Eurorregi¨®n: un chollo y destino ineluctables
Por m¨¢s que la creatividad medi¨¢tica -columnistas, informadores y amanuenses- hinche y hasta crispe la realidad, la verdad es que por estos pagos valencianos arrastramos unos cuantos a?os de aut¨¦ntica dieta pol¨ªtica. Nos nutrimos de incordios personalistas y leves -o menos leves- conflictos que, en todo caso, no trascienden el patio felicitario de vecindad en el que holgamos. Con las inevitables excepciones, incluso dram¨¢ticas, claro est¨¢, si ponemos el ¨¦nfasis en el cap¨ªtulo de bienestar social. Pero nos parece incuestionable que, en t¨¦rminos generales, el colectivo comunitario, y sobre todo su estamento dirigente, vive relajado en esta suerte de Arcadia que el partido gobernante nos vende a diario.
No es pues extra?o que, avezados como estamos a los alimentos blandos y amables, muchos est¨®magos no hayan digerido, ni siquiera probado, el denso bocado que nos ha brindado el l¨ªder socialista catal¨¢n -?vade retro!-, Pasqual Maragall, al postular una eurorregi¨®n -que ya se preconiz¨® en 1993 en la Lonja de Valencia- constituida por los ¨¢mbitos territoriales y demogr¨¢ficos que giran en torno a Toulouse, Montpellier, Barcelona, Palma de Mallorca, Zaragoza y la Ciudad del Turia como cabeza formal del Pa¨ªs Valenciano. Un marco vertebrado por la convergencia de los intereses econ¨®micos, la comunidad de infraestructuras pendientes y la compartida necesidad de afrontar la competencia con entidades similares -y m¨¢s vertebradas- que ya gravitan en el v¨®rtice del progreso de la Uni¨®n Europea. No hay m¨¢s que mirar el mapa y ver el trazado de los ejes europeos que progresan.
Acordes con el aserto del mentado l¨ªder socialista, esa eurorregi¨®n acabar¨¢ emergiendo, qui¨¦rase o no, tal cual acontece con todas las realidades imperiosas. Y no porque la econom¨ªa sea el ¨²nico factor determinante de las transformaciones sociales, pero s¨ª lo es aqu¨ª y no s¨®lo "en ¨²ltima instancia", que dir¨ªamos remedando a Joaquin Estefan¨ªa en su ¨²ltimo libro, luminoso y pedag¨®gico. No soslayamos, obviamente, las componentes pol¨ªticas de esta nueva configuraci¨®n que apunta, pero se nos antoja pueril y at¨¢vico te?irlas de intenciones secesionistas o gestaci¨®n enga?osa de proyectos nacionalitarios que en la Europa que se ahorma tienen menos futuro que un caramelo a la puerta de una escuela.
Comprendemos que esta idea-fuerza -decimos del mentado espacio econ¨®mico pluricomunitario- haya provocado respuestas tan airadas como irreflexivas -van de suyo, que dec¨ªa el maestro- en el sensibilizado estamento gubernamental. El ministro Eduardo Zaplana, tan proclive al Arco Mediterr¨¢neo -que en su caletre, por lo visto, no pasaba de mera met¨¢fora-, la ha tachado de "alocada" e "inconstitucional"; el presidente de la C¨¢mara de Comercio del cap i casal, Arturo Virosque, ha sido m¨¢s expresivo -que no razonable- y ha cifrado su oposici¨®n en la desconfianza que le inspiran los pol¨ªticos catalanes. ?Y tanto! Con pol¨ªticos y empresarios catalanes ¨¦l repartir¨ªa prospectos a la puerta del C¨ªrculo de Econom¨ªa. Por desgracia, ya no le podemos pedir la cuitada opini¨®n a Fernando Abril Martorell, cuando le confesaba a un colaborador que "catalanes y valencianos juntos, la Suiza econ¨®mica de Europa". Despu¨¦s promovi¨® el blaverismo. Dios lo equip¨® de lucidez, no de coherencia.
En contrapunto, el presidente de AVE, Francisco Pons, y Antoni Brufau, aut¨¦ntico poder f¨¢ctico del entramado econ¨®mico de Catalu?a, no han sido renuentes a la propuesta maragalliana, probablemente porque se la han le¨ªdo antes de opinar, aparte de que por su cargo y curriculum les est¨¢ vedado mirar los cambios emergentes -y ventajosos- con prejuicios anacr¨®nicos. Junto a ellos podr¨ªamos citar otros pareceres del gremio patronal que, sucintamente, se resumen en un "no nos caer¨¢ ese chollo", con referencia a la eurorregi¨®n, que por ahora ¨²nicamente provoca sarpullidos en quienes exprimen el estatus quo y su horizonte se limita a prolongarlo indefinidamente.
Y, a todo esto, ?qu¨¦ dice el primer partido de la oposici¨®n? Pues ni se sabe. Hoy una cosa y ma?ana otra, sin colegir nunca a qu¨¦ palo quedarse. Le aterra que le pongan el capirote de catalanista, cuando es obvio que estamos hablando de otra historia y que s¨®lo los memos puede sentirse amedrentados por los dicterios de un periodista ¨¢ulico y tronado. ?Qu¨¦ cruz de partido!
Overbooking
Cada 9 d'Octubre la Generalitat cierra el programa ceremonial con un copet¨ªn y vituallas varias en la plaza de Manises, debidamente cercada para obsequiar a sus invitados. El selecto elenco acude a rendir pleites¨ªa, ver y dejarse ver. Como corresponde. Todos los a?os sobrevuela la misma pregunta: ?Hay m¨¢s personal que el pasado? Como si tal ¨ªndice marcase la aceptaci¨®n social del Consell. Pues bien, en esta ocasi¨®n se han batido todas las marcas y los responsables de protocolo pueden estar ufanos de haber conseguido el mayor esperpento masivo. ?ptese por la convocatoria universal y b¨²squese un solar o campa adecuada para el festejo.
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