Arenas, el PP y el Estatuto
Siempre que he tenido dudas ¨¦ticas las he resuelto acudiendo a la est¨¦tica. Esta, entre otras, es la raz¨®n por la que llevo cerca de quince a?os sin haber hablado jam¨¢s de lo mucho que me han pedido que contara sobre Javier Arenas, viejo, o m¨¢s bien, antiguo amigo. Tampoco lo har¨¦ ahora sino para reflexionar sobre una idea, la primera que recuerdo en este momento haberle o¨ªdo, en la que rechazaba un debate sobre la reforma del Estatuto de Autonom¨ªa andaluz por la est¨®lida raz¨®n de que no ha percibido en el pueblo andaluz una entusiasta aspiraci¨®n de cambiarlo.
Esta l¨ªnea de pensamiento, si se puede llamar as¨ª, responde a una estrategia inquietante de hacer pol¨ªtica a remolque de las demandas ciudadanas que suelen ser de car¨¢cter muy b¨¢sico y que coloca a los pol¨ªticos en la c¨®moda posici¨®n de actuar siempre a favor de la corriente en vez de trazar el camino, acertado o no, por el que la sociedad pueda avanzar hacia nuevas cotas de bienestar y de progreso.
Ser¨ªa suficiente para apoyar la reforma del Estatuto andaluz afirmar que cuando nos sentamos a redactar la ¨²ltima ponencia hac¨ªa cinco a?os de la muerte del dictador Franco, tres a?os de las primeras elecciones democr¨¢ticas y dos escasos de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n cuyo T¨ªtulo VIII era la apuesta m¨¢s arriesgada del nuevo sistema montado sobre la idea de la transici¨®n de la dictadura a la democracia utilizando mimbres del sistema anterior.
Bastar¨ªa recordar tambi¨¦n que hubimos de suspender temporalmente los trabajos de la Comisi¨®n Redactora como consecuencia de la grave crisis institucional provocada por la nunca explicada dimisi¨®n del presidente Adolfo Su¨¢rez sin olvidar que la Asamblea de Parlamentarios Andaluces aprob¨® en C¨®rdoba el proyecto de Estatuto de Autonom¨ªa de Andaluc¨ªa cinco d¨ªas despu¨¦s de la intentona golpista del 23-F.
Es sabido que ni en la Comisi¨®n Redactora del Estatuto, ni en la Junta Preauton¨®mica andaluza, ni en la Asamblea de Parlamentarios andaluces particip¨® nadie de Alianza Popular, partido del que trae causa el actual PP y en cuyas fuentes ideol¨®gicas ha bebido. Por lo mismo, nunca tuvieron la oportunidad, como tuvo la UCD, de rectificar an¨¢logo error hist¨®rico de oposici¨®n a la v¨ªa del Art¨ªculo 151, a la que se debe el ¨¦xito de nuestro proceso auton¨®mico.
Aunque s¨®lo fuera por un criterio de oportunidad, el primer interesado en participar en un debate sobre la reforma del Estatuto deber¨ªa ser el Partido Popular (PP), primero, por una raz¨®n de imagen que pondr¨ªa t¨¦rmino a un problema que puede ser uno de los causantes de sus resultados electorales anteriores: que los andaluces no no saben si el PP tiene alguna idea de Andaluc¨ªa que no sea la cr¨ªtica a sus actuales gobernantes. Pero en segundo lugar, la gran ventaja de participar en este proceso de reforma es que se asegurar¨ªan que en el nuevo texto que se alumbrara aparecer¨ªan sus aportaciones, que no existen en el texto actual, porque la complejidad del proceso de aprobaci¨®n exige un consenso en el que ellos son imprescindibles.
Que el Estatuto de Autonom¨ªa de Andaluc¨ªa no est¨¢ escrito en piedra es evidente. A las cautelas y limitaciones impuestas por la singularidad de la ¨¦poca en que se aprob¨® se a?aden los cambios profundos que se han producido, tanto en el sistema pol¨ªtico espa?ol y europeo como en la realidad socioecon¨®mica de Andaluc¨ªa.
No se trata solo de introducir mejoras t¨¦cnicas mal resueltas en el Estatuto y parcheadas por la legislaci¨®n ordinaria auton¨®mica: la disoluci¨®n anticipada del Parlamento, la elecci¨®n del Presidente, la administraci¨®n perif¨¦rica, etc¨¦tera. Se trata de utilizar al Estatuto de Autonom¨ªa de Andaluc¨ªa como una palanca para afrontar un nuevo proceso pol¨ªtico partiendo de un empuje nuevo y una visi¨®n moderna que proyecte hacia delante a la sociedad andaluza una vez alcanzados unos niveles b¨¢sicos de bienestar y de nivelaci¨®n con el resto de Espa?a inexistentes en el a?o 80.
Modificar el art¨ªculo 12 relativo a los objetivos de la Comunidad, entre los que hay algunos ya superados y ausencia de otros muy importantes, condicionar¨¢ sin duda las pol¨ªticas p¨²blicas futuras.
Un nuevo Estatuto tiene por fuerza que pronunciarse sobre la sociedad de la informaci¨®n y el conocimiento, tiene que consagrar principios sobre las pol¨ªticas de g¨¦nero y sus patolog¨ªas, como la violencia y la discriminaci¨®n laboral, tiene que formular conceptos sobre Andaluc¨ªa como tierra de acogida singularizando nuestra posici¨®n con relaci¨®n a la inmigraci¨®n; tiene que dotar de rango estatutario al Consejo Consultivo de Andaluc¨ªa o crear el Consejo del Audiovisual andaluz, garante del correcto desarrollo de los medios de comunicaci¨®n andaluces y, finalmente, (por no extenderme m¨¢s) tiene que dise?ar claramente el papel que le corresponde a Andaluc¨ªa jugar en el seno de la Uni¨®n Europea y probablemente reivindicar claramente nuestra posici¨®n de liderazgo en la cuenca mediterr¨¢nea y en la cooperaci¨®n con Latinoam¨¦rica.
En definitiva, en una sociedad viva como la andaluza, pol¨ªticamente estable y con una aceptaci¨®n y satisfacci¨®n generalizada con su autonom¨ªa, poner encima de la mesa la voluntad de debatir la reforma de su norma fundamental es, en s¨ª misma, liberadora de energ¨ªas. Oponerse a este debate es dejar al descubierto demasiadas debilidades y dar una inquietante sensaci¨®n de falta de reflejos y situarse en la orilla de los refractarios al cambio y al progreso.
Don Francisco Giner de los R¨ªos, en su l¨²cido ensayo sobre la crisis de los partidos liberales, dec¨ªa que "Nos consolamos neciamente o bien diciendo que son cosas cuya soluci¨®n es dif¨ªcil, (?oh sagacidad!) por lo que, sin duda, lo mejor es no estudiarlas y dejarlas todas como est¨¢n o que las vaya resolviendo el tiempo". Querido y viejo amigo, hay que estar a la altura de las circunstancias.
Carlos Rosado Cobi¨¢n fue miembro de la Comisi¨®n Redactora del Estatuto de Autonom¨ªa para Andaluc¨ªa.
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