M¨¢s sobre la 'Red Com¨¨te'
El domingo d¨ªa 14 pude leer la informaci¨®n sobre los actos celebrados en recuerdo de la labor realizada por los componentes de la organizaci¨®n Red Com¨¦te, que durante la segunda guerra mundial pon¨ªan a salvo a aviadores aliados que hab¨ªan sido derribados en campo enemigo. La informaci¨®n quedaba cerrada al llegar los evadidos a los t¨¦rminos de Ir¨²n y Renter¨ªa, presuponiendo que los aviadores hab¨ªan llegado a un pa¨ªs libre y seguro. Sin embargo, el paso de la Pen¨ªnsula era mucho m¨¢s complicado, arriesgado y dif¨ªcil.
Hay que tener en cuenta que todos los que atravesaban la frontera, (desde Ir¨²n a La Junquera) y eran localizados por las autoridades espa?olas, (Guardia Civil, Ej¨¦rcito, polic¨ªas, etc.) eran confinados, principalmente en los campos de concentraci¨®n entonces existentes y en especial el de Miranda de Ebro. Salir de ellos depend¨ªa mucho de las gestiones de los diplom¨¢ticos y la Cruz Roja y sobre todo de la presi¨®n que los alemanes ejerc¨ªan sobre el Gobierno de Franco. Esta presi¨®n no cedi¨® hasta la vuelta total de la Divisi¨®n Azul. Para evitarlo, exist¨ªa una organizaci¨®n en Espa?a (me imagino que relacionada con la Com¨¨te, aunque desconozco el nombre), a la cual pertenec¨ªa mi padre y que efectuaba la siguiente labor con los pilotos y otros evadidos -llegaron tambi¨¦n paracaidistas de unidades especiales y algunos escapados de campos de prisioneros-.
Despu¨¦s de cruzar la frontera y situarlos en San Sebasti¨¢n, los apoyos de la red les acompa?aban a la estaci¨®n de Amara, donde estaban esperando el tren dos contactos (algunas veces s¨®lo uno), con las contrase?as concretas que coincid¨ªan con la que el fugitivo tra¨ªa. Se colocaban los primeros en la taquilla y el segundo inmediatamente detr¨¢s. Los primeros ped¨ªan en un volumen suficientemente alto: "Billete para Bilbao". El evadido hacia la misma petici¨®n. Sub¨ªan al tren cada uno por su lado y entraban en el mismo departamento (o coche cuando era com¨²n). La relaci¨®n entre ellos era de normalidad y se saludaban al sentarse uno frente a los otros como era costumbre entonces. Arrancaba el tren y se hac¨ªa el recorrido hasta Bilbao. Una vez en la estaci¨®n de Atxuri, los dos contactos, seguidos a prudente distancia por el fugitivo, se trasladaban a la estaci¨®n de Santander. Aqu¨ª entraba en acci¨®n el siguiente contacto. Cuando era mi padre, la contrase?a consist¨ªa en la cartera negra de viajante que siempre llevaba y que ten¨ªa el t¨ªpico tarjetero identificable con su nombre bien visible. Al llegar los evadidos, los que estaban esperando repet¨ªan los pasos de los guipuzcoanos, acerc¨¢ndose a la taquilla y pidiendo billetes para Le¨®n.
El recorrido entre Bilbao y Le¨®n era largo y el tortuoso trazado hac¨ªa que pareciese interminable. Se aprovechaba para que el fugitivo comiese sin levantar sospechas. Pasadas unas cuantas estaciones, y siguiendo la iniciativa de otros viajeros que, como era muy normal en la ¨¦poca, acostumbraban a comer un bocadillo, mi padre abr¨ªa la cartera y sacaba un hermoso bocadillo que ofrec¨ªa a su compa?ero y amigo y al forastero, al que no hay que decir se le daba el mayor trozo.
Tras una parada m¨¢s prolongada en Mataporquera, se llegaba a Le¨®n despu¨¦s de un d¨ªa completo en un tren de madera enormemente incomodo. El siguiente paso era desplazarse de la estaci¨®n del tren de Bilbao-Le¨®n (actualmente FEVE) hasta la de Renfe, donde esperaban sentados los contactos de relevo, que efectuaban el mismo protocolo que los anteriores. En este caso ped¨ªan billete para Fuentes de O?oro, en la frontera de Portugal, por donde entraban en el pa¨ªs vecino, que era tambi¨¦n neutral pero con la diferencia de que, por su car¨¢cter de aliado natural de Inglaterra, el traslado de los fugitivos a este pa¨ªs era inmediato y sin problema alguno.
Esta labor no se ha divulgado apenas, y mucho menos de la forma que a m¨ª, como hijo de uno de los protagonistas, me hubiese agradado, no obstante haberse reflejado en alg¨²n art¨ªculo de revista de Historia; y si mal no recuerdo, en una antigua pel¨ªcula se tocaba tambi¨¦n el tema. Estas l¨ªneas s¨®lo han querido reflejar los hechos protagonizados por un grupo de espa?oles (las siglas de la organizaci¨®n es lo de menos), bastante m¨¢s numeroso de lo que se pueda pensar -como el grupo vasco hab¨ªa varios que arrancaban de los diferentes pasos por todo el Pirineo-, y que comenz¨® a funcionar desde el comienzo de la ocupaci¨®n alemana de Francia, a mediados del 1940. Primero con los oficiales franceses prisioneros de los nazis que consegu¨ªan llegar a nuestras fronteras y despu¨¦s con los aviadores aliados que citados en el reportaje.
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