El granero de la emigraci¨®n marroqu¨ª
Aqu¨ª no hay trabajo. Quiero encontrar trabajo, y para eso tengo que marcharme fuera de Marruecos", afirma con voz suave Atika Bujari. A sus 15 a?os, Atika comparte el sue?o de muchos j¨®venes marroqu¨ªes, pero tendr¨ªa motivos para no hacerlo. Hace 23 meses, su hermano mayor, Hicham, desapareci¨® junto con una prima y otros 17 pasajeros. Todos navegaban en una patera rumbo a Canarias.
Aquel naufragio tuvo consecuencias desastrosas para Atika y el pueblo de Assara, en la provincia de Beni Mellal, de donde eran originarios casi todos los emigrantes clandestinos de la embarcaci¨®n. El hermano Hicham, de 22 a?os, que hab¨ªa encontrado trabajo en el sur de Marruecos, era el sustento de toda la familia. Atika se vio obligada a dejar de ir al colegio p¨²blico. "Ya no pod¨ªa pagar el material escolar", cuenta. Los libros de texto cuestan unos 42 euros al a?o.
El Ayuntamiento de Berkan herman¨® su ciudad con la francesa de Bondy, pero 12 concejales no regresaron a Marruecos cuando les expir¨® el visado
El 38% de los marroqu¨ªes que llegan ilegalmente a Espa?a son originarios de Beni Mellal, pero la gran mayor¨ªa desea instalarse en el norte de Italia
"Aqu¨ª los j¨®venes se mueren a fuego lento". "Es un suicidio al ralent¨ª", afirma Kebir, un jubilado endeudado por ayudar a un hijo a emigrar a Italia
La renta 'per c¨¢pita' de Espa?a, que cuadruplicaba en 1970 a la de Marruecos, ahora casi la multiplica por 13, y la tendencia es a ahondar el escal¨®n
Sentada en el suelo, encima de una esterilla, de su casucha sin muebles, Atika no titubea al explicar por qu¨¦ lo sucedido a su hermano no la disuade de lanzarse, a su vez, a la aventura. "Quiero hacerme cargo de la familia", compuesta por seis hermanos, asegura. A su lado, su madre, Fatna, asiente. Recuerda que tiene una hermana que vive en Espa?a desde hace a?os y "le va bien". Recuerda tambi¨¦n emocionada la ¨²ltima llamada que le hizo su hijo Hicham cuando ya estaba a punto de llegar a los alrededores de El Aai¨²n, donde embarc¨®.
La llegada de un forastero a Assara, un pueblo polvoriento aplastado por el sol a finales de septiembre, atrae a ni?os y adultos hasta el chamizo de los Bujari. Cada uno tiene alguna historia tr¨¢gica que contar en ese pueblo golpeado por el drama de la emigraci¨®n. Mohamed Bujari, un primo, trae una fotograf¨ªa de su hermano Said, tambi¨¦n desaparecido en esa traves¨ªa hacia Canarias, "para que hable de ¨¦l en el peri¨®dico a ver si alguien le ha visto".
La presencia del periodista extranjero en ese Marruecos profundo, alejado de las rutas tur¨ªsticas, llama tambi¨¦n la atenci¨®n de los responsables de la seguridad marroqu¨ª. Un inspector de polic¨ªa acudir¨¢ por la noche al hotel donde se hospeda para inquirir por el motivo de su recorrido por la regi¨®n, y un autom¨®vil con dos agentes de paisano seguir¨¢ sus desplazamientos durante el d¨ªa para averiguar con qui¨¦n se entrevista.
