La utilidad del voto
Mucho se ha escrito sobre el llamado voto ¨²til, ese que el elector no debiera desperdiciar por d¨¢rselo a su candidatura preferida si ¨¦sta no tiene posibilidad de ser mayoritaria ni, por tanto, de convertir en acci¨®n de gobierno su programa. Invitar al voto ¨²til es costumbre de candidatos bien situados que temen perder la mayor¨ªa si los votos se dispersan hacia partidos minoritarios pero con programas en parte similares al suyo. Se comprende que prefieran asegurarla convenciendo a los posibles votantes de la competencia de que su voto s¨®lo ser¨¢ ¨²til si se suma a la ya previsible victoria del mejor situado. Pero es preciso que el elector, ante unos programas no coincidentes del todo, se plantee, con conocimiento de causa, qu¨¦ valora m¨¢s: lo preferido por convicci¨®n ideol¨®gica o lo aceptable por sentido de la responsabilidad c¨ªvica.
En realidad, un voto nunca es in¨²til, pues supone participar en la posible construcci¨®n de una mayor¨ªa de gobierno. Ni siquiera son in¨²tiles los votos nulos, en blanco y los que, impl¨ªcitamente, se depositan en esa urna llamada abstenci¨®n electoral, ya que las mayor¨ªas logradas se nutren tambi¨¦n de la participaci¨®n negativa dentro de un sistema en el que cada factor influye en los dem¨¢s. El voto del que se abstiene, si impide ser mayoritaria a una determinada candidatura, es ¨²til para la rival que lo logra. Si puede tener utilidad hasta el no voto, es evidente que la preferencia del elector no es la que cuenta, sino la que logre la finalidad colectiva de alcanzar una mayor¨ªa gobernante y unas pol¨ªticas p¨²blicas ¨²tiles para el conjunto de los ciudadanos. Votar por convicci¨®n a un candidato no excluye la convicci¨®n de ser a¨²n m¨¢s responsable si el voto colabora a crear esa mayor¨ªa de utilidad colectiva. Por poner un ejemplo hist¨®rico, en Catalu?a, durante la II Rep¨²blica, los seguidores del BOC (peque?o partido marxista revolucionario) votaban a Esquerra Republicana no por convicci¨®n, sino para impedir una mayor¨ªa de la conservadora Lliga Catalana.
Ahora bien, cabe el leg¨ªtimo temor a una mayor¨ªa absoluta que imponga su voluntad a las minor¨ªas, como ha ocurrido con CiU entre 1984 y 1999 y est¨¢ ocurriendo hoy en toda Espa?a con el PP. Votar al partido minoritario preferido puede ser ¨²til para que la mayor¨ªa absoluta sea plural, se la pueda controlar en el Parlamento y conduzca en ciertos casos a un Gobierno de coalici¨®n. Pero el votante debe discernir, como digo, esa utilidad, y para ello necesita que los candidatos dejen claro con qui¨¦n y, sobre todo, en qu¨¦ pueden llegar a un acuerdo o no. Es el contenido de los programas concretos y no gen¨¦ricos, bien conocido y sopesado, el que debiera guiar a los votantes y no las encuestas manipuladas, los falsos debates con vistas a la galer¨ªa y las versiones negativas que cada rival da de sus adversarios.
