Henri Cartier-Bresson: "La vida es una serie de utop¨ªas"
Con 95 a?os, el creador de la agencia fotogr¨¢fica Magnum es uno de los grandes testigos del siglo XX. En esta entrevista con Babelia repasa su vida y sus recuerdos de Espa?a, y reflexiona sobre su actividad como fot¨®grafo y como dibujante. Una retrospectiva con 350 obras en CaixaForum, en Barcelona, revisar¨¢ su papel fundamental como artista y reportero a partir del pr¨®ximo jueves.
Henri Cartier-Bresson naci¨® el 22 de agosto de 1908 en Chanteloup, un pueblecito al oeste de Par¨ªs, en el seno de una familia de ricos industriales, cat¨®licos y con inquietud social. Mal estudiante, acaba su paso por el instituto sin obtener ning¨²n diploma y como perfecta ilustraci¨®n de la f¨®rmula de Anatole France: "Como no estudiaba nada, aprend¨ªa mucho". Se entusiasma por la pintura y por el surrealismo muy pronto, movimiento del que hoy nos dice que "es un punto de vista ¨¦tico y una concepci¨®n del mundo m¨¢s literaria que pl¨¢stica".
En la familia de fabricantes de Cartier-Bresson no todo se acaba en los telares. Su t¨ªo y su padre pintan y dibujan con asiduidad y talento. El joven Henri, entre 1927 y 1928, acude regularmente al taller de Andr¨¦ Lhote, de quien recuerda que "no era un buen pintor porque andaba escaso de sensibilidad", pero reconoce que "fue ¨¦l quien me ense?¨® geometr¨ªa y sentido de la forma". Su ojo se form¨® ah¨ª, en la cient¨ªfica relaci¨®n entre lo lleno y lo vac¨ªo, la luz y la sombra. "Pero es m¨¢s importante la relaci¨®n entre formas que la luz. El equilibrio de vol¨²menes lo es todo", dice.
"Copiar es muy importante. Es lo que permite comprender"
Esa preocupaci¨®n formal ha hecho que Henri Cartier-Bresson (HCB) fuese muy pronto acusado de academicismo o que otros le reprochasen su frialdad. Las cosas son, a la vez, m¨¢s sencillas y m¨¢s complejas. En 1952 intent¨® explicar lo que para ¨¦l era una fotograf¨ªa: "El reconocimiento simult¨¢neo, en una fracci¨®n de segundo, por una parte del significado de un hecho y, de otra, de la organizaci¨®n rigurosa de las formas captadas visualmente y que expresan ese hecho". Es decir, hay que estar ah¨ª, comprender lo que pasa, y al mismo tiempo no dejar que lo anecd¨®tico nos haga perder ese ojo educado, la capacidad para organizar el espacio de acuerdo con lo que hay que expresar. Es el famoso "instante decisivo".
La Espa?a republicana atrajo la atenci¨®n de HCB a su regreso de Costa de Marfil, de un viaje de mal de amores que estuvo a punto de costarle la vida. En Barcelona, Alicante, Madrid o Granada vuelve a interesarse por el mundo y lo hace de manera transparente, muy directa, m¨¢s enamorado del azar que de la elaboraci¨®n, a diferencia de lo que le ocurre en Italia o en Estados Unidos. "Eso lo dice usted. Lo cierto es que he vivido m¨¢s tiempo en Espa?a que en Italia y que chapurreo el espa?ol. Eso hizo que me resultase m¨¢s f¨¢cil aproximarme a la gente. Adem¨¢s, creo que mi aire de anglosaj¨®n tampoco iba en mi contra", resume. Hablar el idioma, permanecer un cierto tiempo en el pa¨ªs, es muy importante para un hombre que nada detesta tanto en el mundo como la mentalidad de turista. "Para ser fot¨®grafo, para hacer buenos reportajes, hay que vivir en los lugares, hay que caminar mucho", les explicaba hace pocos meses a los colegas del diario Le?Monde. En sus fotos hay muy pocos coches, un m¨ªnimo de medios de transporte mec¨¢nicos, casi s¨®lo bicicletas. "Sigo sinti¨¦ndome concernido por todo lo que pasa en el mundo, leo la prensa todos los d¨ªas, pero desde que me operaron la rodilla ando apoy¨¢ndome en un bast¨®n. Y bast¨®n y fotograf¨ªa son poco compatibles", asegura. Sin embargo, esto no le impide hacer retratos o paisajes, incluso atreverse a reportajear la ¨²ltima manifestaci¨®n en la que particip¨®, en Par¨ªs, contra la guerra de Irak.
