"Un proyecto genoma en manos privadas habr¨ªa sido un desastre para la humanidad"
John Sulston (Reino Unido, 1942) es hijo de un pastor anglicano y de una profesora de ingl¨¦s, y parece haber heredado el aspecto de su padre y el acento de su madre. Se interes¨® por la electr¨®nica en la infancia, pero deriv¨® hacia la biolog¨ªa al darse cuenta de que "los seres vivos tambi¨¦n eran mecanismos". Tras casi 30 a?os dedicado al min¨²sculo gusano Caenorhabditis elegans -podr¨ªa dibujar de memoria el linaje exacto de sus 959 c¨¦lulas-, Sulston fue uno de los primeros cient¨ªficos del mundo que crey¨® posible describir el genoma completo de ese animal. Y de cualquier otro. Entre 1993 y 2000, como director del Centro Sanger de Cambidge (Reino Unido), fue uno de los principales responsables cient¨ªficos del Proyecto Genoma Humano p¨²blico, y un firme opositor a su competidor privado, la compa?¨ªa Celera dirigida por el investigador y empresario norteamericano Craig Venter.
Los ratones y los humanos somos gen¨¦ticamente casi lo mismo
La globalizaci¨®n de la codicia ha superado con mucho la de la democracia y la justicia
Presentamos el genoma p¨²blico para impedir que Venter lo registrara como su propiedad
El premio Nobel de Medicina le lleg¨® el a?o pasado por otra v¨ªa -los mecanismos gen¨¦ticos del suicidio celular, otra contribuci¨®n del gusano a la biolog¨ªa humana-, pero las preocupaciones de Sulston tienen cada vez m¨¢s de ¨¦tica y menos de gen¨¦tica. Acaba de publicar junto a la escritora Georgina Ferry el libro El hilo com¨²n de la humanidad (Siglo XXI), y ayer pronunci¨® en la Universidad de Navarra la V lecci¨®n conmemorativa Eduardo Ortiz de Land¨¢zuri.
Pregunta. ?Qu¨¦ hubiera pasado de no existir la empresa Celera?
Respuesta. No mucho. Al menos por lo que respecta a la parte brit¨¢nica del proyecto, ya ten¨ªamos financiaci¨®n para hacer una sexta parte del genoma humano mucho antes de que Craig Venter fundara Celera, en 1998. Nuestra fecha prevista para acabar era 2002, y lo hubi¨¦ramos conseguido de todos modos, y lo mismo hubiera pasado con la parte de Estados Unidos y los otros miembros del consorcio. El genoma humano estar¨ªa finalizado con o sin Celera. Se ha dicho que Venter aceler¨® la conclusi¨®n del proyecto p¨²blico, pero eso no es exacto. Lo ¨²nico que se aceler¨® fue la presentaci¨®n r¨¢pida de unos datos de baja calidad. Y tambi¨¦n el ruido de los medios sobre qui¨¦n ganar¨ªa la carrera. En realidad, todo eso nos distrajo del objetivo real, que era producir una buena secuencia y hacerla p¨²blica para todo el mundo.
P. ?Y qu¨¦ hubiera pasado si no hubiera existido m¨¢s que Celera?
R. Mala cosa. Un proyecto genoma en manos exclusivamente privadas hubiera sido un desastre para la humanidad, al menos durante un tiempo. La primera raz¨®n es que, si esa informaci¨®n b¨¢sica tan importante hubiera estado s¨®lo en una base de datos privada, s¨®lo hubieran podido acceder a ella los que ten¨ªan suficiente dinero, es decir, los norteamericanos y los pa¨ªses europeos mejor financiados. Pero hay una segunda raz¨®n que hubiera afectado por igual a los investigadores ricos y pobres. Si tienes una base privada, tienes que hacer contratos individuales con cada cliente, y el cliente se compromete por escrito a no comunicar los datos a nadie m¨¢s. Esto puede funcionar bien en algunas ¨¢reas, pero los datos gen¨®micos son tan b¨¢sicos y complejos que los investigadores que hubieran firmado con Celera no hubieran podido publicar ning¨²n resultado de su trabajo, puesto que el art¨ªculo ser¨ªa inaceptable sin los datos protegidos por el contrato. Esto hubiera obstruido enormemente la investigaci¨®n.
P. ?Son buenos los datos de Celera?
R. No eran muy diferentes de los p¨²blicos en el momento de la presentaci¨®n del borrador con Clinton y Blair, en el a?o 2000, entre otras cosas porque Celera hab¨ªa usado todos nuestros datos.