En las v¨ªsperas electorales catalanas hay un buen ejemplo de la importancia del voto ¨²til y de los requisitos que deben cumplirse para que los futuros electores sepan a qu¨¦ atenerse y puedan votar convencida y responsablemente. Me refiero al caso notorio de un partido (ERC), que las encuestas coinciden en destacar como posible minor¨ªa a la que deber¨¢n cortejar las dos grandes formaciones PSC y CiU para completar una mayor¨ªa inalcanzada en solitario. ERC ha mantenido largamente una proclamaci¨®n de cr¨ªtica doble a derecha e izquierda para situarse en un centro equidistante, presumir de su poder de decisi¨®n e incluso de alcanzar la presidencia de la Generalitat a cambio de sus votos: su parte a cambio del todo. A diferencia del se?or Piqu¨¦, que ha declarado su apoyo a CiU sin m¨¢s condici¨®n que entrar en el Gobierno catal¨¢n; o de Maragall, que ha ofrecido hace tiempo un gobierno tripartito PSC-ICV-ERC; o de Saura, que lo acepta, ni el se?or Mas ni el se?or Carod Rovira han expresado sus posibles alianzas futuras a sus votantes. Hace poco, el l¨ªder republicano ha revelado como "cuestiones irrenunciables" en cualquier pacto el Estatut, la lengua catalana, la financiaci¨®n auton¨®mica y la emigraci¨®n. Pero, m¨¢s que irrenunciables, estos problemas son comunes y todos los partidos los incluyen en sus programas. Lo importante es precisar cu¨¢les son las f¨®rmulas pol¨ªticas que cada uno de ellos pretende llevar a cabo para solucionarlos. Y eso es lo que debieran saber los ciudadanos para valorar su opci¨®n de voto adem¨¢s, por supuesto, de cu¨¢l ser¨¢ la de ERC a la hora de apoyar una de las dos alternativas fundamentales de estas elecciones: la continuidad, que representa CiU con el seguro apoyo del PP, o el cambio, que representa el PSC de Maragall, con el apoyo, condicionado pero firme, de ICV.
El posible votante de ERC debe saber cu¨¢l es su voto ¨²til: el que lo sea m¨¢s para Catalu?a. Si vota sin saber que ser¨¢ CiU la beneficiada de su voto o lo ser¨¢ el PSC, se comprende que, para mayor seguridad, vote a una u otro. Lo mismo le ocurre al que dude sobre la futura alianza de CiU con el PP. Los simpatizantes de ICV, en la duda, votar¨¢n al PSC, pero no creer¨¢n in¨²tiles sus votos al partido de Saura porque saben que apoyar¨¢n el cambio. Los seguidores de Maragall son los que lo tienen m¨¢s claro: aspiran a una realidad pol¨ªtica y social nueva y diferente, combatir¨¢n la abstenci¨®n de los eternos dubitativos, supercr¨ªticos y esc¨¦pticos, y, por si les falla el concurso de alg¨²n posible aliado como ERC a la hora de optar entre la continuidad o el cambio, se volcar¨¢n para que no se pierda la mayor¨ªa ¨²til para el pa¨ªs.
Dec¨ªa que la utilidad del voto es colectiva y no personal o de partido. El votante debiera saber en estos momentos qu¨¦ supone continuar como hasta ahora o cambiar. Aunque todos los partidos prometer¨¢n el oro y el moro, el ciudadano sabe d¨®nde est¨¢ el oro y donde el moro, nunca mejor dicho. En materia social, la derecha habla mucho pero poco hace. En la cuesti¨®n del Estatut, la izquierda lo necesita, no para mayor poder de dominio, sino para mayores prestaciones sociales. A la hora de lograr de las Cortes la aprobaci¨®n de su reforma, hay un partido que cuenta con el apoyo del principal grupo parlamentario hoy en la oposici¨®n y que espera la victoria socialista en Catalu?a para poder iniciar un acercamiento al nacionalismo vasco sin el chantaje del PP. Adem¨¢s del programa social concreto, la utilidad de un partido gobernante aqu¨ª e influyente all¨¢ se mide por lo que puede y quiere hacer m¨¢s y mejor que otros, por muy respetables que sean a los ojos de quienes todav¨ªa conf¨ªan en ellos. El realismo y el posibilismo son buenas virtudes en un votante responsable y bien informado. El cambio es posible si no se piden peras al olmo. La continuidad es tambi¨¦n posible. ?Qu¨¦ es m¨¢s ¨²til en el d¨ªa de hoy para los ciudadanos de Catalu?a? En todo caso ir a votar.
J. A. Gonz¨¢lez Casanova es profesor de Derecho Constitucional de la UB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.