Recuerdos de Barcelona
El barrio chino de Barcelona ejerci¨® sobre ¨¦l la misma influencia que sobre Bataille o Mandiargues, dos de sus amigos. Si con Mandiargues hizo un viaje memorable por Italia en compa?¨ªa de la pintora Leonor Fini, con Bataille coincidi¨® rodando pel¨ªculas para Jean Renoir, disfrazados los dos de improbables curas que quieren saber lo que hay debajo de las faldas de Sylvie. "Barcelona es una ciudad que quiero mucho, es la primera en la que viv¨ª mucho tiempo fuera de Francia. Ahora hace a?os que no he vuelto y no puedo hablar de ella si no es a partir del recuerdo". Durante la Guerra Civil y tras colaborar con Renoir, Cartier-Bresson abandona moment¨¢neamente la fotograf¨ªa para dedicarse al cine. "Hoy me arrepiento un poco de haber hecho esas dos pel¨ªculas documentales" -Victoire?de la?vie, sobre los hospitales en tiempo de guerra, y L'Espagne?Vivra, m¨¢s militante y pr¨®xima al punto de vista comunista- "porque el montaje te roba mucho tiempo. Pienso que habr¨ªa dicho m¨¢s sirvi¨¦ndome de la fotograf¨ªa".
En cualquier caso, si la primera testimonia la influencia del cine sovi¨¦tico y su escuela de montaje, la segunda tiene un valor a?adido que el historiador y cr¨ªtico Serge Toubiana ha subrayado: "En mitad de la pel¨ªcula un documento sorprendente pon¨ªa de manifiesto la alianza militar entre Mussolini y Franco: el interrogatorio de un prisionero de guerra italiano. Era la ¨²nica escena de la pel¨ªcula filmada con sonido directo. Este documento demostraba la existencia del complot fascista a trav¨¦s de la voz de este prisionero: una gran parte del armamento de las tropas rebeldes espa?olas proced¨ªa de Alemania e Italia, as¨ª como los mandos militares".
"La fotograf¨ªa es una acci¨®n inmediata; el dibujo, una reflexi¨®n"
El chapurreo del espa?ol por parte del fot¨®grafo franc¨¦s no es s¨®lo fruto de sus simpat¨ªas por el mito de la revoluci¨®n popular que simboliza la Rep¨²blica y la Guerra Civil, sino tambi¨¦n de su larga y fruct¨ªfera estancia en M¨¦xico, donde estuvo como miembro de una expedici¨®n etnogr¨¢fica y donde expuso en compa?¨ªa de Manuel ?lvarez Bravo. "Hay situaciones y personas que despiertan m¨¢s mi curiosidad que otras", dice para dar por finalizada la discusi¨®n sobre la mayor o menor empat¨ªa que traducen sus im¨¢genes. En cualquier caso, esa empat¨ªa se encuentra de nuevo en las im¨¢genes "sovi¨¦ticas" de Cartier-Bresson, cuando, a principios de los cincuenta, es el primer fot¨®grafo occidental invitado a viajar a la URSS. Para un "budista ateo", como ¨¦l mismo se autodefine, su curiosidad por la experiencia comunista puede resumirse en una m¨¢xima que casi parece hermanar a Buda y a Marx: "La vida es una serie de utop¨ªas". Como en otras ocasiones, HCB estuvo en la URSS en el "momento decisivo", cuando Krutschev se hizo con el poder e impuls¨® el deshielo. "Pero s¨®lo he mostrado lo que pude ver", precisa. Y fue mucho, como esa gran composici¨®n que confronta un pueblo real contra otro idealizado, escult¨®rico, una fotograf¨ªa de gran riqueza porque queda abierta a muchas interpretaciones.
Haber dejado la fotograf¨ªa relegada a un segundo plano no parece importarle demasiado. "La fotograf¨ªa es una acci¨®n inmediata; el dibujo, una reflexi¨®n", afirma Cartier-Bresson, quien se dedica desde 1973 de manera casi exclusiva a esa "reflexi¨®n" que estaba en el origen de su talento para la "acci¨®n". "El dibujo exige una participaci¨®n total", asegura. "Siempre me he considerado un artesano", y esto es tambi¨¦n lo que le hace afirmar que "copiar es muy importante. Es lo que permite comprender". Recuerda a su amigo Alberto Giacometti y la dedicaci¨®n con que copiaba. "Hay que ir al Louvre", aconseja, pasar horas y horas observando y copiando, "intentando penetrar" en la obra de otro a base de repetirla hasta descubrir su secreto, que es el del c¨®mo pero tambi¨¦n el del porqu¨¦. HCB le agradece a la fotograf¨ªa: "Haberme permitido llevar la vida que eleg¨ª, que se correspond¨ªa con mi gran curiosidad por el mundo", dice satisfecho de haberse paseado por todos los continentes con los ojos y los o¨ªdos bien abiertos, sin prisas. "Pero con demasiadas a¨²n como para dibujar. El dibujo necesita calma".
