Las indefiniciones que preocupan en Brasil
El pa¨ªs necesita inversiones en energ¨ªa, telecomunicaciones y carreteras, pero el dinero exterior brilla por su ausencia
Brasil sigue siendo un foco de contradicciones: algunos indicadores econ¨®micos alegran al mercado financiero, mientras los sociales preocupan y ejercen su peso en la poblaci¨®n. En este escenario, el pa¨ªs requiere inversiones fuertes en varios sectores, como energ¨ªa el¨¦ctrica, telecomunicaciones y carreteras. Pero est¨¢ llegando poqu¨ªsimo dinero extranjero para estas inversiones productivas.
El hecho de haberse constatado que Brasil ha entrado en una etapa de recesi¨®n t¨¦cnica no parece preocupar a los mercados financieros
En las ¨²ltimas semanas, la atm¨®sfera ha mejorado sensiblemente para los integrantes del equipo econ¨®mico del presidente Lula. Adem¨¢s de haber avanzado mucho en la aprobaci¨®n de la enmienda constitucional que significar¨¢ una profunda reforma en el descabellado sistema de pago de jubilaciones en Brasil, que provoca un d¨¦ficit anual de unos 8.000 millones de euros y crece como bola de nieve monta?a abajo, tambi¨¦n empez¨® bien, para el Gobierno, el primer paso en la C¨¢mara baja en favor de la reforma tributaria. Otras buenas novedades: se recort¨® la tasa anual de inter¨¦s b¨¢sico, el d¨®lar se mantuvo estable alrededor de los tres reales, la Bolsa de S?o Paulo registr¨® elevaciones ins¨®litas en la cotizaci¨®n de sus t¨ªtulos (un 43% acumulado en el a?o), la balanza exterior acumul¨® un super¨¢vit hist¨®rico y los recursos extranjeros volvieron a dar el aire de su gracia.
Claro, que los indicadores sociales siguen preocupantes, con la tasa de desempleo acumul¨¢ndose frente a la promesa, ahora ya sabida inviable, de crear 10 millones de nuevos puestos de trabajo hasta 2007, con la renta media de los trabajadores perdiendo a esas alturas un 16,4% en relaci¨®n a agosto de 2002, y con el PIB una vez m¨¢s registrando bajas sensibles. El mismo vicepresidente, Jos¨¦ Alencar, con su proverbial capacidad de decir exactamente lo que piensa, y que suele chocar frontalmente con el discurso oficial, asegura que "2003 es un a?o perdido".
Pero los mercados financieros, tan temidos por el ministro de Hacienda, Antonio Palocci, no suelen revelar ninguna sensibilidad hacia ese tipo de n¨²meros. Lo que les interesa son los otros, que siguen se?alando crecientes ganancias para el sector financiero, mientras que el sector productivo se amarga otro mes m¨¢s en la oscuridad.
Etapa de recesi¨®n
El hecho de haberse constatado t¨¦cnicamente que Brasil ha entrado en una etapa de recesi¨®n no parece preocupar a los sacrosantos mercados financieros. Al contrario: por haber logrado controlar la amenaza inflacionaria, y a pesar del brusco descenso en la actividad econ¨®mica, el Gobierno de Lula estar¨ªa, seg¨²n los siempre ¨¢giles consultores financieros, propiciando las condiciones para que la econom¨ªa vuelva a crecer sin el riesgo de generar inflaci¨®n. Y, en julio, el Gobierno pag¨®, solamente como servicio de una deuda p¨²blica que ya significa un 57% del PIB, alrededor de 15.000 millones de reales (unos 4.650 millones de euros), demostrando capacidad de honrar los compromisos heredados.
No faltan voces para recordar que esa cantidad equivale a muchas veces el presupuesto previsto para el programa social modelo del Gobierno de Lula, el Hambre Cero, que no logra despegar. Pero lo que importa es la capacidad que el Gobierno sigue demostrando a la hora de seguir con uno de los m¨¢s radicales ajustes en las cuentas p¨²blicas de la historia reciente de Brasil.
Nada de eso es irreal. Pero existe otro dato, bastante concreto, que contribuye de manera definitiva para alejar a los inversores del mapa productivo brasile?o. En primer lugar, por las profundas dudas surgidas desde la llegada de Lula al poder, y que todav¨ªa no se logr¨® aclarar: ?qu¨¦ pasar¨¢ con los marcos regulatorios de algunas actividades que demandan vol¨²menes muy significativos de recursos?