Beni Mellal, una ciudad de cerca de 300.000 habitantes, y sus alrededores son ahora el granero de la emigraci¨®n marroqu¨ª. Cuando la Guardia Civil se ha tomado la molestia de preguntar a los inmigrantes ilegales, que desembarcan en las playas andaluzas, de d¨®nde ven¨ªan en Marruecos, el 38% contest¨® que eran originarios de esa regi¨®n, puerta del Medio Atlas. La mayor¨ªa de los pasajeros de la zodiac que, con 21 menores a bordo, lleg¨® a Tarifa a finales de septiembre eran de esa misma zona. Casi todos los apresados dicen querer ir a Italia, aunque un 10% prefiere Espa?a.
La regi¨®n supera a la baja las ya de por s¨ª malas estad¨ªsticas demogr¨¢ficas, de paro y de analfabetismo de Marruecos. El 38,3% de la poblaci¨®n tiene menos de 15 a?os; el 39% de los ni?os y j¨®venes varones no est¨¢n escolarizados en las ¨¢reas rurales, seg¨²n el ¨²ltimo censo, un porcentaje que aumenta hasta el 69% de las chicas. En el medio urbano, s¨®lo un 14% no acude al colegio. El 64,5% de la poblaci¨®n es analfabeta.
"Adem¨¢s, s¨®lo uno de cada siete activos en el campo logra trabajar", se?ala Jalil Jemmah, presidente de la Asociaci¨®n de Amigos y Familiares de las V¨ªctimas de la Inmigraci¨®n Clandestina (AAFVIC), una peque?a ONG marroqu¨ª que intenta disuadir a los candidatos a la emigraci¨®n de que pongan su vida en peligro. En las zonas urbanas de Beni Mellal, el paro se sit¨²a por encima del 20%, la media nacional.
No todos los aspirantes a emigrar est¨¢n sumidos en la miseria como la familia de Atika. Driss, nombre supuesto, vive en la cercana ciudad de Juribga y obtuvo hace ya una d¨¦cada un diploma superior de una escuela de comercio de Casablanca. Encontr¨® incluso empleo en esa ciudad y cobraba el salario m¨ªnimo interprofesional, unos 173 euros mensuales.
"Viv¨ªa con estrecheces y decid¨ª regresar a Juribga", recuerda con voz triste Driss, de 33 a?os. Con un peque?o pr¨¦stamo y la ayuda de la AAFVIC consigui¨® reunir 1.400 euros, con los que abri¨® una tienda de ultramarinos. "All¨ª no se vend¨ªa, se fiaba y se cobraba cuando se pod¨ªa". "Ganaba tan poco que, pese a haber fundado una familia, ten¨ªa que seguir viviendo en casa de mis padres".
El salvoconducto del folclor
Driss cerr¨® el comercio y, confiesa, est¨¢ "obsesionado con emigrar". "Ir¨¦ a Inglaterra, porque all¨ª hay pocos compatriotas y acaso me resulte m¨¢s f¨¢cil abrirme camino, o a Francia o a Italia o donde sea necesario". Al ser pater familias no quiere correr riesgos subi¨¦ndose a una patera. "Formo parte de un grupo folcl¨®rico", explica. "Conf¨ªo en que pronto obtendremos visados para hacer una primera gira por Europa. ?sa ser¨¢ la m¨ªa. Me quedar¨¦ all¨ª".
Desde que, hace 15 o 10 a?os, los pa¨ªses europeos impusieron el visado a los magreb¨ªes, los marroqu¨ªes recurren a todo tipo de subterfugios para emigrar. La ¨²ltima astucia conocida fue la de 12 concejales de Berkan, en el noreste, que viajaron a Francia para hermanar a su ciudad con Bondy. Ninguno regres¨® a Marruecos y la televisi¨®n p¨²blica 2M mostr¨®, en agosto, al alcalde de Berkan, Minum Chettu, rodeado de sillas vac¨ªas en el sal¨®n de plenos del ayuntamiento mientras repet¨ªa at¨®nito ante la c¨¢mara: "No entendemos lo que ha pasado".
