Un Mediterr¨¢neo desgarrado
La unificaci¨®n de Europa ha pasado, hasta completarse, por periodos en los que el Mediterr¨¢neo s¨®lo pod¨ªa ser una apuesta de segundo orden. Nuestro continente ha sido separado muchas veces, de formas diferentes, de su "cuna mediterr¨¢nea". Las explicaciones que se dan, la mayor¨ªa de las veces banales o repetitivas, no consiguen convencer a aquellos a quienes van dirigidas. Ni siquiera quienes las formulan est¨¢n seguros de que est¨¦n bien fundadas. Las claves de lectura del Norte, a trav¨¦s de las cuales se observa el presente o el futuro mediterr¨¢neos, raras veces coinciden con las del Sur. La costa septentrional del mar Interior tiene otra percepci¨®n y una conciencia diferente a la de la costa que tiene enfrente. Parece que hoy d¨ªa las dos orillas s¨®lo tienen en com¨²n su insatisfacci¨®n. Las decisiones que conciernen a la suerte del Mediterr¨¢neo se toman a menudo fuera de ¨¦l, o sin ¨¦l. Esto engendra unas veces frustraciones, otras, fantasmas.
Como es sabido, la imagen que ofrece hoy el Mediterr¨¢neo est¨¢ lejos de ser tranquilizadora. Las fragmentaciones prevalecen sobre las convergencias. La costa norte presenta un retraso considerable respecto a la Europa del norte, y la costa sur respecto a la del norte. Al conjunto de la cuenca mediterr¨¢nea le cuesta mucho unirse al continente, tanto al norte como al sur. Entre Europa y sus orillas meridionales se ha abierto un foso cada vez m¨¢s profundo. Entre las dos costas de nuestro mar, en algunos lugares, hay un abismo. Muchos convenios firmados, muchas conferencias internacionales organizadas, a semejanza de la ¨²ltima realizada en Barcelona en 1995, se han saldado con fracasos, a veces rotundos. Es dif¨ªcil considerar el Mediterr¨¢neo un conjunto coherente sin tener en cuenta las fracturas que lo separan, los conflictos que lo desgarran: Palestina-Israel; L¨ªbano, Chipre, los Balcanes, la ex Yugoslavia, Grecia-Turqu¨ªa, Argelia, reflejos de otras guerras m¨¢s lejanas, las de Afganist¨¢n o Irak, etc. El Mediterr¨¢neo se compone de varios subconjuntos que desaf¨ªan o rechazan las ideas unificadoras. Las concepciones sociales o culturales son sustituidas por las concepciones hist¨®ricas o pol¨ªticas, que no logran coincidir ni corresponderse unas con otras. Adem¨¢s, las categor¨ªas de civilizaci¨®n o las matrices de evoluci¨®n, al norte y al sur, no se dejan reducir a denominadores comunes.
El percibir el Mediterr¨¢neo s¨®lo a trav¨¦s de su pasado sigue siendo una costumbre persistente. Este espacio hist¨®rico ha sido v¨ªctima de toda clase de historicismos. La patria de los mitos ha sufrido las mitolog¨ªas que ella misma ha engendrado o que otros han alimentado. La tendencia a confundir la representaci¨®n de la realidad con la realidad misma se perpet¨²a: la imagen del Mediterr¨¢neo y el Mediterr¨¢neo en s¨ª pocas veces se identifican. Una identidad del ser, dif¨ªcil de definir, eclipsa o rechaza a una identidad del hacer, mal sostenida. La retrospectiva sigue prevaleciendo sobre la perspectiva. La propia reflexi¨®n sigue siendo prisionera de los estereotipos. ?De qu¨¦ sirve enumerar, con resignaci¨®n o exasperaci¨®n, los atentados que sigue sufriendo el Mediterr¨¢neo? Sus mejores tradiciones -las que un¨ªan el arte y el arte de vivir- se han opuesto, a menudo in¨²tilmente. Las nociones de solidaridad y de intercambio, de cohesi¨®n y "partenariado" (este neologismo se convierte en una llave maestra de las comisiones y los congresos internacionales) deben someterse a un examen cr¨ªtico. El temor a una inmigraci¨®n procedente de la costa sur no basta por s¨ª solo para determinar una pol¨ªtica apropiada y necesaria. Todo intento de ir hacia adelante exige liberarse de un lastre molesto, que depende del pasado y del presente. La mayor¨ªa de las veces, los tratos vagos sustituyen a un verdadero di¨¢logo: Norte-Sur; Este-Oeste; Sur-Este; la br¨²jula parece estar estropeada. El Mediterr¨¢neo se presenta como un estado de cosas, no llega a convertirse en un aut¨¦ntico proyecto. Su costa norte aparece insuficientemente en los programas europeos, su costa sur est¨¢ ausente la mayor¨ªa de las veces. Despu¨¦s de su experiencia de colonialismo, esta ¨²ltima se ha mostrado durante mucho tiempo reservada frente a toda pol¨ªtica mediterr¨¢nea. Hoy est¨¢, a pesar de todo, m¨¢s dispuesta y m¨¢s preparada de lo que estaba ayer para emprender un di¨¢logo. Es una de las pocas tendencias alentadoras que hay que tener en cuenta.
El vasto anfiteatro mediterr¨¢neo va a representar durante mucho tiempo el mismo repertorio, hasta el punto de que los gestos o las palabras de sus actores son previsibles, o se conocen de antemano. Sin embargo, su genio ha sabido, en m¨¢s de un sentido, reafirmar su creatividad y renovarse. Ahora bien, los propios mediterr¨¢neos est¨¢n cansados de esperar este acontecimiento, que tarda en producirse. Mientras tanto, ser¨ªa ¨²til replantearse ciertas nociones caducadas de periferia y de centro, las antiguas relaciones de distancia y proximidad, los significados de los cortes y de las permanencias, las simetr¨ªas frente a las asimetr¨ªas. Algunos conceptos euclideos de la geometr¨ªa requieren un cambio o una redefinici¨®n seg¨²n las exigencias de las nuevas coordinaciones y de las perspectivas m¨¢s amplias. Esta tarea se enfrenta a muchas pruebas y desaf¨ªos. Es de gran envergadura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.