Pedofilia y tabaquismo
Lo que hace casi insoportable la visi¨®n de Capturing the Friedmans, el impresionante documental del americano Andrew Jarecki presentado dentro de una nueva e interesante secci¨®n, Eventos Especiales de Zabaltegi, es el constatar hasta qu¨¦ punto la ley y el concepto mismo de justicia son vapuleados hasta la desnaturalizaci¨®n en cuanto aparece en los medios de comunicaci¨®n una acusaci¨®n de pederastia dirigida a un ciudadano. ?sa es la primera conclusi¨®n que nace de un filme, uno de los grandes hallazgos de la presente edici¨®n donostiarra, el primero de su director, que mientras preparaba un inocuo documental sobre payasos de los que se contratan para fiestas infantiles, dio con David Friedman, hijo de Arnold Friedman, a quien en 1987 una acusaci¨®n de pederastia y sodom¨ªa contra ni?os de 8 a 11 a?os hizo dar con sus huesos en la c¨¢rcel, donde permaneci¨® hasta su muerte.
Con la ayuda de una impresionante colecci¨®n de v¨ªdeos dom¨¦sticos, que de tan impactantes parecen reconstruidos a posteriori -los Friedman son inquietantemente exhibicionistas-, el neodirector se dedic¨® a hilvanar testimonios en presente, entre ellos la madre y dos de los hermanos, incluido el menor, Jesse, tambi¨¦n acusado junto a su padre, y que cumpli¨® 13 a?os de prisi¨®n, con esos demoledores home movies en los que se ve a una familia feliz, la t¨ªpica americana de clase media-alta, que vive en un suburbio de ensue?o, cuyo padre, licenciado en Columbia e ingeniero, manten¨ªa no obstante la siniestra cara oculta de su adicci¨®n a la pornograf¨ªa infantil... y, presumiblemente, tambi¨¦n a los tocamientos y sodom¨ªas por los que fue condenado.
Madeja judicial
Pero el hijo es otra cosa. Alrededor de Jesse, que ten¨ªa 18 a?os cuando fue detenido, se teji¨® una densa madeja judicial, que le llev¨® a confesarse autor de delitos que no cometi¨® porque resultaba evidente, en 1987 y hoy, que no podr¨ªa convencer jam¨¢s a un jurado entregado a la denuncia de los medios antes que al honesto esclarecimiento de la verdad. Y ante el asombrado espectador, desfila el imparable derrumbe de la familia, filmado en v¨ªdeo dom¨¦stico, con los hermanos, incluido el tercero, que se neg¨® a aparecer, que prefirieron entender antes las inclinaciones del padre que el repudio de la madre, asqueada de haber vivido 30 a?os con un hombre al que jam¨¢s conoci¨®, y no tuvieron empacho en exhibir, cual un nuevo El desencanto, sus miserias y reproches en directo; y el resultado es un documental que es a la justicia y la familia lo que Bowling for Columbine a la denuncia del armamentismo dom¨¦stico.
La parte menos terrible corri¨® ayer por cuenta de Nicotina, del mexicano Hugo Rodr¨ªguez, una desmadrada, desajustada pero a ratos tambi¨¦n hilarante peripecia criminal cuya acci¨®n ocurre en pocas horas, involucra a un mont¨®n de personajes, hace una expl¨ªcita reivindicaci¨®n del acto de fumar y acaba, entre tiros y carcajadas, como el rosario de la aurora. La a¨²pan un par de actores en vena, Diego Luna y Daniel Gim¨¦nez Cacho.
Babelia
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