Desde la victoria de Lula da Silva, en noviembre pasado, y antes a¨²n de que asumiese la presidencia, qued¨® bastante evidente que en los sectores cuya acci¨®n depende de la regulaci¨®n establecida por el Gobierno -telefon¨ªa, energ¨ªa el¨¦ctrica, gas, petr¨®leo, infra-estructura vial- hab¨ªa bastante preocupaci¨®n. Las frecuentes cr¨ªticas del Partido de los Trabajadores, de Lula da Silva, en relaci¨®n a la pol¨ªtica de privatizaciones implantada por su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, abrieron espacio para que las expectativas se hiciesen tensas. Iniciado su Gobierno, los temores se confirmaron: dos carteras estrat¨¦gicas, los ministerios de Comunicaciones y de Minas y Energ¨ªa, saltaron al ruedo con duros ataques no solamente al proceso de privatizaci¨®n adoptado en el pa¨ªs, como al papel mismo de las agencias reguladoras. Miro Teixeira, de Telecomunicaciones, y su colega de Minas y Energ¨ªa, Dilma Roussef, una ex guerrillera que desde sus tiempos de militancia gan¨® la justa fama de ser dura, no ahorraron cr¨ªticas a las funciones asumidas por las agencias reguladoras de sus respectivas ¨¢reas. El poderoso ministro de la Casa Civil, Jos¨¦ Dirceu, sigui¨® el comp¨¢s, anunciando la intenci¨®n del Gobierno de "proceder a un nuevo examen sobre los l¨ªmites de las agencias", y para no perder ocasi¨®n, el presidente Lula tambi¨¦n distribuy¨® sus quejas. Durante todo el primer semestre, los debates entre operadoras de telefon¨ªa y el Ejecutivo sobre las nuevas reglas y contratos que valdr¨¢n entre 2006 y 2026 se concentraron cada vez m¨¢s en los ministerios que en la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel). La ministra Roussef, a su vez, jam¨¢s se esforz¨® en ocultar su total antipat¨ªa por el presidente de la Agencia Nacional de Petr¨®leo (ANP), Sebasti?o Rego Barros, un embajador con larga y respetada trayectoria en los servicios diplom¨¢ticos brasile?os.
Reajuste tarifario
Ese malestar acumulado lleg¨® a su punto m¨¢ximo a fines de junio, cuando -contrariando todo lo que se hab¨ªa dicho y negociado en telefon¨ªa- Anatel pact¨® con las operadoras el reajuste que oscilaba entre un 24% y un 41% sobre las tarifas cobradas hasta aquel momento. Ah¨ª empez¨® un torbellino entre agencia y operadoras, de un lado, y Gobierno del otro, que termin¨® en una batalla de medidas cautelares en la justicia (el ministro Teixeira, al reconocer que hab¨ªa perdido, aconsej¨® a los usuarios que apelaran a los tribunales) y que todav¨ªa no ha llegado a ninguna conclusi¨®n. De todas formas, queda claro que aun dentro del Gobierno la cuesti¨®n de las agencias est¨¢ lejos de llegar a un consenso.
Mientras Teixeira defend¨ªa un cambio radical en las funciones de Anatel, el poderoso ministro de Hacienda, Antonio Palocci, aseguraba que respetar los compromisos heredados es lo ¨²nico que efectivamente importa. Resultado: mientras la cuesti¨®n persiste en los tribunales, el Gobierno guarda silencio sobre el tema.
M¨¢s reciente ha sido el cap¨ªtulo entre el Ministerio de Minas y Energ¨ªa y las empresas de electricidad. En este caso espec¨ªfico, adem¨¢s del evidente rechazo de Dilma Roussef al actual dise?o del sector, salt¨® a los ojos de todos que, en el fondo, el Gobierno de Lula da Silva carece totalmente de una alternativa viable para el modelo implantado por su antecesor.
La insoluble indefinici¨®n sobre los marcos regulatorios preocupa no solamente a empresas extranjeras ya instaladas en Brasil, sino tambi¨¦n al empresariado nacional. El volumen de recursos que ser¨¢ exigido en los pr¨®ximos cuatro a?os supera la capacidad del Gobierno, aunque se consideren las aportaciones de las estatales de energ¨ªa y petr¨®leo. Precisamente en tres de los sectores considerados claves -telecomunicaciones, energ¨ªa y carreteras- hubo pesadas inversiones privadas a lo largo de los ocho a?os del presidente Cardoso. La actual indefinici¨®n del Gobierno de Lula da Silva signific¨® poco menos que una par¨¢lisis absoluta. En las carreteras, por ejemplo, se vive hoy una situaci¨®n muy similar a la vivida en telefon¨ªa. Es casi rutinario que jueces de peque?as ciudades de provincia impidan que se apliquen a los peajes los reajustes pactados en los contratos de concesi¨®n de carreteras y autopistas.