Antes hubo equipos de atletismo, como el que particip¨® el a?o pasado en un campeonato de cross en el Monte do Gozo (Galicia), o grupos de j¨®venes en viaje de estudios, como el que visit¨® la Exposici¨®n Universal de Lisboa en 1998, que quedaron diezmados cuando lleg¨® el momento de regresar a Marruecos. Hubo incluso, hace dos a?os, un falso equipo de rugby fundado en Ujda con la ¨²nica finalidad de ser invitados por alg¨²n club franc¨¦s -el Sporting de Graulhet cay¨® en la trampa- y obtener as¨ª el codiciado visado.
No todos los candidatos a la emigraci¨®n pasan tantos apuros como Driss. Sentado en la terraza de un caf¨¦ de Assara, Allal el Jmir habla con voz pausada y mucho resentimiento. Tiene 35 a?os, pero aparenta bastantes m¨¢s. Desde la muerte de su hermano Mohamed, a los 24 a?os, "ha envejecido del disgusto", comenta un vecino. Mohamed el Jmir muri¨® hace 10 meses en el incendio provocado de una comisar¨ªa de M¨¢laga.
La trampa de la reclutadora
"A Mohamed no le faltaba de nada aqu¨ª", asegura Allal el Jmir, porque en la familia son propietarios agr¨ªcolas y poseen adem¨¢s ganado. Como no le deb¨ªa de seducir demasiado la vida en el campo, Mohamed abri¨® en Casablanca una perfumer¨ªa que daba sus r¨¦ditos. "Una clienta que le compraba maquillaje le insist¨ªa una y otra vez en que deb¨ªa conocer El Dorado, es decir, Europa", prosigue Allal. "Era una reclutadora, y mi hermano cay¨® en sus redes".
Como los Jmir ten¨ªan medios econ¨®micos, el viaje de Mohamed fue una traves¨ªa de lujo a un precio (6.175 euros) que triplica con creces la tarifa de la patera. Cruz¨® a Ceuta sin dificultades y embarc¨® en un yate deportivo que atrac¨® poco despu¨¦s en Puerto Ban¨²s. "Quer¨ªa ir a Italia, pero acab¨® carbonizado en la comisar¨ªa", se lamenta Allal el Jmir.
Los Jmir son una familia respetada en la regi¨®n y por eso Allal se atrevi¨® a denunciar en el juzgado al ¨²nico intermediario que conoc¨ªa de los que participaron en la migraci¨®n de su hermano. Pese a que los reclutadores tienen fama de hombres buenos que ayudan n a la gente a prosperar, consigui¨®, en primera instancia, una condena a cuatro meses de c¨¢rcel y a una multa. Pero aquella iniciativa le vali¨® tambi¨¦n muchos disgustos. "El ¨²ltimo es que otro ganadero, amigo del condenado, ha escondido a sus bestias y me acusa de hab¨¦rselas robado para que me retracte ante los jueces".
Karmani el Kebir, un jubilado de la Oficina Cherifiana de Fosfatos, la principal empresa asentada en Juribga, sali¨® peor parado cuando recurri¨® a la justicia para intentar recuperar el dinero que hace cuatro a?os abon¨® a dos traficantes que deb¨ªan trasladar a Espa?a a su hijo Abdelmejid, de 21 a?os. El hombre exhala rabia mientras tira sobre la mesa los extractos del banco que le descuenta cada mes 165 euros, la mitad de su pensi¨®n, para reembolsar el pr¨¦stamo de 4.750 euros que contrajo para pagar a los traficantes.
"A mi hijo le llevaron a T¨¢nger, junto con otro chaval, al que dieron un pasaporte aut¨¦ntico con un visado espa?ol, con derecho a m¨²ltiples entradas, pero al que hab¨ªan cambiado la foto", cuenta Karmani el Kebir. "Una vez en Espa?a, el otro chico deb¨ªa devolver el pasaporte para que, colocando la foto de Abdelmejid, lo utilizase mi hijo. La polic¨ªa de Algeciras descubri¨® la manipulaci¨®n, expuls¨® al chaval y los traficantes regresaron aqu¨ª, pero sin restituir el dinero. Les denunci¨¦, pero en los tribunales siempre gana el traficante".
