Zoolog¨ªa
C¨¦sar Alierta ha anunciado que Telef¨®nica comprar¨¢ acciones de Telef¨®nica por valor de 4.000 millones de euros y que despu¨¦s las tirar¨¢ a la basura para que aumente el brillo de las restantes. Se trata de una maniobra econ¨®mica perfectamente legal, pero curiosa desde el punto de vista de la zoolog¨ªa. Un mam¨ªfero, o lo que quiera que sea Telef¨®nica, se compra a s¨ª mismo a precio de mercado para convertir la parte adquirida en materia fecal que excreta, o amortiza, por el recto de la contabilidad creativa. El objeto es adelgazar. Podr¨ªamos decir que Telef¨®nica cambia con esta operaci¨®n burs¨¢til de talla para ponerse a la altura de las pasarelas. Decrece, s¨ª, pero al decrecer resulta m¨¢s excitante para el accionista, que antes s¨®lo ten¨ªa unos papeles y ahora tiene sexo contante y sonante.
Pilar del Castillo, por su parte, cre¨® con su marido una sociedad entre cuyos objetivos figuraba la compra y venta de inmuebles (parece que en el PP es obligatorio comprar y vender inmuebles todo el rato). La sociedad, llamada Patrimonio Hist¨®rico e Inversiones, adquiri¨® un palacio a otra empresa que se llamaba igual, pero en ingl¨¦s, radicada en un para¨ªso fiscal y cuyo propietario se oculta tras un muro de testaferros. Tengo una capacidad asociativa media, pero si me dicen que en un hotel de Nueva Jersey han pernoctado unas personas llamadas Pilar of Castle y William of Gortazar, la l¨®gica deductiva enseguida me da la soluci¨®n. En 2001, la ministra Pilar of Castle vendi¨® a William, su marido, la mitad de las acciones de la empresa por 15.000 euros, cuando estaban valoradas en 186.000. No sabemos si William of Gortazar las tir¨® a la basura, como Alierta, pero en lo que iban y ven¨ªan el matrimonio, o married, se embols¨® una money.
Me gusta imaginar que hay unos seres superiores que hacen sobre nosotros documentales como los de La 2, en los que se ven al microscopio las secreciones econ¨®micas de la ministra de Cultura o del presidente de Telef¨®nica. En el fondo, esos movimientos zool¨®gicos son tan extra?os como la c¨®pula de la mantis religiosa, e igual de productivos. S¨®lo que los devorados tras la c¨®pula somos usted y yo, o you and me, como dir¨ªan en las islas Caim¨¢n.
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