Juguetes que explotan en Colombia
El 40% de las v¨ªctimas civiles de las minas antipersona, sembradas como trampas en medio pa¨ªs, son ni?os
Irma, 13 a?os, piel tostada y ojos negros, cree que su pierna de mentira es traviesa. En las noches la coloca en una silla, al lado de la cama, pero muchas veces amanece en el suelo. "Tambi¨¦n es traviesa porque me maltrata", dice, y sus ojos se iluminan con picard¨ªa. Desde hace dos a?os, desde el d¨ªa en que pis¨® una mina antipersona y le vol¨® la pierna derecha, tuvo que acostumbrase a quitarse y ponerse esta parte del cuerpo. Dos colombianos por d¨ªa son v¨ªctimas de estas minas, sembradas como trampas en medio pa¨ªs. El 40% de las afectados civiles son ni?os. Varias entidades privadas trabajan para devolverles la esperanza.
"Yo estaba", dice Irma con la cabeza agachada, "con mi pap¨¢ y mi hermana tumbando palos [cortando le?a] cuando la explosi¨®n. Sent¨ª miedo; sent¨ª que no ten¨ªa pierna, que me iba a morir; despu¨¦s llor¨¦ mucho pensando que no volver¨ªa a caminar". Hoy camina, juega al f¨²tbol y escala en roca. "Uno as¨ª puede hacer lo que quiera", asegura y agradece al Centro Integral de Rehabilitaci¨®n de Colombia (Cirec), entidad privada de Bogot¨¢. "Me ayudaron con la pr¨®tesis, me dan ¨¢nimo, me quieren mucho".
Irma forma parte del Programa Semillas de Esperanza -organizado por Cirec junto con otras instituciones-, que cada a?o re¨²ne a peque?os mutilados de guerra. Les brindan apoyo terap¨¦utico, les ayudan a aceptarse y les borran la idea de ser inservibles. "Es dif¨ªcil llegar a los sobrevivientes de explosivos abandonados, pues la mayor¨ªa son parte de la poblaci¨®n desplazada; su acceso a servicios de rehabilitaci¨®n es bastante limitado; no cuentan con orientaci¨®n ni apoyo", afirma Jorge Quesada, coordinador del programa. Mediante talleres l¨²dicos se apoya a los ni?os en su rehabilitaci¨®n para que se conviertan en adultos productivos en su comunidad. Quesada, como el 35% de los empleados del Cirec, es discapacitado.
"Yo pens¨¦ que no pod¨ªa hacer nada; cre¨ªa que ten¨ªan que echarme la comida; aqu¨ª me ense?aron que todo es posible", confiesa Jos¨¦ en una pausa de su clase de pintura. Con el mu?¨®n de su brazo izquierdo presiona la hoja de papel; con lo poco que le queda de mano derecha sujeta el l¨¢piz y pinta una figura humana. En otra mesa, Zairo pinta con una facilidad pasmosa un florero. Evita hablar del accidente que lo dej¨® sin las dos piernas hace dos a?os, cuando ten¨ªa 14. No quiere pr¨®tesis; prefiere la silla de ruedas. S¨®lo acepta hablar de su sue?o: ser pintor. Julio, el profesor, no duda que lo lograr¨¢: "Con un poco de apoyo llegar¨¢ a ser un gran artista".
A la hora del descanso, Mois¨¦s corretea por el jard¨ªn de la instituci¨®n. Tiene seis a?os. Hace tres, algo explot¨® y le vol¨® el brazo derecho. Terminada la merienda, todos regresan al sal¨®n: hay clase de m¨²sica. S¨®lo dos peque?os siguen entretenidos. De repente, Yolver -ind¨ªgena guambiano a quien una mina le quit¨® una mano- deja de jugar y corre detr¨¢s de M¨®nica. Ella, -siete a?os, ciega, sin el brazo derecho y con apenas la mitad de la mano izquierda-, no encuentra el camino para regresar al sal¨®n. Yolver la gu¨ªa hasta la puerta. El sue?o de M¨®nica es volver a ver -ya se planea una operaci¨®n-, el del ni?o es volver a montar en bicicleta. Sus padres aspiran a que su hijo viva en el pueblo y acabe sus estudios. "?l ya no sirve para el campo", lamenta la madre, mientras trata en vano de evitar las l¨¢grimas.
M¨¢s de 100.000 minas
Se cree que en Colombia -¨²nico pa¨ªs de Am¨¦rica que tiene este problema- hay m¨¢s de 100.000 minas sembradas, la mayor¨ªa de fabricaci¨®n artesanal. Se pas¨® de tener un problema leve a uno grave en los ¨²ltimos a?os. El Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) fue el primer grupo guerrillero en utilizarlas. A partir de 1998 qued¨® clara su creciente utilizaci¨®n por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y desde hace tres a?os lo hacen los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Entre los a?os 2001 y 2002, las v¨ªctimas civiles aumentaron en un 159%. El tratamiento para los que quedan mutilados cuesta unos 5.000 d¨®lares. En el caso de los ni?os, la cifra es mayor, pues a medida que crecen, es necesario cambiar las pr¨®tesis.
Desde 1998 las fuerzas militares dejaron de utilizarlas y fabricarlas.
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