Ley y costumbre
El Congreso aprob¨® el jueves la Ley del Ruido, contra el ruido. Las leyes protegen a los d¨¦biles, ponen freno al poder de los fuertes, y el ruido es una manifestaci¨®n de poder: yo puedo m¨¢s que t¨², as¨ª que hago m¨¢s ruido que t¨². No pienso ahora en el ruido de grandes maquinarias e infraestructuras, sino en el humilde ruido cotidiano: motores y tubos de escape rectificados, la moda del equipo musical ultrapotente en el coche -estos coches suelen ser negros, funerales- con todas las ventanas abiertas. El estr¨¦pito arm¨®nico es capaz de atravesar ventanas con cristales dobles y triples. ?Me proteger¨¢ la ley contra tanto retumbar y atronar? ?Nos proteger¨¢ de nosotros mismos?
Un amigo me dec¨ªa este verano en San Roque que el silencio es un lujo caro. Es parte de mi derecho a la intimidad, aunque algunos posean una intimidad expansiva, ruidosa, intimidatoria, y consideren a su propio ruido como un componente esencial de su intimidad, m¨¢s fuerte que la m¨ªa. El ruido es una manifestaci¨®n de fortaleza muy utilizada en zonas d¨¦biles para marcar territorios y jerarqu¨ªas. De acuerdo con la nueva ley, se trazar¨¢n mapas del ruido en las grandes ciudades. Creo que se?alar¨¢n como ruidosas las ya se?aladas zonas del hundimiento econ¨®mico, esos bloques donde hay necesidad de gritar y subir el volumen del televisor, y siempre que uno va a decir algo pasa una moto, o una mosca, y hace temblar las paredes. Se denegar¨¢ licencia para construir en sitios ruidosos. ?Llegar¨¢ la ley a esos sitios terribles donde se construye con materiales terribles para vivir terriblemente?
La UE propugna desde los noventa una pol¨ªtica de lucha contra el ruido, pero aqu¨ª deber¨ªamos contar con el esp¨ªritu del pa¨ªs. La ley garantizar¨¢ en todo el territorio espa?ol protecci¨®n frente al ruido, empresa descomunal, puesto que Espa?a es el pa¨ªs m¨¢s ruidoso de Europa, pero el Anteproyecto exclu¨ªa del alcance de la Ley los ruidos que no rebasen los l¨ªmites tolerados por las costumbres del lugar: D¨ªos m¨ªo, los tradicionales principios de convivencia vecinal son inmodificables, y una de nuestras tradiciones de convivencia es el derecho al jaleo, dig¨¢moslo as¨ª.
No doy cr¨¦dito a quienes dicen que los andaluces somos gente de profundos silencios y de grandes voces, ciclot¨ªmica, entre el mutismo y la estridencia. Pero, a pesar de la Ley del Ruido, perdurar¨¢n nuestras ferias, de largu¨ªsima tradici¨®n. Los usos festivos de Andaluc¨ªa tienen siglos, vienen de la Contrarreforma. Nacieron de las t¨¦cnicas de propaganda en tierras de misi¨®n, ¨²tiles para los indios de Am¨¦rica y los ind¨ªgenas andaluces. Son espect¨¢culos que provocan emoci¨®n y arrebato: los frailes, conquistadores de almas, mov¨ªan un teatro de im¨¢genes sangrientas con extraordinario estr¨¦pito de trompetas y tambores y quema de p¨®lvora. Hay que tener un coraz¨®n de piedra para no rendirse al ruido, que puede durar una semana completa, santa, m¨¢s las fiestas patronales con bailes hasta el amanecer y equipos amplificadores que cubren pueblos enteros. Este ruido patri¨®tico ?no eleva en alt¨ªsimo grado nuestro nivel tradicional de ruido aceptable?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.