El presidente de Wall Street, bajo sospecha
La SEC ha abierto una investigaci¨®n a Richard Grasso por el cobro de una prima salarial de 190 millones de d¨®lares
Mientras las empresas que cotizan en Wall Street y los accionistas perd¨ªan miles de millones de d¨®lares, Richard Dick Grasso, presidente de la bolsa de Nueva York (NYSE), se estaba haciendo multimillonario. La revelaci¨®n de su paquete de compensaci¨®n salarial, de casi 190 millones de d¨®lares, forzada por las presiones de la Securities & Exchange Comission (SEC) ha abierto una crisis de gobernabilidad en la instituci¨®n, sin precedentes en su historia reciente.
Las tribulaciones para el hombre que durante a?os se ha jactado de ser el l¨ªder del capitalismo no han hecho m¨¢s que empezar, pero ¨¦l ha mostrado su habitual rostro impert¨¦rrito. Este fin de semana un grupo de corredores ha empezado a circular una petici¨®n de firmas para solicitar su dimisi¨®n y Grasso ha reiterado que no lo piensa hacer, respaldado por la extensi¨®n de su contrato que ha aprobado el consejo de administraci¨®n de NYSE. "Espero que vengan a mi despedida el 31 de mayo del 2007", dijo a un grupo de periodistas tras anunciar que estaba dispuesto a renunciar a 48 millones, con el fin de aplacar la tormenta.
No lo ha logrado. El gesto de desprenderse de un pedazo de fortuna ni ha restablecido su credibilidad ni la del consejo de administraci¨®n de la bolsa. La prensa lo ha tildado incluso de "pago clandestino". La estratosf¨¦rica cifra de su paquete salarial de retiro, superior a la de la mayor¨ªa de los presidentes de consejos de administraci¨®n de las grandes corporaciones norteamericanas, ha suscitado numerosas preguntas, pero la controversia se centra ahora en el potencial conflicto de intereses entre la funci¨®n de Grasso como regulador de las propias empresas que le pagan y su vertiente puramente ejecutiva del NYSE.
La SEC podr¨ªa despojarle de la funci¨®n reguladora. De momento estudia una propuesta para que se separen ambas funciones, a petici¨®n de la Alianza de Corredores de Bolsa, que representa a 800 corredores. La Alianza ha dirigido una carta al presidente de la SEC, William Donaldson, predecesor de Grasso en el cargo, en la que critican duramente a la c¨²pula directiva del NYSE por "haberse embarcado en una serie de decisiones que lo ¨²nico que muestran es un desprecio por los inversores y por la prestigiosa historia de esta instituci¨®n bicentenaria y los principios que representa".
Donaldson, que cobraba 1,5 millones de d¨®lares cuando ¨¦l era presidente del NYSE, indaga adem¨¢s de qu¨¦ partida presupuestaria ha salido el exuberante salario y si ha afectado a las ganancias de la bolsa, que fueron de 30 millones de d¨®lares en 2001 y de 28 millones el a?o pasado. Quiere saber tambi¨¦n c¨®mo se realiz¨® la selecci¨®n de los miembros de la junta de administraci¨®n y si alguno de ellos mantiene conexiones financieras con Grasso.
Grasso, de 57 a?os, insiste en que su salario debe ser comparable al de otros presidentes, no al de funcionarios reguladores, como Alan Greenspan (171.900 d¨®lares al a?o) o el propio Donaldson del SEC (142.500 d¨®lares). Pero a diferencia de los directivos de empresas de servicios financieros cuyos honorarios se fijan en base a los resultados de beneficios, Grasso sostiene que el suyo no tiene que calcularse as¨ª. "Mi funci¨®n no es maximizar las ganancias del NYSE, sino el valor de las inversiones. Y a la vista est¨¢ lo que he logrado, 140 nuevas firmas registradas en el 2001".
Hay una diferencia adicional entre el paquete salarial de Grasso y los de otros altos ejecutivos como Sandford Weill, de Citigroup, (39,5 millones) o Stan O'Neal, de Merrill Lynch, (15,3 millones), y es que ¨¦stos reciben parte de su compensaci¨®n en acciones, mientras que la de Grasso es integramente en efectivo. En 2001, por ejemplo, le pagaron un bono de cinco millones por haber reabierto la bolsa seis d¨ªas despu¨¦s de los atentados del 11-S. La bolsa corre adem¨¢s con los gastos de sus numerosas afiliaciones a clubs, los de su traslado en avi¨®n privado y la seguridad personal de su familia.
Otro aspecto que ha enfurecido a los operadores es la cuota que Grasso impuso hace tres a?os de 11.000 d¨®lares mensuales a los clientes, supuestamente destinada a las labores de regulaci¨®n y a la renovacion tecnol¨®gica. Muchos sospechan que haya servido tambi¨¦n para financiar sus honorarios.
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