La fuerza de Europa
"...escribo... / sobre lo que hemos destruido, / ante todo en nosotros..."
Jos¨¦ ?ngel Valente
La fuerza de Europa no es la Europa de la fuerza. Cortos de vista, acostumbrados a tratar las cuestiones propias de una comunidad econ¨®mica y no de una uni¨®n europea, no son pocos los l¨ªderes que proclaman de nuevo que la soluci¨®n est¨¢ en la fuerza, en aumentar los dispositivos de defensa. Frente a la inmensa capacidad de acci¨®n militar de los Estados Unidos, no se les ocurre otra cosa que intentar ser competitivos en este mismo campo, en lugar de ser complementarios en otros muchos aspectos.
Defendemos un n¨²mero importante de cosas en com¨²n y Europa ha recibido una ayuda esencial para su propia supervivencia en ocasiones de extrema gravedad durante el siglo pasado. Este reconocimiento permanente no justifica, bien al contrario, la aceptaci¨®n de todo lo que los Estados Unidos decidan hacer hoy.
Conocemos bien lo que significa la paz de la seguridad y por ello aspiramos denodadamente a la seguridad de la paz y la justicia. El terror -sobre bases reales o no- mantiene unidos. Pero no por mucho tiempo. Los ciudadanos se dan cuenta de las exageraciones, de las invenciones, de las intimidaciones y comienzan a reaccionar, a medir el calado de sus sufrimientos, a incomodarse personalmente con la triste realidad de su silencio impuesto. La seguridad que Europa debe favorecer es la que se origina en el desarrollo end¨®geno global, en la erradicaci¨®n de los para¨ªsos fiscales, en la consolidaci¨®n de una democracia a escala planetaria.
En lugar de "guerra preventiva", Europa debe ser el l¨ªder de la "paz preventiva". Y, adem¨¢s de unas alianzas militares eficientes, Europa debe situarse en la vanguardia de la educaci¨®n, la ciencia y la cultura. Ser s¨ªmbolo mundial de ¨¦tica, de justicia, libertad y creatividad. ?sta es la fuerza de Europa.
?M¨¢s recursos para la Europa de la fuerza? Lo que solucionar¨ªa gran parte de los problemas a los que ahora hacemos frente es disponer de m¨¢s recursos para la fuerza de Europa, para su liderazgo cultural e intelectual. Europa representar¨¢ muy pronto, con 25 Estados, 450 millones de habitantes y el 25% del PNB mundial. Ser¨ªa perder una gran oportunidad -estos "momentos apropiados" son infrecuentes- si careciera, ofuscada por el presente, de esta visi¨®n prospectiva. La fuerza de Europa es la fuerza del esp¨ªritu, de la facultad creativa, de la tensi¨®n humana, de la reacci¨®n permanente frente a una patolog¨ªa social que nos lleva a considerar lo excepcional como normal y a aceptar lo inaceptable. La fuerza de Europa es ser foco permanente de valores democr¨¢ticos: justicia, libertad, fraternidad, igualdad.
La gran riqueza de la Uni¨®n Europea es su diversidad. Su fuerza es estar unidos por unos cuantos valores universales. Europa constituye un contexto multicultural de excepcional amplitud: plurirreligiosa, pluriling¨¹e, pluri¨¦tnica... es "multi" en casi todas las dimensiones y, por tanto, puede ser "grande".
Sus m¨²ltiples identidades se hallan permanentemente alimentadas por unas ra¨ªces profundas que les permiten conservar sus caracter¨ªsticas diferenciales en el formidable tejido de entreveradas hebras multicolores, en el crisol, formado tan dolorosamente, que ha conducido a la Europa mestiza de nuestros d¨ªas, capaz de enfrentarse a los riesgos de uniformizaci¨®n, de gregarizaci¨®n y de sometimiento, que constituyen, en mi opini¨®n, la mayor amenaza de la humanidad en estos albores de siglo y de milenio.