P. Venter dice que los us¨® porque eran p¨²blicos.
R. Por supuesto, estaba en su perfecto derecho. Pero lo cierto es que nosotros presentamos ese mismo borrador s¨®lo para eliminar la posibilidad de que ¨¦l lo registrara como su propiedad intelectual. Celera se qued¨® ah¨ª, y nosotros seguimos con el plan previsto hasta completar una secuencia casi perfecta, que ahora es el ¨²nico est¨¢ndar admitido del genoma humano. Es el proyecto p¨²blico el que ha logrado el producto final.
P. Ahora que usted es parte de la historia de la gen¨®mica, ?qu¨¦ papel le concede a Venter en ella?
R. Lo m¨¢s valioso que ha hecho, en mi opini¨®n, es secuenciar muchos genomas microbianos peque?os junto a su mujer, Claire Fraser. Nosotros hemos colaborado con ¨¦l en algunos de esos proyectos, como el genoma del par¨¢sito de la malaria. Venter es un investigador inteligente y concienzudo.
P. Disc¨²lpeme la pregunta, pero ?cu¨¢ntos genes tenemos?
R. ?No lo sabemos! ?sta es una de las razones por las que es tan importante que los datos sean p¨²blicos: que no los entendemos, y necesitamos a todo el mundo para aclararlos. Hay al menos 20.000 genes, y mi apuesta es 30.000, pero algunos bioinform¨¢ticos creen que el n¨²mero real acabar¨¢ estando entre esos dos.
P. ?Importa mucho el n¨²mero exacto de genes?
R. No. Lo importante es entender c¨®mo funcionan. El gusano tiene 19.000 genes, casi tantos como nosotros. Parece extraordinario que algo tan grande e importante como una persona tenga s¨®lo unos cuantos genes m¨¢s que un gusano, pero as¨ª es como funciona la biolog¨ªa. La diferencia entre los gusanos y nosotros, los vertebrados, es que nosotros tenemos una proporci¨®n m¨¢s alta de genes de control: casi la mitad de nuestros genes se dedican a regular a otros genes, a orquestar el desarrollo de los tejidos, comunicar unas c¨¦lulas con otras, etc¨¦tera. En el gusano, esos genes de control no pasan de un 10%. Todos los animales estamos hechos con los mismos ladrillos. La diferencia entre un gusano y un humano no son los ladrillos, sino los planos arquitect¨®nicos.
P. Acerc¨¢ndonos m¨¢s a casa, ?qu¨¦ distingue a una persona de un rat¨®n?
R. Lo m¨¢s interesante es lo mucho que nos parecemos. Los ratones y los humanos somos casi lo mismo. Tenemos casi los mismos genes, y dispuestos casi en el mismo orden a lo largo de grandes trechos de los cromosomas. La diferencia tiene que estar, fundamentalmente, en la forma en que los mismos genes se encienden y se apagan. Y necesitamos entender los peque?os segmentos de ADN que regulan ese encendido y apagado para saber qu¨¦ nos distingue de un rat¨®n. Llegaremos a saberlo, desde luego, aunque tal vez hagan falta 30.000 investigadores, uno por cada gen.
P. A usted no le gusta que le llamen ex hippy...
R. No es que no me guste, es que no corresponde a la realidad.
P. ...pero s¨ª se le aprecia cierta nostalgia de los a?os sesenta, ?no es cierto?
R. Bueno, soy de los que piensan que, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, hemos puesto demasiado ¨¦nfasis en lo privado, en la ambici¨®n personal de hacer dinero, a expensas del bien p¨²blico. Necesitamos un equilibrio entre esas dos fuerzas sociales, pero desde los sesenta la balanza se ha inclinado demasiado hacia el sector privado: los impuestos a las empresas se han reducido dr¨¢sticamente, y la gente es estimulada desde muy joven a ganar todo el dinero posible. Poca gente les dice a los j¨®venes que tambi¨¦n es bueno trabajar por el bien com¨²n. Es posible que las sociedades europeas logren mantener un equilibrio, pero las cosas pintan mucho peor mundialmente. La globalizaci¨®n de la codicia ha superado con mucho a la de la democracia y la justicia. Nuestro comportamiento internacional es muy primitivo, y ¨¦sa es la raz¨®n de las grandes disparidades de riqueza y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, del miedo y la inseguridad en que vivimos.
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