El Atl¨¦tico se atasca en El Sadar

El Atl¨¦tico apareci¨® en El Sadar a las seis de la tarde. S¨®lo hab¨ªa un problema: el partido hab¨ªa empezado a las cinco. En esa hora, Osasuna tuvo tiempo de jugar a su f¨²tbol tan l¨®gico y honesto, muy por encima de la media en cuanto a est¨¦tica. Tuvo oportunidad de manejar el bal¨®n cuanto quiso (lo control¨® durante un 62% del primer tiempo). Y tambi¨¦n marc¨® un gol por medio de un ex atl¨¦tico, el uruguayo Pablo Garc¨ªa. Un gol que describi¨® la ausencia del equipo rojiblanco. El bal¨®n se pase¨® delante de la porter¨ªa y, como nadie lo quiso golpear, se aloj¨® en el fondo.

Al Atl¨¦tico le falt¨® esp¨ªritu y un l¨ªder que manejara el bal¨®n, que lo mandara para un lado o para otro con criterio. Simeone no est¨¢ para esos menesteres en el centro del campo. Jorge, s¨ª. En ausencia de Ibagaza, le toca a ¨¦l ese trabajo, pero en El Sadar hab¨ªa tanta distancia entre su ubicaci¨®n y el lugar de donde sal¨ªa la pelota que no hubo manera. A Osasuna, despu¨¦s de un primer aviso de Torres -ya no volvi¨® a aparecer hasta m¨¢s tarde de las seis-, se le vio disfrutar. Quer¨ªa gustar a su p¨²blico, y tambi¨¦n hacerle f¨¢cil la bienvenida a los tres debutantes. Hay un jugador en concreto al que se esperaba con ansiedad, Bakayoko, un delantero de Costa de Marfil fichado para curar el mal end¨¦mico de Osasuna en los ¨²ltimos tiempos, su falta de gol. Para ser el primer d¨ªa, se puede decir que ¨¦l tambi¨¦n disfrut¨® en el campo.

El Atl¨¦tico no pas¨® de su campo. Perd¨ªa la pelota con tanta facilidad que al final se convenci¨® de que, mientras el viento no soplara en otra direcci¨®n, lo mejor era ponerse a cubierto. A la falta de un conductor a?adi¨® otra carencia que le impidi¨® despegarse de la inc¨®moda situaci¨®n en que le puso Osasuna. Le fallaron las bandas. En la derecha, Gaspar se convirti¨® en el tercer jugador que ocupa el lateral en otras tantas jornadas, despu¨¦s de que antes desfilaran por ah¨ª Aguilera y Ortiz. Hubo que esperar a la segunda parte para que Novo, en esa banda, tuviera alguna ocasi¨®n de demostrar que sabe buscarse espacios para centrar. En la izquierda, P¨ªnola bastante ten¨ªa con seguir a Valdo, el jugador con m¨¢s libertad de movimientos en Osasuna.

No es que invadieran los rojillos al Atl¨¦tico, pero 45 minutos pase¨¢ndose el bal¨®n por all¨¢ terminaron produciendo. Pablo Garc¨ªa sac¨® una falta con la intenci¨®n de buscar una cabeza en el ¨¢rea. Los jugadores atl¨¦ticos estaban tan ocupados con sus marcas que ninguno se preocup¨® por el bal¨®n. El Mono Burgos, como todos los dem¨¢s, esperaba que alguien apareciera, pero termin¨® trag¨¢ndoselo.

Sonaron las campanadas de las seis, y el Atl¨¦tico entr¨® en escena, con De los Santos de refresco. No es que de repente diera la vuelta al partido, nunca lleg¨® a ser superior. Pero al menos contest¨® a las envestidas osasunistas. Hubo que esperar una hora de partido para que el equipo de Gregorio Manzano confeccionara una jugada. La condujo Rodrigo, la sigui¨® Novo, con un buen centro, y la remat¨® Torres. Al tiempo que reaccion¨® el equipo, Torres y Rodrigo dieron los primeros s¨ªntomas de entendimiento mutuo. El brasile?o lleg¨® a hacer un remate en postura forzada que hizo botar el bal¨®n en el larguero.

El partido se abri¨®, entr¨® en otra dimensi¨®n, de ida y vuelta. En cuanto a cantidad de ocasiones, gan¨® Osasuna. En eso, hay que apuntarle un m¨¦rito al revoltoso Web¨®, otro rostro novedoso en El Sadar. Pero eso de sumar oportunidades no es nuevo en Pamplona.

Lo que dio un soplo de aire al Atl¨¦tico fue la lesi¨®n de Pablo Garc¨ªa, un experto en lastimarse en jugadas tontas, ¨¦l solo. Osasuna, con los tres cambios agotados, se qued¨® con diez (el ¨²ltimo minuto, con nueve por la expulsi¨®n de Pinheiro). Era la ¨²ltima concesi¨®n para que los rojiblancos por fin mandaran. Lo hicieron, pero s¨®lo por obligaci¨®n. Nadie sab¨ªa qu¨¦ hacer, por eso no lleg¨® a ning¨²n lado.