"Trabajar en unas obras completas tiene cierto olor a cadaverina"
El escritor mexicano Sergio Pitol, de 70 a?os, fue viajero y diplom¨¢tico en Europa central, y tendr¨¢ la ocasi¨®n de saludar la pr¨®xima semana en Liber a autores de los pa¨ªses invitados que conoci¨® durante los a?os de la censura, las catacumbas y la perestroika. "Me sentir¨¦ como pez en el agua", dice. Traductor de autores como Ant¨®n Ch¨¦jov, Vlad¨ªmir Nabokov y Witold Gombrowicz, Pitol transmut¨® en literatura sus experiencias, trascendi¨¦ndolas, y quiere ser optimista sobre la condici¨®n humana: "Siempre hay algo que tiende a poner vallas a la barbarie, aunque son muy d¨¦biles todav¨ªa".
El trabajo de s¨ªntesis y actualizaci¨®n de las obras completas ha sido arduo, pero gratificante. Recibi¨® del Fondo de Cultura Econ¨®mica (FCE) la propuesta de compilarlas y acept¨®. Debi¨® posponer la terminaci¨®n de su ¨²ltimo libro El mago de Viena, como era llamado Sigmund Freud (1856-1939), el padre del psicoan¨¢lisis. Para entender a Pitol debe conocerse su vida, su aguda observaci¨®n social y la apuesta por la fuerza del conocimiento. Ni?o enfermizo, su escolaridad fue irregular. "Me salvaron la vida, desde los siete a los doce a?os, los libros, el aprendizaje de idiomas, y que me defendiera bien, digamos, en literaturas extra?as".
"?Un alma perdida? Posiblemente lo fui, pero perdida del reba?o"
A los doce a?os, ya hab¨ªa le¨ªdo Guerra y paz, de Le¨®n Tolst¨®i, y entr¨® en la adolescencia con una s¨®lida formaci¨®n literaria. El fecundo imaginario de ni?o quebradizo, muy cercano a su abuela, lo traslad¨® a Par¨ªs, Londres o a Siberia, y cuando recobr¨® la salud, hizo realidad aquellas enso?aciones: vendi¨® libros valiosos y pinturas, quem¨® las naves y viaj¨® much¨ªsimo. Aquellos viajes "tambi¨¦n me enriquecieron y me permitieron una libertad para crearme mis maestros, mis cl¨¢sicos y mis m¨¦todos". Los ancestros del veracruzano, nacido en Puebla por casualidad, son italianos, y en su primer contacto con Roma, hace m¨¢s de cuatro decenios, experiment¨® una gratificante conciliaci¨®n con la cultura italiana. "En M¨¦xico no lo sent¨ª", dice Pitol.
All¨ª conoci¨® a Mar¨ªa Zambrano, que le contrat¨® como mecan¨®grafo cuando el mexicano se encontraba sin blanca, y cuya cercan¨ªa "me quit¨® muchas telara?as". Roma hab¨ªa sido escala obligatoria de un periplo por Europa -Par¨ªs, Budapest, Varsovia o Mosc¨²- que ide¨® como un divertimento, con el prop¨®sito juvenil de conocer los santuarios de la cultura y el placer, y se prolong¨® 28 a?os. Su carrera diplom¨¢tica culmin¨® como embajador en Praga durante seis a?os. Desde hace doce, vive pl¨¢cidamente en Xalapa, la capital de Veracruz, cuya universidad heredar¨¢ su mayor tesoro: los 20.000 vol¨²menes de su biblioteca personal.
?Aciertan quienes le definen
socialista democr¨¢tico y agn¨®stico? "Pues s¨ª, pero ahora ya no me siento agn¨®stico; ahora me siento absolutamente ateo". Pol¨ªglota, curs¨® Derecho y Filosof¨ªa en Ciudad de M¨¦xico. Su trayectoria intelectual y su empe?o en la difusi¨®n de la cultura y el patrimonio art¨ªstico e hist¨®rico mexicano son de sobra conocidos. Sergio Pitol, que fundi¨® vida y literatura, reflexiona en su producci¨®n sobre s¨ª mismo, sobre sus peripecias, sobre su perro, sobre el arte, echa mano de las cr¨®nicas de actualidad y de los diarios, homenajea a sus autores favoritos, y combina singularmente estilos y herramientas.
