La ley seca se extiende
Los iraqu¨ªes siempre han sabido guardar las formas. Que la ¨¦poca del calendario religioso no era propicia para servir alcohol en la comida, las teteras se llenaban de whisky y todo el mundo beb¨ªa t¨¦. Que en Nayaf, la ciudad santa del chi¨ªsmo, no estaba bien expender bebidas alcoh¨®licas, el bar se iba a 15 kil¨®metros y todos tan contentos. Ahora, la presi¨®n de los integristas ha cerrado ese bar y otros cinco establecimientos autorizados.
"La gente iba, se compraba sus cervezas y se las llevaba a casa", recuerda con nostalgia Abu Hasan, quien incluso tiene miedo de traerlas desde Bagdad por si se las pillan los milicianos chi¨ªs que, con o sin consentimiento de las autoridades, patrullan Nayaf. La situaci¨®n es muy parecida en el resto de las ciudades del sur de Irak, mayoritariamente chi¨ª.
La clausura de las bodegas es s¨®lo un ejemplo de la r¨¢pida toma de posici¨®n de los sectores religiosos m¨¢s estrictos. No est¨¢ claro si la mayor¨ªa de la poblaci¨®n comparte esta visi¨®n intolerante del islam. Dif¨ªcil preguntar. Pocos reconocen en p¨²blico que les gustara beber de vez en cuando. En cuanto a las familias cristianas que regentaban esos negocios, "se han vuelto a Bagdad, ante la presi¨®n de los integristas".
"En este pa¨ªs se beb¨ªa mucho en los a?os 70", rememora Abu Hasan, como si hablara de otro planeta. El proceso de purificaci¨®n de las costumbres se inici¨® a ra¨ªz de la guerra del Golfo. El r¨¦gimen de Sadam decidi¨® jugar la carta de la religi¨®n para apelar al sentido del sacrificio de sus ciudadanos ante los malos tiempos que trajo la aventura b¨¦lica del dictador en Kuwait. Se prohibi¨® el consumo p¨²blico de alcohol, aunque siguieron vendi¨¦ndose para su consumo en el hogar. Tras el derribo del r¨¦gimen, muchos esperaban que volviera a liberalizarse la bebida, pero las semillas del integrismo dieron fruto.
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