La primera 'narcosala' de Euskadi abrir¨¢ sus puertas en Bilbao el 3 de noviembre
Unas 50 'narcosalas' funcionan actualmente en varios pa¨ªses
El pr¨®ximo 3 de noviembre abrir¨¢ sus puertas ocho horas cada d¨ªa en una c¨¦ntrica calle de Bilbao la primera sala de venopunci¨®n del Pa¨ªs Vasco. La narcosala pretende atender a toxic¨®manos que han fracasado repetidamente en su intento de abandonar las drogas. La mayor¨ªa de ellos se encuentra excluido socialmente y ha acabado inyect¨¢ndose en un rinc¨®n de la calle o en una escalera oscura sin las m¨ªnimas condiciones higi¨¦nicas y sanitarias.
"El consumo de drogas es una realidad que est¨¢ delante de nuestros ojos. Por ello, nuestro objetivo es que, si se consume, sea con el menor riesgo para el consumidor y para su entorno. Y, adem¨¢s, de paso, intentamos integrar a los toxic¨®manos en la red comunitaria", asegura Celina Pereda, presidenta de M¨¦dicos del Mundo, la ONG encargada de la gesti¨®n del proyecto.
Entre 300 y 400 drogadictos viven en Euskadi en esta situaci¨®n, ya que constituyen una poblaci¨®n volante. Un estudio publicado a finales del pasado a?o por la Direcci¨®n de Drogodependencias, dependiente de la consejer¨ªa de Asuntos Sociales, y realizado entre 141 heroin¨®manos de la comunidad aut¨®noma, conclu¨ªa que el 88% de ellos estar¨ªa dispuesto a acudir a salas de venopunci¨®n higi¨¦nica.M¨¦dicos del Mundo estima que unos 80 toxic¨®manos pueden decidirse a utilizar los servicios de la narcosala, seg¨²n apunta Pereda. El centro se ubicar¨¢ en el n¨²mero 1 de la bilba¨ªna calle de Bail¨¦n, donde dicha ONG tiene su sede. En varias ventana se han colocado carteles contra su apertura.M¨¦dicos del Mundo convoc¨® el pasado jueves a los vecinos para explicarles el programa y escuchar sus sugerencias. Mientras la psic¨®loga detallaba a los escasos asistentes en qu¨¦ consiste el proyecto, Pereda llamaba la atenci¨®n sobre las tres figuras que se drogaban a lo lejos: "Eso es lo que se quiere evitar. Es mejor para ellos y para la sociedad que lo hagan en condiciones".
El proyecto comenz¨® hace un a?o impulsado por Drogodependencias y respaldado por el Ayuntamiento de Bilbao y la Diputaci¨®n vizca¨ªna. Faltan por resolver cuestiones c¨®mo en que ¨¢rea municipal debe integrarse el centro y otros detalles econ¨®micos, pero M¨¦dicos del Mundo espera que no se retrase la apertura. Unos 50 proyectos similares est¨¢n en marcha actualmente en el mundo, dos de ellos en Barcelona y Madrid.
Todo est¨¢ preparado para recibir a los primeros drogadcitos. Un equipo de ocho j¨®venes con experiencia en psicolog¨ªa, pedagog¨ªa, enfermer¨ªa y trabajo social y con formaci¨®n espec¨ªfica en drogodependencias se encargar¨¢n de su atenci¨®n.
"Es un lugar tranquilo, que permite un consumo higi¨¦nico y educar para la salud". Todas las explicaciones proceden de cinco miembros del equipo que, de manera complementaria y pidiendo que se oculten sus identidades, responden a las preguntas.
Los consumidores entrar¨¢n directamente a la narcosala por la parte de atr¨¢s del inmueble para evitar que se puedan cruzar con sus ocupantes. Un guarda jurado controlar¨¢ el acceso. El toxic¨®mano estar¨¢ bajo vigilancia y cuidado en todo momento. Nada m¨¢s llegar, dejar¨¢ sus pertenencias a un lado y arrojar¨¢ a un contenedor especial las jeringuillas usadas que pueda llevar.
En la primera visita, se le abrir¨¢ una ficha identificatoria y para conocer su salud. Se le informar¨¢ de las condiciones del programa, cuyo cumplimiento se le exigir¨¢. "Respeto a la sala y al entorno. Nada de trapicheos, ni robos en la zona. Si lo necesita, se le ofrecer¨¢ un zumo y galletas, aunque esto no va a ser un comedor", aclara un miembro del equipo.
Despu¨¦s, si as¨ª se considera, se le conducir¨¢ por un pasillo a la zona de consumo. All¨ª, le proporcionar¨¢n un kit con lo necesario para inyectarse. Antes de hacerlo deber¨¢ lavarse las manos en el lavabo instalado all¨ª mismo. Nunca podr¨¢n juntarse m¨¢s de seis usuarios en la sala y, por supuesto, la dosis la lleva el consumidor. "Hoy por hoy, es ilegal suministrar hero¨ªna incluso dentro del sistema sanitario. Pasar¨¢n a?os hasta que el Estado acepte que hay evidencia suficiente de sus beneficios y se generalice", aclara Bel¨¦n Bilbao, directora de Drogodependencias.
La estancia del toxic¨®mano termina con el regreso a la sala primera, donde esperar¨¢ unos minutos en previsi¨®n de una sobredosis o reacci¨®n aguda. Cuando abandone el centro, no habr¨¢ transcurrido m¨¢s de media hora desde que entr¨®.
"Un paso adelante"
"Si todo sale como lo han explicado, va a ser un paso adelante. No tengo ning¨²n miedo. Ser¨¢ bueno para los toxic¨®manos pero tambi¨¦n para nosotros", coinciden en argumentar dos vecinos que trabajan en el edificio y que se muestran favorables a la apertura de la sala.
"Va a haber m¨¢s control y, adem¨¢s, es un servicio necesario. El problema ya existe. Hace unos a?os la zona estaba mucho peor. Cuantos m¨¢s servicios de estas caracter¨ªsticas haya, mejor", agregan. "No s¨¦ por qu¨¦ el rechazo. Estoy tan harto que he optado por negar el saludo a alg¨²n vecino. No puede ser que digan a todo que no y luego no quieran saber nada".
Uno de los objetivos para defender la apertura de la sala es, seg¨²n Pereda, que va a minimizar la conflictividad asociada al modo de vida de los toxic¨®manos en situaciones m¨¢s precarias, as¨ª como los efectos de su exclusi¨®n social.
Una d¨¦cada de adicci¨®n
El perfil del toxic¨®mano que acudir¨¢ al centro es el de un hombre de 35 a?os que ha intentado abandonar las drogas hasta cinco veces, pero que siempre ha fracasado. Todos llevan de 10 a 15 a?os inyect¨¢ndose hero¨ªna, explica la psic¨®loga del grupo.
"Es una buena ocasi¨®n para la educaci¨®n a trav¨¦s de la salud y para posibilitar su integraci¨®n en la red sanitaria y social", resalta Bel¨¦n Bilbao, quien rechaza la idea de algunos vecinos de que debe ser Osakidetza la que gestione la narcosala. "Es demag¨®gico plantearlo. Los usuarios no ir¨ªan nunca, igual que ahora no van hasta que est¨¢n muy graves".
Drogodependencias ha invitado a los vecinos al viaje que realizar¨¢ a fin de mes a Ginebra, donde se desarrolla desde hace a?os una experiencia como la que se pondr¨¢ en marcha en Bilbao. "No quieren ir. No les interesa", concluye Pereda.
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