Gesti¨®n del cielo
Si tiene usted un buen nivel de ingl¨¦s, una personalidad estable, resistencia al cansancio y capacidad para afrontar situaciones de emergencia con sangre fr¨ªa en lugar de salir corriendo al menor contratiempo, sepa que responde al perfil de controlador a¨¦reo. De hecho, la primera sorpresa que aguarda a esta forastera en el Centro de Control del Aeropuerto de Barcelona es el ambiente tranquilo y relajado que se respira. No s¨¦ qu¨¦ fren¨¦ticas idas y venidas esperaba encontrarme, pero aqu¨ª, pese a la complejidad y la responsabilidad que entra?a guiar aviones, impera la calma. Que tomen nota los que antes de volar necesitan atizarse un par de whiskys: los controladores a¨¦reos son gente adiestrada para permanecer fr¨ªa en medio de la adversidad. Claro que la visita transcurre en un momento con nivel cero de adversidad. Son algo m¨¢s de las 11 seg¨²n el meridiano de Greenwich, no hay muchos movimientos y el cielo est¨¢ despejado, con viento de suroeste, uno de los m¨¢s favorables en El Prat, y la configuraci¨®n de pistas Whisky 1, la m¨¢s sencilla, con los aviones despegando de cara al mar y aterrizando en la pista paralela a la l¨ªnea costera. En los 300.000 kil¨®metros cuadrados de espacio a¨¦reo que gestiona este centro no se avizoran traicioneros c¨²mulos nimbo, esas nubes que por fuera parecen coliflores y por dentro est¨¢n llenas de feroces corrientes de aire y electricidad y que impulsan al m¨¢s aguerrido de los pilotos a pedir permiso para variar su ruta.
Para el controlador a¨¦reo los aviones son todos iguales, sean espa?oles, de tal o cual compa?¨ªa, lleven a bordo 400 personas o 17
La segunda sorpresa estriba en que ya puedes tener un nivel apa?adito de ingl¨¦s y de castellano que hay momentos en que no entiendes nada. Para que se hagan una idea, un controlador a¨¦reo jam¨¢s dice "s¨ª" o "no", sino "afirmativo" o "negativo", cuesti¨®n de evitar fat¨ªdicos malentendidos. Cuando un piloto les pide algo, no responden "no est¨¢ autorizado", sino "mantenga". Y para indicar que va a interrumpir la comunicaci¨®n, el controlador dice "break break". Am¨¦n de eso, expresan en pies la altura, en nudos la velocidad y en millas la separaci¨®n entre aviones. Su jerga incluye expresiones tan impagablemente po¨¦ticas y expresivas como "aproximaci¨®n frustrada", "estela turbulenta" o "dar un directo" que, contra todo pron¨®stico, no tiene nada que ver con el boxeo, sino que designa esos momentos de gloriosa epifan¨ªa personal en que el controlador puede autorizar a un piloto a saltarse las rutas del plan de vuelo y tomar un atajo. Por otro lado, si alguna vez oyen a un controlador de la torre pedir: "No me los des tan pegados que no puedo sacar", no piensen cochinadas. Lo que pide el controlador de la torre es que los de aproximaci¨®n ampl¨ªen un poco la separaci¨®n entre un aterrizaje y el siguiente, de modo que pueda haber m¨¢s despegues, pues, como sin duda sabr¨¢n, hasta la finalizaci¨®n de las obras de la famosa tercera pista, prevista para 2004, las dos ¨²nicas pistas del aeropuerto de Barcelona est¨¢n cruzadas, lo que a?ade una dificultad considerable al control del tr¨¢nsito.
"A ver cu¨¢ndo los periodistas dej¨¢is de escribir esa tonter¨ªa de que tal o cual avi¨®n perdi¨® contacto con la torre a los 30.000 pies", suelta con sorna Nacho, instructor de los futuros controladores que se adiestran en un simulador y dan instrucciones a un pu?ado de seudopilotos.
Hace unos d¨ªas yo tambi¨¦n habr¨ªa cometido ese delito de ignorancia. Ahora s¨¦ que no hay que confundir la torre de control con el centro de radar. Para empezar, los controladores de la torre trabajan con unas vistas que arrancan una boba sonrisa de placer a la visitante primeriza y mantienen contacto visual con el avi¨®n, mientras que los del centro de radar viven en una sala inmensa situada en un s¨®tano-nivel y envuelta siempre en la penumbra, y s¨®lo ven cielos y aviones virtuales a trav¨¦s de los monitores. Todos deber¨ªamos saber que la torre s¨®lo controla a un avi¨®n desde el suelo hasta los 1.500 pies de altura (unos 500 metros), lo que significa que sus competencias abarcan el despegue, el aterrizaje y las rodaduras, que son los movimientos del avi¨®n entre las pistas y el aparcamiento. De ah¨ª que resulte rid¨ªculo hablar de contactos con la torre de los 1.500 pies para arriba, pues a partir de ese momento el avi¨®n pasa a ser tutelado por el centro de control, que se divide en la secci¨®n de aproximaci¨®n y la de ruta. Los aproximadores se hacen cargo del avi¨®n entre los 1.500 y los 30.000 pies de altura, que es la franja donde hay m¨¢s foll¨®n, y luego lo entregan a los controladores de ruta, que si no hay turbulencias, tormentas ni emergencias, viven bastante m¨¢s tranquilos que sus colegas aproximadores o de la torre. De hecho, para ser aproximador un controlador tiene que haber trabajado como m¨ªnimo tres a?os en la secci¨®n de ruta.
"Como puedes observar, los aviones se mueven desde aqu¨ª. No tenemos el volante en las manos, pero los conducimos virtualmente", dice con orgullo Crist¨®bal Pelegr¨ªn mientras observamos como uno de los aproximadores se las ingenia, con una aplastante naturalidad, para alinear en el monitor del radar una decena de aviones que le llegan de los cuatro puntos cardinales. Cuando los aviones desciendan a los 1.500 pies, el aproximador los entregar¨¢ a la torre, con un m¨ªnimo de tres millas de separaci¨®n entre ellos y procurando no colocar detr¨¢s de un Jumbo de estela turbulenta a una peque?a aeronave que se ir¨ªa directamente al cuerno. Y, por supuesto, ampliando las tres millas de separaci¨®n en caso de que un avi¨®n venga con problemas en el tren de aterrizaje.
?Hay alguna prioridad para aterrizar? "Negativo. Para el controlador a¨¦reo todos los aviones son iguales, sean espa?oles, de tal o cual compa?¨ªa, lleven a bordo 400 personas o 17. S¨®lo en caso de emergencias, tanto t¨¦cnicas como humanas, tendr¨ªa prioridad una aeronave. Por cierto, La jungla de cristal no existe. Es imposible, completamente imposible".
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