La mano visible de Adam Smith
En estas mismas p¨¢ginas, en marzo, me permit¨ªa reclamar la atenci¨®n de los pol¨ªticos para la adopci¨®n en las Administraciones P¨²blicas de sistemas operativos (OS) inform¨¢ticos escritos en "c¨®digo abierto". Sosten¨ªa entonces, y ahora, que se trataba de una decisi¨®n de car¨¢cter pol¨ªtico y no t¨¦cnico. Para algunos gobiernos, sin embargo, esta decisi¨®n todav¨ªa debe ser resuelta por el mercado, a partir de los mejores productos ofrecidos por los suministradores en "libre competencia".
La doctrina de la "espont¨¢nea armon¨ªa de intereses" acu?ada por Adam Smith en 1776 sirve, una vez m¨¢s, para amparar decisiones desafortunadas. Dadas las capacidades del economista escoc¨¦s, es probable que, de vivir en 2003, la "mano invisible del mercado" ser¨ªa enunciada m¨¢s en concordancia con las tesis recientemente expuestas por Joaqu¨ªn Estefan¨ªa en este peri¨®dico (?Van a matar al capitalismo!). Tambi¨¦n ser¨ªa posible, incluso, que aunque en 1776 fallase en la predicci¨®n de la Revoluci¨®n Industrial, a comienzos del presente milenio intuyese el valor de Linux o Java como capital social de la llamada "econom¨ªa c¨ªvica".
Lo cierto es que 1776 tambi¨¦n fue el a?o de la Declaraci¨®n de la Independencia de EE UU, y cuando hablamos de "c¨®digo abierto" estamos significando libertad de elecci¨®n de, nada menos, la arquitectura de funcionamiento del software que corre por nuestros tel¨¦fonos m¨®viles, video-consolas, PDA's, ordenadores port¨¢tiles, PC's, servidores... y en los supercomputadores basados en clusters para simular explosiones nucleares. Dejar que un solo arquitecto controle el edificio de la informaci¨®n de una Administraci¨®n, o de un pa¨ªs, es tan irresponsable a largo plazo como rehusar las recomendaciones de Kioto. Es preciso una "desamortizaci¨®n" de la propiedad privada de los c¨®digos por los que se rigen los OS, y ese proceso se debe realizar buscando una alternativa solidaria y cooperativa que registre los desarrollos alcanzados en beneficio de la colectividad y no de unos accionistas societarios.
Este tr¨¢nsito desde el inquilinato informacional a la multipropiedad es el valor fundamental de los sistemas de "c¨®digo abierto". Obviamente, los ahorros en costes son notables en t¨¦rminos de licencias y mantenimiento, customizaci¨®n de programas b¨¢sicos, facilidad en la traslaci¨®n de instalaciones UNIX, reutilizaci¨®n y compartici¨®n de hardware existente, reducci¨®n de servidores basados en arquitecturas onerosas, soporte t¨¦cnico de las mayores empresas inform¨¢ticas del mundo, etc.
Todo ello debe ser contrastado siguiendo un proceso de migraci¨®n de menos a m¨¢s, que disponga de personal entrenado y certificado en sistemas de "c¨®digo abierto", que permita la selecci¨®n de la tecnolog¨ªa m¨¢s apropiada y desarrollar el trabajo estrat¨¦gico de actualizar, y testear, las aplicaciones existentes siguiendo criterios de relevancia para la organizaci¨®n. En paralelo, es conveniente identificar un socio tecnol¨®gico de probada experiencia en migraciones de organizaciones complejas y tratar de promover proyectos de colaboraci¨®n con otras AA PP. En suma, hay que ser rigurosos en el c¨¢lculo del TCO (Total Cost of Ownership).
El gobierno chino acaba de disponer que hasta 2010 los ministerios de la naci¨®n solo podr¨¢n incorporar software de fabricaci¨®n dom¨¦stica en las pr¨®ximas actualizaciones de los OS y de las herramientas de productividad. Se dice que con esta medida, que no implica abandonar desarrollos complementarios en "c¨®digo abierto", se protege a la industria nacional y se refuerzan las medidas de seguridad del Estado. Con independencia de las dudas de su compatibilidad con las reglas de la OMC, parece que no es conveniente sustituir una fortaleza de conocimiento estrat¨¦gico por una torre inexpugnable para 5.000 millones de seres humanos.
