Una Justicia fuerte
La democracia no se entiende sin justicia y sin justicia no hay democracia real posible. Cuando en 1978 nos dotamos los espa?oles de nuestra Constituci¨®n, quisimos conformar un Estado moderno caracterizado por la divisi¨®n de poderes y, donde, por supuesto, el Poder Judicial ocupara uno de esos poderes con total independencia de los otros dos, el Ejecutivo y el Legislativo.
Estas profundas convicciones democr¨¢ticas son las que llevaron al Gobierno de la naci¨®n del PP a pensar en la necesidad de que las dos grandes formaciones pol¨ªticas firmasen un Pacto por la Justicia encaminado a garantizar el fortalecimiento del Poder Judicial.
El Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, si por algo se ha caracterizado, ha sido por el m¨¢ximo respeto a las instituciones y por la creencia de que el buen funcionamiento de la democracia pasa por que los asuntos de Estado sean salvaguardados de los intereses partidistas mediante una pol¨ªtica de pactos.
As¨ª, el Gobierno, con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar al frente, se puso manos a la obra y logr¨® alcanzar pactos de Estado tan importantes para los espa?oles como el Pacto de Toledo, el Pacto por la Justicia y el Pacto anti-ETA en el Pa¨ªs Vasco.
Para poder llevar a cabo una pol¨ªtica de pactos de Estado es necesario como m¨ªnimo dos, pero, lamentablemente, la cosa cambi¨® hace poco m¨¢s de un a?o.
As¨ª, el PSOE parec¨ªa cansado de hacer una pol¨ªtica de oposici¨®n responsable y decidi¨® tomar la calle abandonando el debate pol¨ªtico en el Parlamento creyendo que le era m¨¢s rentable situarse detr¨¢s de la pancarta.
Han sido meses de desprop¨®sitos en los que un Partido Socialista, liderado por un Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, ha emprendido una carrera radical que no se sabe muy bien hacia d¨®nde se dirige en la que se han propuesto tirar por la borda el activo que suponen los pactos de Estado.
El PSOE, en un primer momento, pens¨®, a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero no le sale bien esto de hacer oposici¨®n en el Congreso y se dijo, ?y si en vez de usar la palabra y proponer ideas desde el esca?o tomamos mejor la calle? Y dicho y hecho, eso hicieron y montaron una huelga general de car¨¢cter pol¨ªtico. Al parecer, tanto les gust¨® la idea que repitieron con lo del Prestige. A partir de ese momento, Zapatero lo ten¨ªa claro y les dijo a sus compa?eros: vosotros poned una pancarta que yo pongo a mi amigo Llamazares y mis ganas de tomar la calle.
El esfuerzo realizado por los socialistas les vali¨® de poco en las urnas el 25-M llevando a Zapatero a una profunda depresi¨®n, por lo que adopt¨® la firme decisi¨®n de que su partido deb¨ªa de radicalizar su estrategia para afrontar los numerosos compromisos electorales que nos esperan a los espa?oles y a los andaluces, con auton¨®micas por medio, en los pr¨®ximos meses. Pero lo preocupante de esa estrategia es que el PSOE ha decidido dejarse llevar a posiciones extremas y saltar por los aires los acuerdos de Estado logrados entre el PP y los socialistas.
De esta manera, el PSOE decide romper, sin un solo argumento cre¨ªble, el Pacto por la Justicia con el convencimiento de que, aunque puedan perjudicar con su actitud al sistema judicial espa?ol, y por extensi¨®n al andaluz, puede ser bueno para los intereses de su partido.
Pero al respecto hay que hacer una reflexi¨®n. El PSOE decide, tras la vuelta del per¨ªodo estival, iniciar su campa?a electoral y, para ello, precisa dar un golpe de efecto y escoge, nada m¨¢s y nada menos, que romper el Pacto por la Justicia pero, como no tiene argumentos reales, se inventa vaguedades carentes de credibilidad. Pero es que no queda ah¨ª la cosa. El PSOE, como se le escap¨® a Jes¨²s Caldera ante un indiscreto micr¨®fono, planea hacer a?icos el Pacto de Toledo. Adem¨¢s, aunque no formalmente, el PSOE tambi¨¦n ha roto el Pacto anti-ETA tras su actitud en ?lava.
Luego, las desagradables casualidades, con los ¨²ltimos acontecimientos producidos con los cr¨ªmenes de la Costa del Sol, han precipitado las cosas y han llevado a que el PSOE, en una actitud soez, haya buscado sacar beneficio pol¨ªtico en su intento de implicar al Gobierno en unos hechos muy lamentables para todos.
As¨ª, el portavoz socialista, Jes¨²s Caldera, decidi¨® en la sesi¨®n de control al Gobierno, vincular los desgraciados sucesos de M¨¢laga con la gesti¨®n pol¨ªtica del Ejecutivo y lo hizo recriminando al ministro de Justicia acerca de la precariedad de medios materiales y humanos de la Administraci¨®n de Justicia en Andaluc¨ªa. En buena l¨®gica, Jos¨¦ Mar¨ªa Michavila se limit¨® a contestarle que, precisamente, esos defectos de la Administraci¨®n de Justicia que le achacaba estaban transferidos a la Junta de Andaluc¨ªa desde el a?o 1997. Adem¨¢s, a?adi¨® que "el mejor camino es no tirarse los trastos a la cabeza, sino trabajar juntos para hacer una Justicia mejor", algo que prefieren ocultar los socialistas porque no tienen inter¨¦s real en que la Justicia mejore en Andaluc¨ªa. Ya se sabe, la pol¨ªtica de Chaves de cuanto peor mejor.
A partir de ah¨ª, lo que todos conocemos. Un espect¨¢culo lamentable en el Parlamento andaluz orquestado por Manuel Chaves con acusaciones al Gobierno de Madrid por, a entender de los socialistas, insultar a los andaluces. Y es que para el PSOE todo vale. Pancartas, romper pactos de Estado, confrontaci¨®n, utilizaci¨®n de dolor ajeno. Pero, se?ores socialistas, hay que recordarles que en democracia no todo vale y sin una Justicia fuerte no tendremos una democracia s¨®lida. Por ello, por una vez, sean responsables y busquen acuerdos en vez de destrozar lo que tanto cuesta construir y no olviden que los andaluces somos mucho m¨¢s que una pancarta, una rabieta o un cabreo de una formaci¨®n pol¨ªtica a la baja.
Carlos Rojas es portavoz de Justicia del Grupo Popular en el Parlamento de Andaluc¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.