Un a?o despu¨¦s, Schr?der en la lona
La recesi¨®n, la pol¨¦mica reforma fiscal y la necesidad de tender puentes con EE UU ponen a prueba la gesti¨®n del canciller alem¨¢n
Las inundaciones en el este de Alemania y el conflicto sobre Irak, en el que adopt¨® una oposici¨®n pacifista opuesta a Estados Unidos, llevaron al socialdem¨®crata Gerhard Schr?der (SPD) de nuevo a la Canciller¨ªa de Berl¨ªn en coalici¨®n con el partido ecopacifista de Los Verdes. Ma?ana, lunes, se cumple el primer aniversario de la m¨ªnima victoria electoral de la coalici¨®n SPD-Verdes, que consigui¨® el 22 de septiembre de 2002 s¨®lo un 0,7% de votos m¨¢s que los dos partidos de centro-derecha, democracia cristiana (CDU-CSU) y liberales (FDP).
La coalici¨®n rojiverde se encuentra un a?o despu¨¦s con el viento en contra: estancamiento econ¨®mico, con un pa¨ªs en recesi¨®n y la amenaza de llegar en el pr¨®ximo invierno a los cinco millones de parados; la urgencia de llevar adelante recortes sociales, que s¨®lo se podr¨¢n realizar con el apoyo de la oposici¨®n democristiana; la necesidad de restablecer las relaciones con Washington, deterioradas tras los ataques al presidente George W. Bush durante la campa?a electoral alemana y la guerra de Irak, y la recuperaci¨®n de un liderazgo de Alemania, puesto en tela de juicio por lo que desde EE UU se defini¨® como la vieja Europa.
Por segundo a?o consecutivo, la deuda p¨²blica de Alemania superar¨¢ el 3% del PIB
Edmund Stoiber, derrotado hace un a?o, supera en apoyo popular al canciller
La lista de fracasos del Gobierno federal alem¨¢n se traduce en una ca¨ªda en el apoyo de la opini¨®n p¨²blica. Si las elecciones federales se celebrasen hoy, los sondeos dan al SPD un 30% de votos, frente al 38,5% conseguido hace un a?o, y un 45% a la democracia cristiana (CDU-CSU). Por primera vez en mucho tiempo el candidato derrotado hace un a?o, el primer ministro de Baviera, Edmund Stoiber, supera ahora en apoyo popular a Schr?der. Seg¨²n el bar¨®metro pol¨ªtico de este mes de la segunda cadena p¨²blica de televisi¨®n (ZDF), un 46% de alemanes prefieren a un canciller Stoiber frente al 45% que opta por Schr?der.
Estos datos negativos no parecen hacerle mella. A sus 59 a?os, Schr?der es un pol¨ªtico de pura raza, capaz de vender cualquier producto, de defender hoy una posici¨®n y semanas despu¨¦s la contraria, un aut¨¦ntico encantador de serpientes ante las c¨¢maras de televisi¨®n, jovial y con un toque populista, que se regodea al comentar c¨®mo las encuestas pronosticaban su derrota hace un a?o.
Apenas unos d¨ªas despu¨¦s de conservar el poder, el Gobierno federal tuvo que rendir cuentas ante la UE en Bruselas y qued¨® de manifiesto que la situaci¨®n era mucho m¨¢s grave de lo que se debat¨ªa durante la campa?a electoral. La oposici¨®n mont¨® en c¨®lera y provoc¨® una comisi¨®n de investigaci¨®n en el Parlamento Federal (Bundestag), que se encarg¨® de investigar "la mentira electoral". Los palos al Gobierno no se quedaron en el terreno ficticio de la demoscopia. En las elecciones regionales de dos grandes Estados federados, Baja Sajonia y Hesse, el SPD sufri¨® dos aut¨¦nticos descalabros, a los que se puede sumar el m¨¢s que previsible de hoy en Baviera.