Una estrategia m¨¢s razonable es la seguida recientemente por la Comisi¨®n de situar al software de "c¨®digo abierto" como parte nuclear en sus esfuerzos para promover la interoperabilidad de los servicios de "gobierno electr¨®nico" entre los estados miembros. El Reino Unido estudia incrementar sus requerimientos de compra de suerte que sus proveedores desarrollen este tipo de software para el sector p¨²blico. Alemania y Francia han firmado acuerdos de promoci¨®n de esta tecnolog¨ªa en las Administraciones P¨²blicas y en los EE UU varios estados, entre ellos California, se encuentran incursos en desarrollos legislativos equivalentes.
En todos estos casos, la preservaci¨®n del mercado ha requerido actuaciones pol¨ªticas. No se trata, como recordaba Estefan¨ªa, de matar al capitalismo, sino de imponer correctivos. No es una cuesti¨®n de confiar o no en la propiedad intelectual, es m¨¢s bien una reivindicaci¨®n del sentido com¨²n y de la justicia social. Algunos parecen haber comprendido este hecho b¨¢sico, mientras otros se resisten a dise?ar cualquier tipo de estrategia abierta e intentan preservar un insoportable status quo mediante pr¨¢cticas comerciales injustificables o favoreciendo procesos judiciales sin fundamento legal. La historia nos dice, empero, que los alquimistas solo devinieron qu¨ªmicos cuando dejaron de guardar sus secretos bajo siete llaves.
Las compa?¨ªas tecnol¨®gicas deber¨¢n ofrecer necesariamente servicios y aplicaciones que corran en Linux, o hardware que lo incluya de manera "natural", en el bien entendido de que habr¨¢ una convergencia de las diferentes versiones de la tecnolog¨ªa. La complejidad de las bases de c¨®digo y de usuarios configura una "diversidad biol¨®gica" de tal naturaleza que convierte al ecosistema de Linux en la forma ¨®ptima de escribir software y de asegurar su compatibilidad con el modelo de managed & utility computing/web & web-based services. Ecosistemas parecidos existen en otros dominios estrat¨¦gicos de la informaci¨®n: la Java Community Process (JCP) para el lenguaje de programaci¨®n o de la Liberty Alliance para la identificaci¨®n de los usuarios en la red.
En paralelo, hemos asistido a la certificaci¨®n de esta tecnolog¨ªa por el foro m¨¢s reputado del mundo (Common Criteria Certificates) en la evaluaci¨®n de la seguridad y soporte de los sistemas utilizados por los principales gobiernos (EE UU, Alemania, Francia, Reino Unido, Espa?a, etc). Sin duda, Linux es tremendamente estable.
Pagar licencias cada tres o cuatro a?os por actualizaciones de los OS y de las aplicaciones de productividad de nuestros ordenadores que, adem¨¢s, generalmente no necesitamos y que son "propiedad intelectual" de un s¨®lo fabricante, puede ser socialmente tan grave, salvando las distancias, como el tabaquismo. Y los gobiernos deben combatir las adicciones estimuladas por los h¨¢bitos indeseables adquiridos por la ciudadan¨ªa. Linux se ha desarrollado en una docena de a?os: demasiado tiempo en una industria cuyos par¨¢metros de ¨¦xito son la velocidad, la capacidad, la seguridad, la estabilidad, la escalabilidad, el marketing, etc. Una eternidad en t¨¦rminos de posibilitar la construcci¨®n de barreras de entrada a la misma, de destruir a los competidores existentes buscando sustitutivos escasamente diferenciados, de persuadir a los clientes mediante pr¨¢cticas comerciales poco ¨¦ticas.
Adam Smith fue secuestrado durante unas horas a la edad de cuatro a?os; afortunadamente en el mundo del software, la libertad puede que tambi¨¦n se haya recobrado para siempre.
Jos¨¦ Emilio Cervera, economista, es ex Eurodiputado por el CDS. jecervera@mixmail.com
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