Tres cuentos morales
Uno. La primera vez que "entr¨¦" en el mundo teatral de Josep Pere Peyr¨® pens¨¦ en Pinter con unas gotas de Mamet. Han pasado diez a?os desde aquel primer encuentro y he vuelto a otra galer¨ªa para ver los mismos cuadros. ?Ha cambiado mi mirada o han cambiado los retratos? La nueva galer¨ªa es la sala Beckett, que, en una felic¨ªsima iniciativa, presenta -hasta el 5 de octubre- tres piezas de Peyr¨® bajo el l¨®gico nombre de Tr¨ªptico. Sigo viendo las huellas de Pinter (Landscape, Silence) en Una lluvia irlandesa, y de The Collection en Cuando los paisajes de Cartier-Bresson, y tambi¨¦n el Mamet de Sexual Perversity, pero otro nombre, otro padre y maestro me ha saltado esta vez a la cara con una contundencia sorprendente: el Rohmer de los Cuentos morales, lo que quiz¨¢ explicar¨ªa el ¨¦xito de Peyr¨® en Francia, donde ha sido profusamente traducido y estrenado. Y en Argentina, que es donde se gest¨® este espect¨¢culo completado por El encuentro, el primer segmento, cronol¨®gicamente hablando, de la trilog¨ªa. Peyr¨® siempre ha sido, mitad por voluntad mitad porque a la fuerza ahorcan, un outsider del teatro catal¨¢n: siempre se ha movido, con baj¨ªsimos presupuestos econ¨®micos, en el mundo de las salas alternativas, cuando en su teatro hay todo el talento, humor y malicia narrativa que, al parecer, se requieren para "acceder" a los espacios comerciales y/o institucionales, que casi viene a ser lo mismo. Harto de batallar con molinos aut¨¦nticos (o que trataran de hacerle comulgar con ruedas de ¨ªdem), Peyr¨® encontr¨® en Argentina el deseo de seguir haciendo teatro por encima de todas las dificultades y, sobre todo, a un grupo de c¨®mplices. As¨ª, este Tr¨ªptico gestado en la C¨®rdoba austral con el grupo Medida¡ÁMedida, se representa en castellano (o, si prefieren, en "argentino"), con cuatro espl¨¦ndidos int¨¦rpretes (Hern¨¢n Sevilla, Fanny Cittadini, Melina Passadore, Alejandro Orlando) y la direcci¨®n se reparte entre el propio Peyr¨® (Cuando los paisajes...), Jorge Alberto D¨ªaz (Una lluvia...) y Paula Miranda (El encuentro). Es una propuesta impecable, atractiv¨ªsima, que est¨¢ pidiendo a gritos una gira por Espa?a y una recalada en, por ejemplo, La Abad¨ªa o Ensayo 100 o La Cuarta Pared, sus "espacios naturales": sus programadores deber¨ªan correr a verla.
A prop¨®sito de Tr¨ªptico, de Josep Pere Peyr¨®, en la sala Beckett de Barcelona
Dos. Para Peyr¨®, el eje de Tr¨ªptico es "el fracaso de la palabra como forma de comunicaci¨®n". Me citar¨¦ a m¨ª mismo, porque es la mejor forma de que acuda a la cita. Hace a?os escrib¨ª: "El eje de las tres obras ser¨ªa una mirada decididamente pesimista sobre las relaciones entre hombres y mujeres, condenados a habitar en compartimentos estancos raramente coincidentes. En el universo de Josep Pere Peyr¨®, los hombres suelen ser criaturas hiperneurotizadas, pat¨¦ticamente obsesivas, dando vueltas y vueltas en torno a "sus" problemas como perros mordi¨¦ndose la cola: aparentes due?os del lenguaje, acaban siempre perdidos en laberintos rid¨ªculos, en la irrealidad abstracta de las grandes palabras. Las mujeres, por el contrario, propenden al juego ir¨®nico o al ensimismamiento como elementales formas de autodefensa, y est¨¢n siempre en otra parte: m¨¢s arriba o al otro lado del espejo, pero siempre lejos".
Volvamos al "nuevo referente": Rohmer. Una lluvia irlandesa, el m¨¢s breve (50 minutos) de estos tres "cuentos morales", que narra los sucesivos y desolados encuentros entre un intelectual monstruosamente narcisista y una dentelli¨¨re solitaria desde su primera cita hasta la tarde de su separaci¨®n, enfrenta el discurso del hombre, terror¨ªficamente due?o de la palabra, que crece y se enmara?a como una planta venenosa ("Qui trop parole se mesfait"), mientras escuchamos, en off, el mon¨®logo de la muchacha, que se repite cuatro veces, encabezado por una nueva, lac¨®nica y terrible informaci¨®n, ofreciendo, por contraste con su estatismo casi autista, nuevos perfiles de su dolor, de su irremediable lejan¨ªa: una peque?a obra maestra.
El tono de Cuando los paisajes de Cartier-Bresson se acerca al Rohmer m¨¢s ir¨®nico: un juego entre la verdad y la apariencia con la forma ligera pero letal del marivaudage. La premisa b¨¢sica de este segundo relato podr¨ªa resumirse as¨ª: "Un hombre sospecha que su novia y su mejor amigo han tenido una aventura, pero cuando uno de los dos lo admite, el otro lo niega, ?a quien creer?". La sombra de Pirandello es alargada, porque esa pregunta nos conduce a una duda mucho m¨¢s peligrosa: ?tiene, realmente, una novia y un amigo? O la tercera duda, puro Shakespeare: si tiene a ambos, ?no desear¨¢, secretamente, perderlos, para gozar mortific¨¢ndose? Muchas preguntas capitales, que brotan como un veloc¨ªsimo juego de pimp¨®n a tres, aunque los personajes nunca aparecen juntos, por lo que sus respectivas verdades no llegan, maliciosamente, a confrontarse.
El encuentro supone un radical cambio de tono y, aunque tambi¨¦n est¨¢ admirablemente interpretada y dirigida, con un tempo lento pero preciso, resulta, por comparaci¨®n, decepcionante, desde su mismo punto de partida: cuesta mucho creer que los dos protagonistas masculinos decidan revivir, en Nochebuena, una lejana visita de adolescencia a una casa de putas de un pueblo de la costa (muy en la l¨ªnea de La educaci¨®n sentimental)... en compa?¨ªa de la novia de uno de ellos. La clave de vac¨ªo y amargura roza el exceso y el clich¨¦, y el mejor apunte del relato -el amor perdido del personaje m¨¢s turbio, m¨¢s maldito: quiz¨¢, por qu¨¦ no, la "amiga invitada"- estalla justo al final, como un rel¨¢mpago cuya luz desear¨ªamos m¨¢s dilatada.
P. D. Uno de los grandes actores del elenco, Alejandro Orlando, hace "doblete" en la cartelera barcelonesa: con Pedro Paiva integra el d¨²o humor¨ªstico Los Modernos, que noche a noche llena el club de comedia de Teatreneu con Breve Desconcierto Breve, uno de los espect¨¢culos sorpresa de este verano, un verdadero festival de inteligencia y virtuosismo al servicio de la risa. Y, como Tr¨ªptico, otra cita ineludible.
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