Una guerra sin alcohol
Parec¨ªa una verdad incontrovertible que el alcohol era una f¨¢brica de valientes. Los veteranos de la Guerra Civil y m¨¢s atr¨¢s los de las de ?frica hablaban del co?ac salta parapetos, suministrado a las unidades que deb¨ªan entrar en l¨ªnea de fuego. Pero se impone dejar constancia cuanto antes de que los antiguos estereotipos del militarote, avistados por quienes estuvieron en filas durante la prestaci¨®n del servicio obligatorio, se han modificado de manera sustancial. Una buena ocasi¨®n para verificarlo ha sido la visita del pasado fin de semana a nuestro contingente militar desplegado en Irak, con ocasi¨®n de un viaje rel¨¢mpago, por invitaci¨®n, acompa?ando al ministro de Defensa, Federico Trillo. Conviene, pues, dejar constancia de algunos cambios culturales de primer orden en el r¨¦gimen de vida de los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas.
Avancemos, adem¨¢s, que ¨¦sta de Irak es la primera guerra sin alcohol, sin tabaco, con aire acondicionado en algunas ¨¢reas de los acuartelamientos y con las mujeres incorporadas a los puestos de combate. ?Eran imaginables las transformaciones observadas estos d¨ªas en Diwaniyah o en Nayaf, donde carecen de bar de oficiales, de hogar del soldado, de sala de banderas o de calabozo para el cumplimiento de los arrestos? ?Qu¨¦ se hubiera escrito por los especialistas en los c¨¢nticos a la bizarr¨ªa tradicional a prop¨®sito del acertado aligeramiento ceremonial al que se ha procedido para eliminar al m¨¢ximo formaciones reiteradas para izar o arriar bandera, bandas de m¨²sica, toques de corneta y continua rendici¨®n de honores?
Es como si en la nueva doctrina se hubieran abandonado actitudes dogm¨¢ticas muy acendradas pero m¨¢s adecuadas para combatir la ociosidad propia de la vida de guarnici¨®n y se hubiera simplificado el protocolo militar, de modo que sin abdicar de su severa elegancia se le ha liberado de rutinas que acababan gravitando sin mayor utilidad siempre sobre los mismos. Pareciera que en aras de una nueva funcionalidad -en consonancia con la misi¨®n a cumplir y visto el proceder al respecto de los ej¨¦rcitos aliados junto a los cuales se opera, con los que se compite y de los cuales tambi¨¦n se aprende- se hubiera optado por descargar de tareas inertes a unos soldados ahora ya profesionales que se rigen por una mayor exigencia racional, que suman a?os de servicio, que tienen familia, hijos e incluso hipotecas a las que hacer frente.
A quienes como periodistas han seguido el programa vertiginoso del ministro de Defensa les quedar¨¢ la imagen indeleble del subdesarrollo de Irak unida al polvo del desierto, pero tambi¨¦n muy grabada la vivencia compartida de la austeridad castrense, con pernocta en literas dispuestas en camaretas de a diez, duchas, aseos y letrinas elementales en el exterior y arrullo nocturno de los ronquidos emitidos por algunas jerarqu¨ªas de los medios, ciertas plumas acreditadas y afamados contertulios que prefieren quedar en el anonimato. La visita fue un ba?o de inmersi¨®n de 24 horas a base de vuelos t¨¢cticos a baja altura en helic¨®pteros superpuma HU 21 con puertas abiertas y un tirador para cada una de las ametralladoras, traslados en convoyes militares y patrullas nocturnas por las calles y polvorines de Diwaniyah en los BMR de la Legi¨®n.
Han tenido una rara oportunidad de observar la vida militar sin l¨ªmites horarios, ni asuetos, en uniforme de campa?a, sin intersticios para el regreso a la civilidad y ruptura de la subordinaci¨®n jer¨¢rquica, ni para el trato con gentes fuera del c¨ªrculo castrense, sin soltar nunca las armas cortas o los fusiles de asalto y con las dotaciones de munici¨®n al completo. Adem¨¢s, para no desentonar y en prueba de respeto a la religi¨®n musulmana de los iraqu¨ªes se ha prohibido a los nuestros el alcohol con la misma severidad que lo hace el Cor¨¢n. A los fumadores s¨®lo se les deja el recurso a la intemperie, es decir, se les abandona a la inclemencia, y de la incorporaci¨®n de las mujeres a las unidades de combate cabe decir que ha producido efectos transformadores de aquella rancia camarader¨ªa tan centrada en el machismo m¨¢s primitivo. Las chicas reh¨²san privilegios y se han ganado en buena ley la estima en que se las tiene. Otra cosa es qu¨¦ contribuci¨®n real puedan hacer en Irak nuestras tropas. Continuar¨¢.
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