El grueso de su obra, novela, cuento y ensayo, naci¨® en el extranjero y perdurar¨¢, en su versi¨®n definitiva, en seis o siete grandes vol¨²menes. Los dos primeros reunir¨¢n sus cinco novelas: El ta?ido de una flauta (1972), Juegos florales (1982) se recogen en el primer volumen; El desfile del amor (1984), Domar a la divina garza (1988) y La vida conyugal (1991) lo har¨¢n en el segundo. La compilaci¨®n "me ha tra¨ªdo muchos recuerdos importantes de donde las escrib¨ª, c¨®mo las escrib¨ª, en qu¨¦ lugares, en qu¨¦ circunstancias, qu¨¦ le¨ª entonces, qui¨¦nes eran mis amigos". Durante la racha de memorias gratas y curiosas, olvidadas muchas, ha reescrito algunas cosas y aclarado otras que permanec¨ªan encajonadas en el subsuelo. El cuidado por la forma ha sido una constante. Cada volumen contar¨¢ con un pr¨®logo largo. "He visto que lo escrito forma parte de una verdad que est¨¢ compuesta por la realidad y por la imaginaci¨®n, que est¨¢n situadas en momentos que he vivido o pensado o en lo que me ha gustado y detestado", se?ala. "Estar trabajando unas obras completas tiene un olor a cadaverina, una cosa necrof¨ªlica, pero bueno, ya est¨¢n los dos vol¨²menes primeros".
Primero escribi¨® cuentos, despu¨¦s pas¨® a la novela y a los ensayos, algunos sobre autores europeos desconocidos en el mundo de lengua espa?ola que interesaba dar a conocer. Figuran en su patrimonio intelectual No hay tal lugar (1967), Infierno de todos (1971), Los climas (1972), Asimetr¨ªa (1980), Nocturno de Bujara (1981), Cementerio de tordos (1982), Vals de Mefisto (1989), La casa de la tribu (1989) y El arte de la fuga (1996). En Xalapa, "probablemente no lo podr¨ªa haber hecho en ning¨²n otro sitio", encontr¨® otra veta, otros espacios singulares.
"Son los ¨²ltimos tres o cua-
tro libros, que mezclan los g¨¦neros, donde hay ensayos que terminan como relatos y relatos que terminan como ensayos, donde creo una comunidad de varios g¨¦neros. El mago de Viena, est¨¢ en ese estilo". El erudito Sergio Pitol, una de las figuras m¨¢s sobresalientes de la literatura latinoamericana, desconoce cu¨¢l pueda ser la reacci¨®n de los lectores ante sus obras completas. "Cuando uno publica un libro, nunca sabe qu¨¦ recepci¨®n va a tener. Crey¨® que el ¨²ltimo, El viaje, un viaje a Mosc¨² y a Georgia, en la ¨¦poca de la perestroika, iba a tener muy pocos lectores, porque el pasado cercano se diluye m¨¢s r¨¢pidamente que el remoto. "Y mire, en Espa?a, la edici¨®n se agot¨® en un mes, que nunca hab¨ªa sucedido con otros libros".
Sergio Pitol, profesor en la Facultad de Letras de la Universidad veracruzana, lamenta las horas robadas por la televisi¨®n a la lectura de los chavales, "aunque yo tambi¨¦n veo mucha televisi¨®n", e insta a la esperanza. "Soy bastante optimista, a pesar de haber vivido en una historia pesimista, pero uno ve que en los infiernos padecidos se crearon Plat¨®n, Arist¨®teles y Kant, y se escribieron las tragedias griegas".
?Algo que quiera hacer y todav¨ªa no ha podido? "Varias de mis novelas surgen de una semilla, de una larva informe, de las que finalmente sale la obra", responde. "Desde hace casi cuarenta a?os trabajo en una nueva novela. Avanzo, pero, por una u otra raz¨®n, no la he podido acabar. Se llama El triunfo de las mujeres". Se trata de una novela bufa sobre finales del siglo XIX. La ¨²ltima intentona fue en Sitges, el pasado a?o, durante una primavera formidable por espantosa: fr¨ªa y lluviosa. "Viv¨ªa en un apartotel y s¨®lo sal¨ªa a comprar el peri¨®dico en la acera de enfrente. Avanc¨¦ much¨ªsimo, pero cuando iba a continuarla, me propusieron las obras completas, y se volvi¨® de nuevo a retrasar".
Un cr¨ªtico literario dijo que Pitol era "un alma perdida". El autor se r¨ªe. "?Un alma perdida? Posiblemente lo fui, pero quiz¨¢ perdida del reba?o". El cotidiano ejercicio de la escritura y la lectura es el premio m¨¢s agradecido para este mexicano profusamente premiado, doctor honoris causa, consumado alquimista de lo universal y lo mexicano.
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