Cuesta abajo en la rodada, Schr?der ha mostrado en los ¨²ltimos meses su enorme capacidad para sacar conejos de la chistera. A mediados de febrero se present¨® ante el Bundestag con un discurso sobre Irak en el que se manten¨ªa en las posiciones de la campa?a electoral: Alemania no participar¨ªa en la guerra.
Consciente de la impopularidad de la pol¨ªtica de EE UU en Alemania, Schr?der rompi¨® con uno de los dogmas de la pol¨ªtica exterior alemana en el ¨²ltimo medio siglo: la sacrosanta e inquebrantable unidad con EE UU, el pa¨ªs que liber¨® Alemania del nazismo y la sostuvo durante cuatro d¨¦cadas de guerra fr¨ªa. La consecuencia: a?o y medio de incomunicaci¨®n y gestos de desprecio por parte de Bush. Schr?der tratar¨¢ de corregir la situaci¨®n esta misma semana con el encuentro con el presidente de EE UU en el entorno de la Asamblea General de la ONU.
A mediados del pasado marzo Schr?der lanz¨® su programa Agenda 2010, que trata de poner a Alemania en forma a base de una cura de caballo con recortes sociales en la salud, el paro y las jubilaciones. El plan despert¨® las iras de los sindicatos y de sectores del SPD. Tras recorrer Alemania de punta a punta para explicar la urgencia de los recortes, Schr?der consigui¨® en junio el apoyo del SPD.
Por segundo a?o consecutivo Alemania, la otrora locomotora de la econom¨ªa europea, incumplir¨¢ el criterio de convergencia establecido en Maastricht. El endeudamiento p¨²blico rebasar¨¢ el 3% del producto interior bruto (PIB). El alumno modelo, que impuso ese l¨ªmite de la deuda para impedir que los pa¨ªses del llamado Club Mediterr¨¢neo debilitasen la nueva moneda europea, suspende ahora por segundo a?o consecutivo el examen. Todo indica que en 2004 tampoco rebajar¨¢ la deuda por debajo del 3% del PIB. Seg¨²n el Fondo Monetario Internacional (FMI), Alemania se encuentra a la cola de la tasa de crecimiento de los pa¨ªses industrializados. Los intereses de la deuda se comen el dinero necesario para las inversiones y el d¨¦ficit presupuestario adquiere niveles de p¨¢nico.
Antes de las vacaciones veraniegas, Schr?der y su Gobierno sacaron un nuevo conejo de la chistera: adelantar un a?o la reforma fiscal. Meses antes, Schr?der y sus ministros aseguraban que esto no pod¨ªa realizarse bajo ning¨²n concepto, porque Alemania no pod¨ªa endeudarse m¨¢s. Ahora la reforma fiscal parece ser la nueva panacea.
No est¨¢ nada claro c¨®mo se podr¨¢ financiar la reforma. El Gobierno asegura que se conseguir¨¢ a base de ahorro, de privatizaciones y de un incremento del endeudamiento. Schr?der y su gran aliado del momento, el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, han dado ya bajo cuerda la extremaunci¨®n al Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que fija en un 3% del PIB el l¨ªmite del endeudamiento p¨²blico. Schr?der repite como un disco rayado que el Pacto "es de estabilidad, pero tambi¨¦n de crecimiento" y ahora ha llegado el momento de poner el acento en este segundo elemento. Para llevar adelante sus reformas, el Gobierno necesita el apoyo de la oposici¨®n democristiana, que tiene mayor¨ªa en el Bundesrat (C¨¢mara alta), donde acaban casi todas las leyes aprobadas en el Bundestag. Este trabajo legislativo complica a¨²n m¨¢s la dif¨ªcil tarea de la coalici¨®n de Gobierno.
Schr?der ha anunciado ya, a tres a?os vista, que se presentar¨¢ a las elecciones del a?o 2006. Se ha olvidado de lo que dijo en su d¨ªa de que dos mandatos de ocho a?os eran suficientes. Para 2006 ha conseguido que su socio de coalici¨®n, el verde Joshka Fischer, renuncie de momento a sus sue?os de convertirse en ministro de Exteriores de Europa para dar juntos de nuevo la batalla por el poder.
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