El a?o pr¨®ximo, Karmani el Kebir acabar¨¢ de pagar el pr¨¦stamo y no dudar¨¢ en solicitar otro o hacer chapuzas en la construcci¨®n para poder costear el pasaje de cualquiera de sus reto?os. "Tengo cinco, sin trabajo, todo el d¨ªa metidos en casa so?ando con largarse. Aqu¨ª los j¨®venes se mueren a fuego lento. Es un suicidio colectivo al ralent¨ª. Para salir de esto, mis hijos est¨¢n dispuestos, en el extranjero, a sudar la gota gorda porque all¨ª s¨ª recibes algo a cambio de tus esfuerzos".
A escasos metros de donde Kebir narra las vicisitudes de su familia est¨¢ el barucho Uld Mora, anta?o regentado por un espa?ol, el ¨²nico donde se sirve alcohol en Juribga y donde, aseguran los vecinos, se re¨²nen los captadores de emigrantes. Ahmed es uno de los m¨¢s afamados traficantes, pero su estado de embriaguez es tal que apenas se le entiende. Muestra orgulloso las llaves de un nuevo autom¨®vil Mercedes que se acaba de comprar e insiste con gestos a su interlocutor en que lo pruebe.
Situados al l¨ªmite del barrio fantasma de Al Qods, construido por emigrantes que s¨®lo lo habitan en verano, los talleres textiles de la empresa Gentians, propiedad de Mohamed Hafud, son como un oasis de esperanza en medio del frenes¨ª del ¨¦xodo. "S¨ª, estudi¨¦ en Grenoble, inform¨¢tica y gesti¨®n, pero regres¨¦ aqu¨ª porque pens¨¦ que en mi pa¨ªs pod¨ªa tener m¨¢s ¨¦xito que en Francia", recuerda Hafud.
"Con un cr¨¦dito mont¨¦ el primer taller con 14 operarias y ahora tengo 450, que reciben un salario digno y trabajan en buenas condiciones higi¨¦nicas y de seguridad porque, entre otras cosas, mis clientes en EE UU me obligan a d¨¢rselas por contrato".
El empresario textil reconoce que, pese a todo, un buen pu?ado de sus asalariados, sobre todo los hombres, siguen pensando en emigrar. "Ser¨ªa ¨²til que la prensa marroqu¨ª mostrase de vez en cuando la otra cara de la medalla, que no toda Europa es jauja, que se sufre mucho antes de salir a flote y que no siempre se sale", repite Hafud.
"Yo fui, por ejemplo, cardi¨®logo en Par¨ªs, pero en el hospital ve¨ªa que al camillero franc¨¦s se le trataba con m¨¢s deferencia que a m¨ª", sostiene Mustaf¨¢ Scadi, ex alcalde de Juribga y diputado socialista.
Al lado del taller textil, el due?o de una peque?a empresa de servicios que prefiere permanecer en el anonimato cuenta que a algunos de sus j¨®venes empleados les paga por n¨®mina el salario m¨ªnimo y les da en negro un complemento de igual o superior cuant¨ªa. "No lo hago para ahorrar impuestos", explica, "sino porque si figurase en la n¨®mina lo que realmente cobran inspirar¨ªan confianza a cualquier consulado europeo, que les conceder¨ªa un visado de turista con el que emigrar¨ªan. Es mi manera de retenerlos".
Verano devastador
"Los veranos son devastadores", se lamenta Jalil Jemmah, presidente de la AAFVIC, la ONG marroqu¨ª que lucha contra la emigraci¨®n ilegal. "Los pueblos y las ciudades de esta regi¨®n se llenan de coches rutilantes con matr¨ªculas europeas, sobre todo italianas, y sus propietarios reparten regalos a los familiares mientras empiezan a ver los planos del piso que se construir¨¢n. Encarnan el ¨¦xito social".
