Jorge M. Reverte devuelve al Ebro el olor a muerte
El escritor reconstruye d¨ªa a d¨ªa una de las grandes batallas de la Guerra Civil espa?ola
A las 0.15 del 25 de julio de 1938, las tropas republicanas cruzaron el r¨ªo Ebro y se inici¨® as¨ª la batalla m¨¢s sanguinaria de la Guerra Civil espa?ola. Meses despu¨¦s, el 16 de noviembre del mismo a?o, terminaron los brutales combates en la Terra Alta, la peque?a regi¨®n de Catalu?a circundada por el r¨ªo, con un balance de m¨¢s de 120.000 muertos. Jorge Mart¨ªnez Reverte (Madrid, 1948) ha reconstruido ahora paso a paso La batalla del Ebro (Cr¨ªtica).
"He querido contar las cosas como si no se supiera lo que finalmente va a pasar"
"La batalla del Ebro surge despu¨¦s de que Negr¨ªn, el jefe de Gobierno de la Rep¨²blica, le encargue a su jefe de Estado Mayor, el general Rojo, una operaci¨®n militar que sirva para paralizar la ofensiva franquista sobre Valencia, que puede suponer el fin de la guerra y el triunfo de los rebeldes. De lo que se trata es de ganar tiempo y de intentar introducir un cambio en la din¨¢mica de la guerra que favorezca con el tiempo a los republicanos", explica Jorge M. Reverte. El escritor y periodista, autor de varias novelas y de distintos ensayos, ya se hab¨ªa metido en las arenas movedizas de la guerra civil -editando las memorias de su padre- y esta vez ha reconstruido en un libro de casi 400 p¨¢ginas la batalla m¨¢s imponente y dolorosa, el brutal choque de dos ej¨¦rcitos en una reducida porci¨®n de terreno. "Quer¨ªa leer una historia completa de la batalla y, como no exist¨ªa, tuve que escribirla", confiesa.
Lo ha hecho con la escritura distante del narrador que pone, uno detr¨¢s de otro, todos los movimientos de las tropas y que recoge las negociaciones de los diplom¨¢ticos, el clima de la retaguardia, las ideas de los principales protagonistas, los conflictos pol¨ªticos, las decisiones militares... "Lo que m¨¢s me cost¨® fue dar con el tono, y lo encontr¨¦ en el momento en que decid¨ª contar la batalla en presente. Lo que quer¨ªa que existiera es la tensi¨®n propia de una novela en que no se sabe finalmente qu¨¦ va a pasar. Claro que todo el mundo conoce c¨®mo termin¨® todo, pero, aun as¨ª, esa narraci¨®n en presente me ha permitido reconstruir lo que pas¨® llen¨¢ndolo de incertidumbre, como si no se supiera el desenlace".
Una operaci¨®n, concebida para paralizar la ofensiva franquista sobre Valencia, que cost¨® demasiadas vidas. ?No es un precio muy alto? "Cuando se iniciaron las operaciones, los mandos republicanos no contaban con el giro que finalmente Franco dio a la batalla. Fue ¨¦l, en contra incluso de los criterios de muchos de sus colaboradores militares, el que la convirti¨® en una cruel batalla de desgaste cuyo objetivo ¨²ltimo era exterminar al adversario".
Visi¨®n pol¨ªtica
Tal como estaban las cosas, y tras los reveses que hab¨ªa sufrido la Rep¨²blica despu¨¦s de la batalla de Teruel, una campa?a por la zona norte de Catalu?a hubiera conducido al final de la guerra de una manera mucho m¨¢s r¨¢pida y rotunda. As¨ª lo pensaban algunos de los militares del bando nacional. "Pero Franco fue mucho m¨¢s prudente", explica Jorge M. Reverte, "y tem¨ªa que trasladar toda la virulencia del conflicto cerca de la frontera con Francia hubiera provocado que este pa¨ªs terminara por implicarse en la lucha cambiando el sesgo de la guerra". Y a?ade: "Quiz¨¢ Franco no fuera un militar muy brillante, pero ten¨ªa una visi¨®n pol¨ªtica muy clara, y aqu¨¦l no era el momento para que se le complicaran las cosas internacionalmente".
Las tropas republicanas cruzaron el Ebro y sorprendieron al enemigo. Durante los primeros momentos de la batalla no contaron con el apoyo de la aviaci¨®n, lo que quiz¨¢ fue decisivo para que el empuj¨®n inicial no terminara con la rotundidad que hubiera sido deseable para los mandos que concibieron el ataque. "No es f¨¢cil saber por qu¨¦ tard¨® tanto en intervenir la aviaci¨®n republicana. Es verdad que la operaci¨®n se tuvo que poner en marcha sin contar con su participaci¨®n inmediata porque el tiempo apremiaba. Hubo, posiblemente, falta de coordinaci¨®n entre los distintos ej¨¦rcitos; quiz¨¢ tambi¨¦n hubo algo de incompetencia, incluso algunos documentos insin¨²an cierta rivalidad entre los mandos de los distintos ej¨¦rcitos republicanos. De hecho, cuando la cosa se empieza a poner fea despu¨¦s del ¨¦xito de los primeros momentos, y Rojo pide que los ej¨¦rcitos de Levante y del Centro pongan en marcha algunas operaciones que liberen la tensi¨®n del Ebro, no resulta comprensible que realmente no fueran capaces, por falta de medios, de desencadenar algunas ofensivas que fastidiaran a los franquistas. Las que llegaron a hacer fueron m¨ªnimas".
La gesta del Ebro la llev¨® a cabo el Ej¨¦rcito de Maniobra, homog¨¦neo y uniforme, con una gran capacidad de movilizaci¨®n y combatividad. Se ha criticado a veces que todos sus mandos fueran comunistas. "S¨ª, pero precisamente en su homogeneidad estaba su fuerza. Durante la guerra, hab¨ªa habido ya muchos episodios de rivalidad entre tropas que ten¨ªan ideolog¨ªas diferentes. Y eso no ocurri¨® en el Ebro".
Al final, la batalla la ganaron los franquistas. "El golpe decisivo lo dio Inglaterra, fue el verdugo de la Rep¨²blica", resume Jorge M. Reverte. "La estrategia de Negr¨ªn era ganar tiempo hasta que se desencadenara la guerra en Europa entre los fascistas y las democracias. Pero en M¨²nich, a finales de septiembre, se entreg¨® Checoslovaquia a los afanes expansionistas nazis y se liquidaron las esperanzas de los republicanos. La desmoralizaci¨®n fue total".
No era dif¨ªcil que la moral se fuera por los suelos. Hab¨ªa ya demasiados muertos. "La guerra huele a muerto. Es lo que tambi¨¦n he querido que tenga el libro: sabores, olores, sensaciones. El punto de vista de los combatientes, su miedo, su valor, ese terrible momento de tener que seguir luchando cuando a tu lado empiezan a oler los cad¨¢veres de tus amigos".
Babelia
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