Neruda: treinta a?os de mar y muerte
"?Los est¨¢n fusilando, los est¨¢n fusilando!", dec¨ªa el Nobel chileno antes de morir el 23 de septiembre de 1973, doce d¨ªas despu¨¦s del golpe de Estado en su pa¨ªs. A 30 a?os de su fallecimiento y en v¨ªsperas del centenario de su nacimiento en 2004, el autor de 'El cartero de Neruda' escribe sobre los ¨²ltimos d¨ªas de uno de los poetas m¨¢s populares y comprometidos del siglo XX.
Toda su vida, Neruda tuvo como interlocutor al mar. El oc¨¦ano Pac¨ªfico fue el portavoz de su ret¨®rica, la p¨¢gina donde escribi¨® los vaivenes de su intimidad, y el principal articulador de sus met¨¢foras. Hay un mar de la ni?ez al cual desemboca navegando sobre el r¨ªo Carahue y al cual asocia con la universalidad que alcanzar¨ªa, hay un mar de juventud con siete tigres verdes, de siete lenguas verdes, que rompe los arrecifes frente a su casa de Isla Negra, y hay el mar final, que es el compa?ero buscado en ese septiembre fat¨ªdico que le trajo la muerte hace exactamente treinta a?os.
Tras recibir el Premio Nobel de Literatura en 1971, el poeta chileno tiene que repartirse entre la escritura de su obra, las demandas de sus trabajos como embajador en Par¨ªs y los apremios de un c¨¢ncer que le obligan a hacer las maletas para volver a su casa de la costa. En 1972 es recibido en el Estadio Nacional de Santiago en un acto de masas presidido por el general Carlos Prats, quien un a?o m¨¢s tarde ser¨ªa asesinado por comandos terroristas de la oficina de inteligencia (DINA) de Pinochet en Buenos Aires.
Su melancol¨ªa y desesperaci¨®n en Europa las recoge en uno de los libros m¨¢s bellos y menos estudiados del maestro: Jard¨ªn de invierno, y su malestar es puntualmente volcado en todos aquellos mares-muelles que no son el furioso Pac¨ªfico: "Yo me niego al mar desconocido, muerto, rodeado de ciudades tristes... Oigo remotamente un trueno verde. Es el libertador. Es el oc¨¦ano, lejos, all¨¢ en mi patria que me espera". Y en un estremecedor arrebato prof¨¦tico designa a esas aguas a?oradas como un mar cuyas olas saben matar.
Es as¨ª como en septiembre de 1973 el poeta, tumbado por la enfermedad que ha deformado su rostro, se hace el ¨¢nimo de vivir al menos hasta el 23 de julio del 1974 cuando se propone hacer una gran fiesta internacional con motivo de sus 70 a?os. En sus 60, tuve el honor de ser invitado a una celebraci¨®n a la que acudi¨® medio mundo: recuerdo entre los hu¨¦spedes a Mario Vargas Llosa y Juan Rulfo. Una fiesta ahora, con Premio Nobel en el bolso, promet¨ªa hacer zarpar hacia el mito esa casa de Isla Negra que tanto semeja un barco con sus mascarones de proa de senos y cabelleras abundantes.
El fin
?nimo para vivir no le faltaba y, seg¨²n el testimonio de su esposa Matilde, don Pablo ten¨ªa una fuerza sobrehumana. El golpe de Pinochet del 11 de septiembre lo encuentra convaleciente, junto al mar, a dos horas en auto de Santiago, con una radio port¨¢til, que no logran quitarle y que lo mantiene informado de la muerte de Allende y sus partidarios.
En m¨¢s de alguna ocasi¨®n, y sobre todo en los a?os de la dictadura, alguna prensa internacional hizo circular la versi¨®n de que los militares hab¨ªan matado al poeta. Como autor de El cartero de Neruda, mucha veces los lectores me abordaron con el tema y les expliqu¨¦ que ese arrebato de la imaginaci¨®n emotiva no era verdadero.
Los militares no mataron a Neruda
Los militares s¨®lo: a) Apresaron al m¨¦dico de Neruda en Valpara¨ªso el 13 de septiembre. b) Allanaron la casa de Isla Negra, y un oficial armado entr¨® hasta el mismo cuarto donde yac¨ªa el vate. Seg¨²n la leyenda, a¨²n en boga, Neruda le habr¨ªa dicho al oficial que revisando su casa podr¨ªa encontrar algo muy peligroso. "?Qu¨¦?", habr¨ªa preguntado el uniformado. "Poes¨ªa", habr¨ªa sido la respuesta del premio Nobel. c) Detuvieron y revisaron minuciosamente, en varias ocasiones, la ambulancia que lo llevaba en estado febril a una cl¨ªnica de Santiago, no obstante se les advirti¨® que all¨ª iba el mism¨ªsimo Neruda gravemente enfermo. d) Asisten en la cl¨ªnica a su delirio, que se expresa con una sola e incesante frase: "?Los est¨¢n fusilando, los est¨¢n fusilando!". e) Arrestan al ch¨®fer del poeta, Manuel Araya, a quien Matilde hab¨ªa mandado a comprar colonia para hacer unas friegas que acaso bajaran su temperatura. Meten al joven prisionero en el Estadio Nacional, donde lo torturan. f) Desv¨ªan el curso de un riachuelo que corre por encima de la casa de Neruda en Santiago, consiguen que la casa se inunde, destrozan las obras de arte y los muebles, y el velorio tiene lugar en un escenario apocal¨ªptico. El embajador de Suecia Arad Edestam les grita a los fot¨®grafos que acompa?an a los corresponsales extranjeros: "?Hagan fotos! ?sta es la prueba m¨¢s clara del salvajismo de esta gente". g) Apostan boinas negras con metralletas apuntando al desfile f¨²nebre que acompa?a al f¨¦retro a una tumba prestada en el Cementerio General. Alguien irrumpe recitando versos de Espa?a en el coraz¨®n: "Chacales que el chacal rechazar¨ªa, piedras que el cardo seco morder¨ªa escupiendo, v¨ªboras que las v¨ªboras odiar¨¢n". Se canta La Internacional. Primer acto de protesta contra la dictadura.
La paz
A?os despu¨¦s, Neruda es llevado de vuelta a su casa de Isla Negra y lo entierran junto a Matilde en un promontorio vecino. Se concreta la calma de Jard¨ªn de invierno
Yo vuelvo al mar envuelto por el cielo: "El silencio entre una y otra ola / establece un silencio peligroso: / muere la vida, se aquieta la sangre / hasta que rompe el nuevo movimiento / y resuena la voz del infinito".
BIBLIOGRAF?A DEL GOLPE
Pinochet en Picadilly: la historia secreta de Chile y el Reino Unido.
Andy Beckett. Tusquets, 2003.
Chile bajo Pinocehet.
Mark
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M¨¢s all¨¢ del miedo: el largo adi¨®s de Pinochet.
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La caravana de la muerte. Gervasio S¨¢nchez. Blume, 2001.
El caso Pinochet, un debate sobre los l¨ªmites de la impunidad.
Instituto Universitario Ortega y Gasset, 2000.
Allende-Chile 1970-1973.
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Interferencia
secreta, 11 de septiembre de 1973. Patricia Verdugo. Sudamericana, 1999.
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