La agenda europea
Examinar conjuntamente las agendas espa?ola y europea en el comienzo de este curso pol¨ªtico que concluir¨¢ en elecciones a ambos niveles es un ejercicio recomendable. En efecto, no se trata de compartimentos estancos, sino de vasos comunicantes, con una intensa interrelaci¨®n. En este examen, tres son las prioridades: la cuesti¨®n constitucional, la pol¨ªtica econ¨®mica y financiera y la pol¨ªtica exterior y de seguridad. Para realizarlas es importante coordinar la acci¨®n en ambos escenarios.
En primer lugar, la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n Europea en el momento en que celebramos el XXV aniversario de la espa?ola, un logro que no pod¨ªamos imaginar ni los m¨¢s optimistas en 1978. La prioridad en este punto es conseguir que la Conferencia Intergubernamental (CIG) bajo presidencia italiana apruebe el texto y no proceda a destejer el punto del delicado compromiso alcanzado en la Convenci¨®n que en cierto modo inici¨® la CIG, ya que a ella se incorporaron los ministros de Asuntos Exteriores cuando los gobiernos vieron que la cosa iba en serio. Muy probablemente, la t¨¢ctica italiana ser¨¢ la de preguntar a los enmendantes cu¨¢ntos apoyos firmes tienen para sus pretensiones, cosa dif¨ªcil de garantizar en una negociaci¨®n entre 25. Lo que llama la atenci¨®n es la pasi¨®n enmendante del presidente del Gobierno espa?ol frente a su absoluta cerraz¨®n en relaci¨®n con la Constituci¨®n Espa?ola. Desde 1986, Espa?a ha participado en cuatro reformas constitucionales europeas -el Acta ?nica, los tratados de Maastricht, Amsterdam y Niza-, trabaj¨® activamente en la Convenci¨®n y ahora es parte de la Conferencia Intergubernamental. En las mismas se han producido innovaciones que no son de detalle, como la ciudadan¨ªa europea y la Carta de Derechos Fundamentales, la moneda ¨²nica, la cohesi¨®n econ¨®mica y social, am¨¦n de un reparto y redistribuci¨®n de competencias que afecta a la entra?a misma de los Estados miembros, con especial incidencia en los federales o auton¨®micos, como es el caso de Espa?a. De hecho, Europa ha originado la ¨²nica reforma de nuestra Constituci¨®n, la de la ciudadan¨ªa. En estas circunstancias, resulta parad¨®jico que se pueda debatir y reformar todo a nivel europeo y no haya posibilidad de tratar nada en casa, con temas tan cruciales como la configuraci¨®n del Senado en Espa?a. En donde la paradoja se transforma en sarcasmo es en la diferencia que existe entre unas cumbres europeas con periodicidad trimestral frente a la incomunicaci¨®n total en Espa?a, en donde no hay un debate auton¨®mico en el Senado desde 1997. Para m¨¢s inri, resulta que la Corona de Arag¨®n, que nos ense?aban en la escuela como una de las partes fundamentales de la creaci¨®n del Estado espa?ol -tanto monta...-, se ha convertido en una organizaci¨®n subversiva que hay que combatir. El simple ejercicio de examinar conjuntamente el n¨²mero de competencias que pasan a codecisi¨®n en el proceso legislativo europeo merecer¨ªa no s¨®lo un pleno del Senado, sino un tratamiento monogr¨¢fico a fondo.
El segundo gran desaf¨ªo es el econ¨®mico. La Uni¨®n Europea ha conseguido asentar una moneda ¨²nica, pero no logra lanzar una pol¨ªtica econ¨®mica com¨²n (uno de los puntos m¨¢s d¨¦biles del proyecto de Constituci¨®n). El Pacto de Estabilidad y Crecimiento fue acordado antes de que existiera el euro y la estrategia de Lisboa, por lo que lo menos que hay que hacer es actualizarlo. Pero esta operaci¨®n se tiene que hacer con una voluntad pol¨ªtica compartida respetando lo pactado mientras est¨¦ en vigor y no trat¨¢ndolo con desprecio. Sin pretender llegar a la pol¨ªtica primorriverista de oferta de Bush, un poco de keynesianismo templado no le vendr¨ªa mal a la Uni¨®n Europea. El debate creciente sobre un plan de grandes redes transeuropeas, resucitando el Plan Delors, es una v¨ªa a seguir, completada con la propuesta franco-alemana de inversiones en investigaci¨®n y nuevas tecnolog¨ªas. No otra cosa se propon¨ªa en Lisboa. Cuesti¨®n que en Espa?a, que sigue a la cola de creaci¨®n de empleo y tasa de ocupaci¨®n de la poblaci¨®n, con una inquietante p¨¦rdida de productividad, deber¨ªa preocupar m¨¢s. Para concretar estas prioridades es fundamental el proceso de revisi¨®n y renegociaci¨®n de las perspectivas financieras para el periodo 2006-2013 que se inicia este oto?o. Despu¨¦s de haber negociado al inicio de nuesta incorporaci¨®n un esfuezo de solidaridad que fue nuestro Plan Marshall tendr¨ªamos que contestar a la pregunta de c¨®mo entendemos plantear nuestra ubicaci¨®n en la Uni¨®n ampliada.
En la pol¨ªtica exterior y de seguridad, la prioridad absoluta es recomponer la unidad rota con motivo de la guerra de Irak. No basta con denunciar el aventurismo y la falta de capacidad del tr¨ªo de las Azores, o alegrarse de su fracaso. En Oriente Medio es mucho lo que est¨¢ en juego para el futuro de la Humanidad, no se trata s¨®lo de petr¨®leo, sino de conseguir el encuentro de las culturas frente al choque de civilizaciones. La base es volver a la primac¨ªa de la ONU, cuyo principal contribuyente somos, y cambiar la l¨®gica de conquista y explotaci¨®n colonial por la de apoyo a la soberan¨ªa del pueblo iraqu¨ª. La reconsideraci¨®n en curso de la Administraci¨®n de Bush en el momento de la celebraci¨®n de la Asamblea General de la ONU es una ocasi¨®n ¨²nica para que la cadena de legitimidad y de mando vuelva a ¨¦sta. Es de temer que con su tozudez el Gobierno espa?ol sea el ¨²ltimo en darse cuenta del cambio. Entretanto, la UE debe perseverar en el compromiso del Cuarteto en el conflicto israelopalestino en el que no haya salida sin presi¨®n internacional sostenida.
La dimensi¨®n europea va a estar, pues, muy presente en la carrera electoral -auton¨®micas, generales y europeas- que se inicia. De cara a la primera cita madrile?a, la negativa del grupo del PP de que ondee la bandera europea en la Casa de la Villa es un dato significativo de su talante carpetovet¨®nico. En cualquier caso, los debates espa?ol y europeo est¨¢n estrechamente entreverados y una cuesti¨®n fundamental a debatir es saber si queremos volver a la l¨ªnea de un compromiso activo en la construcci¨®n europea para consolidarla como una protagonista de primer orden o consideramos que nuestro futuro es el jugar el papel de un aliado subsidiario y perif¨¦rico de la que se afirma "¨²nica gran potencia". Nuestros conciudadanos merecen que se presenten y defiendan las opciones sobre estas grandes cuestiones con claridad y coraje. La democracia no es aceptaci¨®n resignada, sino la armon¨ªa disonante que produce la confrontaci¨®n de ideas y de programas.
Enrique Bar¨®n Crespo es presidente del Grupo del Partido Socialista Europeo en el Parlamento Europeo.
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