Para que la interacci¨®n entre las distintas culturas sea enriquecedora, los europeos deben conocer bien sus caracter¨ªsticas distintivas y renunciar a la permanente tentaci¨®n del mimetismo exterior. Sin puntos de referencia ¨¦tica no es posible la navegaci¨®n. Europa debe guiarse por unos principios intransitorios, sin transferir sus responsabilidades a las veleidades del "mercado". Tiene que establecer con precisi¨®n -y ahora es el momento, al redactar la Constituci¨®n Europea- cu¨¢les son estos principios y hacia d¨®nde quiere dirigirse.
Basar principalmente el desarrollo econ¨®mico en la potencia militar es un error craso porque -lo he repetido con frecuencia- no hay econom¨ªa de guerra sin guerra. Es l¨®gico que la "locomotora econ¨®mica" americana cuente mucho en los planteamientos europeos, pero para competir y no para depender. En la cumbre de la Uni¨®n Europea celebrada en Lisboa en el a?o 2000 se decidi¨® que "Europa debe ser l¨ªder, en el 2010, de una econom¨ªa basada en el conocimiento". Se consideraba que, en otro caso, perder¨ªa de forma irreversible su capacidad de competencia comercial con los Estados Unidos y Jap¨®n, que dedican a investigaci¨®n y desarrollo (I+D) casi el doble del promedio europeo y se benefician de los talentos que, con una pol¨ªtica de muy corto alcance, llegan de todas partes del mundo, especialmente de Europa. Se calcula que alrededor de 400.000 "cerebros" europeos constituyen el ¨¦xodo intelectual y cient¨ªfico de los ¨²ltimos a?os. Hoy se presentan "presupuestos equilibrados" sin subrayar que algunas fuentes (los fondos de cohesi¨®n, por ejemplo) van a dejar de manar en pocos a?os. Se est¨¢n adoptando algunas medidas para dar el salto cuali y cuantitativo que se considera imprescindible para contribuir debidamente al acervo mundial del conocimiento, para saber difundir adecuadamente las contribuciones europeas, aumentar r¨¢pidamente la protecci¨®n intelectual y el n¨²mero de patentes, y promocionar las aportaciones europeas en arte, cine, medios audiovisuales, publicaciones, etc. Sin embargo, hasta este momento -ya han transcurrido tres a?os desde la Cumbre de Lisboa- no parece que los gobernantes europeos hayan tomado en serio la necesidad de convertir a Europa en el l¨ªder mundial del conocimiento y, en consecuencia, de la econom¨ªa basada en el mismo. Ni siquiera en el borrador de Constituci¨®n figura algo tan importante para el devenir europeo.
Si no hay innovaci¨®n, educaci¨®n cient¨ªfica, investigaci¨®n y desarrollo tecnol¨®gico... no avanzaremos. Necesitamos cient¨ªficos comprometidos, educadores comprometidos, ciudadanos comprometidos. Conscientes de la globalidad, de las condiciones en que viven tantos y tantos seres humanos iguales a ellos...
La fuerza de Europa es la fuerza de la anticipaci¨®n y de la prevenci¨®n, gran tarea de las universidades e instituciones cient¨ªficas y acad¨¦micas. Memoria del pasado, s¨ª, pero sobre todo memoria del futuro. La Constituci¨®n Europea debe acercar a los pueblos, no alejarlos. Sobre todo cuando se trata de Estados federados muy heterog¨¦neos culturalmente debe construir un espacio de interacci¨®n y no de aislamiento.
La fuerza de abordar las causas de los grandes desaf¨ªos actuales: la pobreza, la exclusi¨®n... La Europa que se sit¨²e al frente de la cooperaci¨®n internacional que, en la actualidad, con la excepci¨®n de los pa¨ªses n¨®rdicos, constituye una aut¨¦ntica verg¨¹enza. El promedio del porcentaje del PIB para el desarrollo de los pa¨ªses de la OECD a favor de los pa¨ªses menos avanzados es del 0.2% en lugar del 0.7% prometido en 1974.