Dado por muerto
Durante tres a?os, la vida de Cartier-Bresson se detuvo o, cuando menos, dej¨® de asociarse a su gusto por el movimiento y los nuevos horizontes. Entre 1940 y 1943 estuvo preso en un campo alem¨¢n, pero logr¨® escapar a la tercera tentativa. "Durante esos a?os hubo quien me dio por muerto, y en Nueva York, en el Museo de Arte Moderno, me prepararon una exposici¨®n p¨®stuma de homenaje", ha contado m¨¢s de una vez. Alguien les hizo saber a tiempo que HCB se hab¨ªa escapado y segu¨ªa con vida, entonces se trat¨® justamente de todo lo contrario, de aparcar los datos reunidos sobre el fot¨®grafo, pues lo presentaban como un militante comprometido, un hombre de izquierdas atento a la lucha antifascista, una tarjeta de visita poco conveniente para sobrevivir en la Francia de Petain. Desde la clandestinidad ayud¨® a prisioneros y evadidos, y entre 1944 y 1945 realiz¨® la que ser¨¢, durante m¨¢s de veinte a?os, su ¨²ltima pel¨ªcula, Le?Retour. "No es a m¨ª a quien corresponde decir qu¨¦ relaci¨®n puede establecerse entre mi filme y Nuit et?Brouillard, de Alain Resnais", corta HCB cuando se le interroga sobre la cuesti¨®n. Y lo cierto es que los puentes entre las dos obras existen, pero Cartier-Bresson capta y muestra la realidad en vivo, mientras ocurre, cuando regresan los deportados de los campos de prisioneros o de exterminio, mientras que Resnais recuerda lo ocurrido, lo evoca diez a?os despu¨¦s y con la solemnidad de quien sabe ya mucho m¨¢s sobre la empresa genocida nazi.
Fundador de la agencia fotogr¨¢fica Magnum, de la que se alejar¨¢ en buenos t¨¦rminos en 1966, HCB ve c¨®mo las grandes revistas de informaci¨®n gr¨¢fica dependen m¨¢s y m¨¢s de la moda y de la publicidad. Y ¨¦l "nunca se ha sentido periodista", sino ciudadano que "toma notas", que utiliza las fotos como otro llenar¨ªa cuadernos de palabras. La imposici¨®n del color en todos los grandes reportajes acab¨® de convencerle de que la hora de la fotograf¨ªa, para ¨¦l, hab¨ªa pasado. Su nariz le hizo entrevistar a Gandhi una hora antes de que le asesinasen, y luego "me dej¨¦ llevar por el r¨ªo de tristeza de la naci¨®n", mostrando con enorme respeto la multitudinaria despedida del l¨ªder pacifista. Durante un a?o vio c¨®mo se hund¨ªa la China del Kuomintang (Partido Nacionalista) y se pon¨ªa en pie la de Mao Tsetung -entonces a¨²n se le llamaba as¨ª- y luego lleg¨® a Indonesia para que el pa¨ªs pudiera proclamar su independencia con im¨¢genes firmadas por ¨¦l. Pero todos esos viajes, como su visita a la Cuba que emprende la v¨ªa comunista, le fueron alejando de cierto entusiasmo para insuflarle la serenidad de su ins¨®lita visi¨®n budista del mundo como "sucesi¨®n de utop¨ªas". Y por fin, para sentirse bien de nuevo en el mundo, empu?a otra vez el l¨¢piz, deja en segundo t¨¦rmino las c¨¢maras -habr¨ªa que hablar en singular y de su Leica-, el "dibujo acelerado" que surge del disparador y del instinto, para cultivar la "reflexi¨®n". Si con la c¨¢mara -fotogr¨¢fica o de cine- siempre ha querido responder de manera instintiva a los est¨ªmulos de la realidad, con el l¨¢piz lo hace con calma, sin dejarse sorprender por el azar ni por la idealizaci¨®n. Viejo admirador de los surrealistas, Cartier-Bresson no dibuja nunca de memoria o imaginando, quiere tener el modelo ante sus ojos, desconf¨ªa de la ficci¨®n. Es un buen ejemplo del ideal de reportero gr¨¢fico definido por Baudelaire: "El observador es un pr¨ªncipe que en todas partes disfruta de su inc¨®gnito".
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