El Plan
A lo largo de la historia de los proyectos colectivos se han dado multitud de abortos. ("No s¨¦ si ser¨¢ ni?o o ni?a, pero hemos roto aguas, habr¨¢ criatura", dicen que dijo Xabier Arzalluz en el Alderdi Eguna). Incluso, se han engendrado seres malformados o abiertamente perversos. No les pondr¨¦ ejemplos que, como saben, pueden ir, por exceso, de Espartaco y Charles S. Parnell a Oliver Cromwell y al almirante Nikolaus von Horthy. (Bordeo el fuste de la historia por nos ser excesivamente evidente).
Llevamos a?os mareando la perdiz. Desde su investidura en 1998 y tras la definitiva proclamaci¨®n ante el Parlamento vasco (27 de septiembre de 2002) de su prop¨®sito de elaborar una normativa articulada de "estatus de libre asociaci¨®n con el Estado espa?ol", Juan Jos¨¦ Ibarretxe, actual lehendakari, ha hecho que toda la pol¨ªtica vasca gire en torno a una fantas¨ªa y una simulaci¨®n a la que llam¨® "Nuevo Pacto Pol¨ªtico para la Convivencia". La fantas¨ªa resulta evidente, y la simulaci¨®n consist¨ªa en hablar en nombre de "los vascos" (mientras reduce al silencio a la mitad de ellos) y pretender que ¨¦l y su plan traer¨ªan "la paz".
Vencida pol¨ªticamente gracias a una progresiva p¨¦rdida de popularidad -especialmente desde el 97 y el asesinato de Miguel ?ngel Blanco- y a diversas medidas legales, incluida la ilegalizaci¨®n de Batasuna y derivados (aunque, en su af¨¢n justiciero, la judicatura se llevara por delante a Egunkaria, por ejemplo, en un acto de soberbia judicial y perversa confusi¨®n de poderes), ETA parece tener serias dificultades log¨ªsticas para seguir con su actividad criminal. (Sin descartar muertos mientras esto dure). No habiendo tomado nota de ello ni aparentar percibirlo, el lehendakari Ibarretxe, erre-que-erre, sigue adelante con su Plan, quiz¨¢ con la intenci¨®n de capitalizar el fin de ETA. ?Tiene sentido ese Plan? Ninguno, lo sostengo.
La Uni¨®n Europea avanza por la v¨ªa de cierta confederaci¨®n de Estados (si hay suerte) y por una pol¨ªtica exterior com¨²n (tambi¨¦n, con mucha suerte). Los peque?os desgarros internos, ni los contempla (o los abortar¨¢ si van contra sus proyectos). Si Euskadi quiere m¨¢s competencias de Espa?a, que lo proclame. Pero sin romper, por favor, el marco constituyente ya existente.
En resumen, es viable un Estatuto de Gernika llevado al l¨ªmite. Eso es factible e incluso recomendable. Otra cosa, no. Lo otro, el Plan por ejemplo, son fuegos de artificio. Mientras tanto, nos pasan desapercibidas cuestiones de infraestructura y comunicaciones, de inversi¨®n extranjera -?en qu¨¦ mu?eca lleva su reloj el se?or Arzalluz? ?en la de Amorebieta?-, de apuesta por la investigaci¨®n -pobre Universidad del Pa¨ªs Vasco-, de pol¨ªticas sociales o de vivienda, de lucha contra el paro en ciertas zonas como la Margen Izquierda, de actuaci¨®n en el mundo de la juventud, de pol¨ªticas de proyecci¨®n internacional -?c¨®mo se las apa?a Josu Jon Imaz estos d¨ªas en Hungr¨ªa?, ?vende o trata de no ser enga?ado?; conf¨ªo que sea lo primero-, y de pol¨ªticas concretas sobre la Ley Municipal o la gesti¨®n de las haciendas p¨²blicas.
En la sesi¨®n del 26 de septiembre en el Parlamento vasco se reprodujeron esas intenciones sobre El Plan, y se dio un calendario (poco meditado; la posible consulta coincide con las elecciones auton¨®micas, como ha se?alado ya IU).
Tras despilfarrar dinero en asesores para su Plan (muy vasco) de la izquierda y la derecha espa?ola (dar¨ªa nombres); tras renunciar a escuchar a los propios si no son complacientes (y que me perdone alguno), uno s¨®lo espera que Ibarretxe pierda las pr¨®ximas elecciones para que el PNV reciba un ba?o de humildad y se enderece la vida p¨²blica de este pa¨ªs. Salud democr¨¢tica en la alternancia y salud ¨¦tica, por descontado. Claro que para ello habremos de contar con la oposici¨®n. Pero ¨¦se es otro tema.
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