El valor del periodismo y la literatura
"Considero que no debo escribir sobre personas con las cuales no haya vivido, aunque s¨®lo fuera una peque?a parte, lo mismo que viven ellas". Esta filosof¨ªa del periodismo y de la vida que acompa?a a Kapuscinski en su larga trayectoria, tiene su expresi¨®n en este bell¨ªsimo libro que empieza con las luchas guerrilleras para lograr la hegemon¨ªa en el pa¨ªs y acaba con la independencia de Angola en 1975. ?C¨®mo es posible que hasta ahora no se haya traducido un texto, que el autor considera su mejor obra, y que fue escrito hace 26 a?os? Es igual, lo mejor del mismo, la lecci¨®n de periodismo y de maravillosa literatura que contiene, sigue vigente tanto tiempo despu¨¦s, cuando Angola ha desaparecido del primer plano del escenario internacional, cuando es preciso volver a preguntarnos qu¨¦ fue de Angola.
UN D?A M?S CON VIDA
Ryszard Kapuscinski
Traducci¨®n de ?gata Orzeszek
Anagrama. Barcelona, 2003
182 p¨¢ginas. 12 euros
Esa pol¨¦mica que aparece en nuestro pa¨ªs de tanto en cuanto, expresada en t¨¦rminos tan ombliguistas como paletos, sobre si la mejor literatura se hace en los peri¨®dicos tiene su respuesta aqu¨ª: s¨ª, si esa literatura y ese periodismo son los de Kapuscinski. En 1975, tres meses antes de que Agosthino Neto proclamase la independencia de la colonia portuguesa, nuestro reportero se asienta en Luanda y visita los diferentes frentes de combate con grave riesgo de su vida. Desde los mismos observa c¨®mo los ciudadanos del lugar se van quedando en soledad y abandonan el lugar el casi medio mill¨®n de colonos europeos (principalmente portugueses) que all¨ª habitaban. Un d¨ªa son los bomberos, al siguiente los basureros, otro los polic¨ªas, pronto s¨®lo restan los cinco millones de aut¨®ctonos (enfrentados en tres grandes bloques, el MNLA, el FNLA y la UNITA) acompa?ados por los combatientes cubanos y surafricanos -en bandos antag¨®nicos- y por un periodista polaco que describe, al mismo tiempo, los grandes movimientos estrat¨¦gicos que se van produciendo y la vida cotidiana de la gente.
Lo mejor es el relato de esa vida cotidiana que lo impregna todo: la desesperanza, el olor de la muerte (hay combatientes can¨ªbales), el miedo a morir en un lugar donde la vida vale muy poco, la noci¨®n del tiempo (los fines de semana y los mediod¨ªas con calor se detiene la guerra, respetando el descanso semanal y los sofocos), la heroicidad de algunas mujeres guerrilleras, la ausencia sucesiva de electricidad, agua, alimentos, tabaco... Cuando Luanda parece desaparecer, surge el milagro: funciona el tel¨¦fono -por el que transmitir sus cr¨®nicas- y el elemento surrealista que habita en todas las situaciones: hay un cine al aire libre que funciona y en ¨¦l pasan una y otra vez el filme er¨®tico Emmanuelle. Escribe Kapuscinski: "El operador no para de proyectarla, una y otra vez, sin descanso, gratis, entrada libre, todo el mundo puede verla, acuden en masa ni?os y soldados que han hecho una breve escapada del frente; el cine siempre est¨¢ lleno a rebosar y el bullicio se convierte en un estruendo de voces indescriptible. Con el fin de aumentar el efecto, el operador detiene la imagen en los momentos m¨¢s picantes. La muchacha desnuda: stop. ?l la posee en el avi¨®n: stop. Ella la posee junto al r¨ªo: stop. La posee el viejo: stop. La posee el boxeador: stop...". Alrededor del cine, la ausencia, las nostalgias, los cad¨¢veres sin enterrar.
Kapuscinski critica el periodismo de superficie que practican quienes llegan a todos los sitios cuando la fiesta se ha acabado. Una vez que Neto da a Angola su independencia, termina la soledad de su diario y aparecen decenas de periodistas de todo el mundo: he le¨ªdo, dice ir¨®nico, muchas cr¨®nicas enviadas desde Luanda en aquellos d¨ªas y no he podido menos que admitir la fecundidad de la fantas¨ªa humana. Pero, al mismo tiempo, tambi¨¦n comprende la situaci¨®n de sus colegas reci¨¦n llegados: la redacci¨®n env¨ªa a uno de sus corresponsales a un pa¨ªs que en ese momento tiene fascinado al mundo entero. Semejante expedici¨®n cuesta mucho dinero. El peri¨®dico espera una gran historia, una exclusiva mundial, un relato sensacional, escrito bajo una lluvia de proyectiles. El enviado especial coge el avi¨®n y se planta en Luanda. Lo llevan a un hotel; le asignan una habitaci¨®n, se afeita y se cambia de camisa, ya est¨¢ listo y enseguida se lanza a la lucha. Al cabo de pocas horas constata que s¨®lo da cabezadas contra la pared. No puede hacer nada.
En estos momentos en que el periodismo atraviesa una triple crisis de conciencia, confianza y objetivos es imprescindible leer al Kapuscinski de Angola. Y de paso quitarnos el sombrero ante tanta literatura grande. ?Qu¨¦ gozada!
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