Las chicas, mucho menos tapadas que en Rabat o en T¨¢nger, "se pasean tratando de atraer las miradas de los j¨®venes emigrantes, que dedican a veces las vacaciones a buscar esposa", prosigue Jemmah. "Una joven me confesaba desilusionada hace d¨ªas que este a?o repet¨ªa curso. No me estaba diciendo que se la hab¨ªan cargado en el instituto, sino que, terminado el verano, segu¨ªa sin encontrar un novio asentado en Europa".
Con o sin amor por medio, las mujeres le cogen afici¨®n a emigrar. Prueba de ello es que los abdul (notarios isl¨¢micos) "no paran de trabajar en verano, celebran hasta 30 o 35 matrimonios al d¨ªa, en su mayor¨ªa blancos", afirma el abogado Nuredin Karam, afiliado a la AAFVIC. "Son mujeres de aqu¨ª que se casan con emigrantes para, gracias a la reagrupaci¨®n familiar, poder instalarse en Europa". A veces, los c¨®nyuges son familiares lejanos, y el var¨®n hace un favor desinteresado a la esposa; a veces hay dinero por medio. "Al cabo de un tiempo regresan para divorciarse, pero ella ya est¨¢ legalizada".
La renta per c¨¢pita de Espa?a multiplica casi por trece (12,6) a la marroqu¨ª, mientras hace 30 a?os s¨®lo la cuadruplicaba. "Lo m¨¢s probable es que los pr¨®ximos a?os el escal¨®n entre ambos pa¨ªses se ampl¨ªe", escribe ??igo Mor¨¦, director del bolet¨ªn Magreb Negocios, "y con ¨¦l, los riesgos asociados a esta notable desigualdad".
Exiliarse para poder sentarse en la cafeter¨ªa con una chica
"EMIGRAR NO ES S?LO querer tener el mismo coche que, al cabo de tres a?os en Mil¨¢n, ha conseguido el bobo que compart¨ªa pupitre conmigo en el colegio", recalca Jalil Jemmah, presidente de la ONG que trata de disuadir a los marroqu¨ªes de que arriesguen su vida cruzando el Estrecho.
"Emigrar es un estado de ¨¢nimo, es poder sentarse con su chica en la cafeter¨ªa, es tomar una copa sin esconderse, es no estar sometido a la arbitrariedad del polic¨ªa de la esquina", prosigue. Por eso, en la encuesta que hace dos a?os hizo su ONG, el 53% de los j¨®venes marroqu¨ªes manifestaba su deseo de irse a Europa aunque fuera de forma ilegal.
"La emigraci¨®n se ha transformado en la ¨²ltima d¨¦cada en la sociedad marroqu¨ª en un fen¨®meno que afecta en mayor o menor medida a la pr¨¢ctica totalidad de la poblaci¨®n", escribe Manuel Lorenzo Villar, investigador de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. "La amplitud y el calado del fen¨®meno refleja una especie de sensaci¨®n de huida, de ausencia de expectativas de futuro, un deseo de ruptura con una sociedad de origen excesivamente tradicional, unas ansias por descubrir y por aventurarse m¨¢s all¨¢ de lo conocido, que para muchos se traduce en una realidad negativa".
Emigrar es dif¨ªcil porque Europa tiende a convertirse en una fortaleza, pero, en cambio, el Estado marroqu¨ª no se esfuerza demasiado por retener a sus ciudadanos. "Ante la desesperanza no cabe la menor duda de que la emigraci¨®n clandestina es una v¨¢lvula de seguridad para Marruecos", afirma Pierre Vermeeren, autor de varios libros sobre el Magreb. "El exilio es una manera de renunciar a luchar in situ".
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