Muchos de esos contratos pasaron a ser cuestionados jur¨ªdicamente a partir de la posesi¨®n de los nuevos gobernadores, muchos de ellos aliados pol¨ªticos del Gobierno de Lula. Los embates pasan de un tribunal a otro, escalando la intrincada jerarqu¨ªa del sistema jur¨ªdico brasile?o, pr¨®digo principalmente en la adopci¨®n de medidas cautelares cuyo resultado m¨¢s evidente es postergar de manera exasperante una decisi¨®n final y definitiva. En el caso espec¨ªfico de la energ¨ªa el¨¦ctrica, aunque se admita que el modelo heredado est¨¢ efectivamente lleno de fallos y de errores muchas veces groseros, al menos hab¨ªa una base instituida que podr¨ªa servir de punto de partida para nuevas formulaciones. Lo que el Gobierno de Lula est¨¢ haciendo es poner m¨¢s le?a en la hoguera de la inseguridad que lentamente quema el sector, al proponer seguidos y diferentes experimentos que no llegan en ning¨²n momento a constituir una formulaci¨®n.
La encrucijada de Lula
En el fondo, el Gobierno se enfrenta a una encrucijada. Respetar la autonom¨ªa de las agencias reguladoras, corrigiendo desv¨ªos y fallas evidentes, o hacer que el Estado vuelva a intervenir en el orden econ¨®mico, azuzando uno de los mayores temores del mercado financiero: el incumplimiento de acuerdos previamente firmados. Parte sustancial de las cr¨ªticas tiene su raz¨®n. En telefon¨ªa, por ejemplo, los contratos actuales privilegian de manera evidente el exceso de lucro a trav¨¦s de ajustes basados en ¨ªndices que superan con creces las tasas de inflaci¨®n.
A estas alturas del primer a?o de gobierno de Lula da Silva, en todo caso, nadie duda de que la falta de una regulaci¨®n estable, s¨®lida y fiable es un obst¨¢culo insuperable para que Brasil reciba las inversiones que necesita. Y ataques lanzados desde todas partes contra la actual legislaci¨®n y contra el funcionamiento de las agencias reguladoras, sin que se presenten alternativas viables, no hacen m¨¢s que aumentar la inquietud de los inversores. Esa opini¨®n un¨¢nime entre analistas y economistas tiene varios adeptos en el c¨ªrculo m¨¢s fuerte del Gobierno, a empezar por el ministro Palocci. El presidente prometi¨® para este mismo mes un nuevo dise?o para las agencias reguladoras.
El Gobierno admite que la recuperaci¨®n ser¨¢ dif¨ªcil
Un documento divulgado por el Ministerio de Planificaci¨®n se?ala, con todas las letras, que la pol¨ªtica econ¨®mica adoptada por el presidente Lula da Silva "ha sido responsable de la ca¨ªda del PIB" en el segundo trimestre de 2003. Advierte, sin embargo, que "la firmeza en la conducci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica se tradujo en una significativa mejora en todos los fundamentos macroecon¨®micos, permitiendo la reversi¨®n gradual de las pol¨ªticas contraccionistas a partir de junio". Por contraccionistas, palabra que tampoco existe en portugu¨¦s, el documento quiere decir una pol¨ªtica econ¨®mica restrictiva.
La expectativa, seg¨²n el departamento encabezado por el economista Guido Mantega, es que se registre un aumento en la actividad econ¨®mica en este tercer trimestre. Algunos analistas independientes consideran la alternativa como bastante viable, principalmente si se tiene en cuenta el retroceso sufrido en los primeros seis meses de 2003. Es decir, hay que crecer de manera clara para que se alcance la situaci¨®n de hace seis meses, que ya era preocupante.
El Banco Central trata de desmentir que el pa¨ªs viva una etapa de recesi¨®n t¨¦cnica. El argumento utilizado es lineal: seg¨²n esta instituci¨®n, la desaceleraci¨®n no es "generalizada", y se registran tasas de crecimiento en actividades importantes como la agricultura o "sectores ligados a la exportaci¨®n".
Para algunos analistas independientes, sin embargo, la posici¨®n del Banco Central no pasa de cumplir con su obligaci¨®n de defender una pol¨ªtica que es, sin lugar a dudas, claramente recesiva. Los profundos recortes en los gastos p¨²blicos y la imposici¨®n de elevadas tasas de inter¨¦s tuvieron un efecto indiscutible sobre el panorama econ¨®mico del pa¨ªs. Tanto es as¨ª, que mientras el Banco Central rechaza la existencia de la recesi¨®n, el Ministerio de Planificaci¨®n -para no mencionar los m¨¢s importantes institutos de investigaci¨®n del mismo Gobierno- la admite, aunque la justifique. M¨¢s preocupante, dicen los analistas, es que el mismo documento de Planificaci¨®n advierte que la recuperaci¨®n no ser¨¢ nada f¨¢cil, aunque insiste en afirmar que las perspectivas son positivas principalmente "a partir del final de 2003".
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