Perdidos en la masa
Resulta f¨¢cil perderse en la Merc¨¨. De hecho, el de haberse perdido era el aspecto que ofrec¨ªa el numeros¨ªsimo p¨²blico que abarrotaba las calles en torno a la catedral de Barcelona, se desparramaba luego hacia Las Ramblas, se introduc¨ªa por los callejones laterales o en la plaza Reial y acababa en el puerto oteando el horizonte. Un trayecto que en d¨ªas normales quiz¨¢ pueda recorrerse en 10 minutos, pero que la tarde del pasado domingo, ejerciendo de mir¨®n en los frecuentes corrillos del in o del off de la Merc¨¨, requer¨ªa aproximadamente cuatro horas. Miles de ciudadanos perdidos en la masa. Y a¨²n hubo ocasi¨®n para que pasaran los bomberos y la polic¨ªa, haciendo sonar desesperados su sirena, mientras los grupos del Merc¨¨dansa se abr¨ªan como el Mar Rojo al toque del bast¨®n de Mois¨¦s.
A las seis de la tarde, en la avenida de la Catedral, empezaba, en efecto, la Merc¨¨ a Banda. De all¨ª sal¨ªan las bandas musicales itinerantes que luego deb¨ªan recorrer las calles del barrio antiguo. All¨ª tuve ocasi¨®n de ver, procedente de Sevilla, la divertid¨ªsima Banda de la Mar¨ªa, una formaci¨®n musical de vientos con una marcha capaz de poner a bailar a las piedras. Toc¨® luego la Expressbrassband, de Baviera, disfrazados con uniforme militar y un camuflaje de florecillas silvestres, una banda, en definitiva, pacifista.
La m¨²sica de la Expressbrassband, sin embargo, se mezclaba con los aullidos y redobles de tambor de los diablos, en el otro extremo de la plaza, que hac¨ªan su reuni¨®n anual en Barcelona previa al correfoc. Ejerc¨ªa de presentador sat¨¢nico-infantil Pep Callau, un payaso insuperable en su directo con el p¨²blico, espl¨¦ndido en la improvisaci¨®n, especialmente cuando ante s¨ª tiene a chavales de entre cinco y diez a?os. Luego ya me perd¨ª hacia Las Ramblas, donde un tap¨®n humano lentificaba el fluir de los transe¨²ntes.
Vistoso grupo marroqu¨ª
El tap¨®n lo provocaban los grupos de Merc¨¨dansa Mediterr¨¤nia que sal¨ªan del Palau de la Virreina y se dirig¨ªan a la plaza Reial. Participaban diversos grupos tradicionales de Catalu?a, pero tambi¨¦n de Grecia e Israel, aunque el m¨¢s vistoso result¨® ser el grupo marroqu¨ª Rokba de Zagora. Vistoso por el canto y la danza, festiva y alegre, por los vestidos blancos y los turbantes, por el batir de palmas, pero, sobre todo, por el entusiasmo evidente de la amplia colonia marroqu¨ª que sigui¨® a la comitiva.
Camino del puerto, me detuve ante un soberbio malabarista an¨®nimo que hac¨ªa literalmente lo que se le antojaba con su di¨¢bolo. Un artista excepcional, pero fuera de programaci¨®n, que congreg¨® a su alrededor a un p¨²blico que no lo abandonaba anim¨¢ndolo con aplausos sostenidos cada vez que ejecutaba un ejercicio de gran dificultad. Al final del paseo, en el espacio reservado a los Artistes de Barret, continu¨® la t¨®nica de sesiones precedentes. Las actuaciones de Els Vells Amorosos, seguidas de Zirkus Frak y Looking Glass en la Rambla de Santa M¨°nica completamente colapsada no resultaron m¨¢s afortunadas que las de los grupos rese?ados anteriormente.
De regreso hacia la plaza de Catalunya a¨²n me desvi¨¦ hacia la plaza de Sant Agust¨ª, donde conclu¨ªa la Merc¨¨ a Banda en un desenfreno que mezclaba al p¨²blico y a los m¨²sicos en un baile m¨¢s propio de una noche de S¨¢bat diab¨®lico que de un domingo de fiesta mayor. Resultaba tan ca¨®tica la situaci¨®n que era imposible deducir qu¨¦ banda estaba en el centro de la masa. As¨ª que, antes de perderme para siempre en el infierno, opt¨¦ por retirarme.
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