Sin reducir la libertad de los pa¨ªses para resolver los fallos del mercado mediante una regulaci¨®n adecuada ni la de intentar alcanzar objetivos no econ¨®micos leg¨ªtimos como la participaci¨®n del sector p¨²blico en la provisi¨®n de servicios socialmente sensibles, la OMC deber¨ªa finalmente establecer una liberalizaci¨®n general del comercio de servicios. De manera realista, esto no se dar¨¢ como resultado de la ronda de Doha, pero en ella se puede y se debe establecer una base m¨¢s sensata para alcanzar la plena liberalizaci¨®n estableciendo diferentes fases para los pa¨ªses desarrollados y para los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Pero la apertura efectiva a los servicios dif¨ªcilmente se llevar¨¢ a cabo en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo si, por su parte, los ricos no muestran una seria voluntad de avanzar hacia la liberalizaci¨®n del movimiento temporal de trabajadores con el prop¨®sito de proporcionar servicios. Esta evoluci¨®n redundar¨ªa en inter¨¦s de los propios pa¨ªses desarrollados, dada la madurez econ¨®mica y demogr¨¢fica a la que r¨¢pidamente se van aproximando. Sin una entrada ordenada de nuevos trabajadores, sus econom¨ªas tender¨¢n a estancarse, y sus sistemas de seguridad social a hundirse econ¨®micamente. Hay que admitir que tampoco los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo han reformado seriamente el comercio durante las conversaciones de la ronda de Doha. En su mayor parte, han adoptado la postura de que es mejor para sus intereses nacionales conseguir tantas concesiones como sea posible sin aumentar su propia apertura al comercio internacional; un criterio extremadamente cuestionable. En conjunto, los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo se han mostrado m¨¢s inclinados a luchar para que los eximan de las obligaciones de la OMC que para conseguir un acceso m¨¢s libre a todos los mercados internacionales.
Est¨¢ claro que la reuni¨®n ministerial de la OMC en Canc¨²n no se inaugurar¨¢ bajo los mejores auspicios. S¨®lo los esfuerzos diplom¨¢ticos de ¨²ltima hora y una seria voluntad pol¨ªtica podr¨ªan producir un buen resultado. Esto s¨®lo cristalizar¨ªa si Estados Unidos y la UE mejoraran sustancialmente su propuesta agr¨ªcola limitando a niveles mucho m¨¢s bajos la cantidad total de subvenciones concedidas a las explotaciones agr¨ªcolas, incluida su radical disociaci¨®n de la producci¨®n y otras medidas verdaderamente liberalizadoras. A cambio, los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo deber¨ªan adoptar una de las propuestas ambiciosas para los productos industriales que han planteado algunos de los miembros de la OMC. Deber¨ªan tambi¨¦n ser m¨¢s coherentes en sus exigencias de trato especial y diferencial. Un buen resultado contendr¨ªa tambi¨¦n la decisi¨®n de purgar la agenda de Doha de las negociaciones de acuerdos multilaterales sobre la inversi¨®n y la competencia o, al menos, hacer que la adhesi¨®n a los mismos sea estrictamente voluntaria. Adem¨¢s, el sistema de soluci¨®n de disputas no deber¨ªa aplicarse a dichos acuerdos, si es que alguna vez llegan a existir. Pedir que la OMC se centre en su misi¨®n comercial no es olvidar la importancia que para el desarrollo tienen los dem¨¢s problemas que se le ha pedido que estudie. Nuestro argumento es que el equilibrio que muchos pa¨ªses esperan contemplar en la agenda de gobierno econ¨®mico mundial no deber¨ªa intentar alcanzarse s¨®lo en la OMC. La comunidad internacional deber¨ªa crear instrumentos eficaces y espec¨ªficos para afrontar los dem¨¢s problemas, en lugar de hacer que sea exclusivamente la OMC la que se encargue de ellos.
Otra posibilidad es que los ministros de Comercio decidan salir del paso en la reuni¨®n de Canc¨²n mediante acuerdos marginales sobre unos cuantos puntos de la agenda actual y reiterar la intenci¨®n de concluir las negociaciones antes de finales del pr¨®ximo a?o. Con toda probabilidad, esto s¨®lo significar¨ªa posponer la crisis para una fecha posterior, pero no muy lejana. O que la crisis de las rondas se desate en Canc¨²n si los fuertes desacuerdos persistieran hasta el final de la reuni¨®n, como sucedi¨® en la infame ocasi¨®n de Seattle. Ser¨ªa un acontecimiento de lo m¨¢s desafortunado, con consecuencias negativas para la econom¨ªa y la geopol¨ªtica mundiales a corto plazo. Si esto ocurriera, ser¨ªa imprescindible que los l¨ªderes regresaran al tablero de dibujo lo antes posible con una visi¨®n general para el sistema de comercio multilateral que favorezca el crecimiento y el desarrollo. No hace falta decir que por ahora esa visi¨®n general ha estado ausente de las negociaciones de las rondas de Doha.
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