La fuerza de los m¨¢s eficientes sistemas educativos: una ense?anza pluriling¨¹e, art¨ªstica. La Europa que forma a ciudadanos del mundo preparados para una democracia transparente. La Europa de la educaci¨®n y de la cultura, especialmente dedicada a la infancia y la juventud, consciente de que ¨²nicamente de esta manera fortalecer¨¢ y asegurar¨¢ un porvenir menos sombr¨ªo.
La fuerza del mantenimiento de los principios para la gobernanza interna y mundial, para el fortalecimiento de las Naciones Unidas, para recuperar el "Nosotros, los pueblos..." y conferirle todo el vigor que se requiere para terminar con la actual situaci¨®n de total impunidad a escala supranacional. Una Europa situada en la vanguardia del cumplimiento democr¨¢tico, de una justicia eficiente, de la inexistencia de la pena de muerte, del cumplimiento de las convenciones y declaraciones del sistema de las Naciones Unidas.
La fuerza de liderar el establecimiento de "nuevas alianzas" para reducir con diligencia y equipos t¨¦cnicos y humanos experimentados el impacto de las cat¨¢strofes naturales o provocadas.
La fuerza de ser los mejores en la protecci¨®n del medio ambiente frente a una Administraci¨®n que, en el apogeo de su hegemon¨ªa, no suscribe acuerdos como el de Kyoto -ya muy edulcorado- sobre el cambio clim¨¢tico, y permite (otro dislate reciente del Gobierno Bush) aumentar la emisi¨®n de gases contaminantes, Europa debe ser la primera en cumplir, bajo un asesoramiento cient¨ªfico impecable, la Agenda 21.
La fuerza de una seguridad sanitaria, ciudadana y laboral ejemplares mediante el desarrollo de un gran plan de seguridad ciudadana, con los recursos de toda ¨ªndole necesarios, y una gran colaboraci¨®n policial y ciudadana, con un sistema judicial diligente y eficaz para no debilitar, al socaire de la lucha antiterrorista, derechos universales como la presunci¨®n de inocencia y el derecho de defensa.
La fuerza de la mente frente a la del m¨²sculo, donde los servicios p¨²blicos no queden al albur de los intereses econ¨®micos de grandes corporaciones supranacionales.
La fuerza de la conciliaci¨®n, del desprendimiento, de la amistad y solidaridad entre los pueblos, de la apertura, de la cultura de paz. Una Europa que, junto a una gran eficiencia preventiva, participe diligentemente en el Tribunal Penal Internacional, en la denuncia y castigo de quienes cometen actos como los del 11 de septiembre de 2001, pero que juzguen con la misma severidad lo que est¨¢ sucediendo en Guant¨¢namo y en Irak actualmente. Europa debe representar la serenidad, la justicia eficiente, el respeto a la vida.
La fuerza, en fin, de una pol¨ªtica de inmigraci¨®n que cumpla las promesas, que est¨¦ en relaci¨®n permanente con los pa¨ªses que, explotados y empobrecidos, nos env¨ªan a sus hijos emigrantes... como hicimos en Espa?a no hace tantos a?os y, en general, en Europa.
Frente a los que creen que hay que conservar sin cesar, dar, darse. Frente a los que pronto se cansan y se instalan, caminar. Frente a la Europa de la fuerza, la fuerza de Europa: la fuerza creadora, de la inspiraci¨®n, de la iluminaci¨®n. La que a?ade a los medios para vivir, razones para vivir. La Europa de la palabra, con la fuerza indomable del esp¨ªritu.
Federico Mayor Zaragoza es catedr¨¢tico de Bioqu¨ªmica de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y presidente de la Fundaci¨®n Cultura de Paz.
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