Canetti: el don de lenguas
Con este tercer volumen, la obra completa de Elias Canetti (1905-1981, que a estas alturas del siglo XXI se presenta ya como la del ¨²ltimo gran cl¨¢sico de nuestra cultura europea, y universal tal como est¨¢n las cosas) acaba de cruzar ya el ecuador en nuestro idioma, que adem¨¢s fue el suyo natal y que siempre entendi¨® y apreci¨®, aunque no lo lleg¨® a dominar nunca del todo, lo que entre otras cosas le permiti¨® estimar la espl¨¦ndida obra de su traductor inicial y final entre nosotros, Juan Jos¨¦ del Solar, hasta el punto de nombrarle oficiosamente su traductor titular al espa?ol. Pues en verdad, el origen de la literatura de Elias Canetti reside en su vocaci¨®n por la palabra, por las palabras m¨¢s bien, tanto por activa como por pasiva (como emisor y como receptor), ya que siendo un escritor monoling¨¹e en alem¨¢n, naci¨® dentro de una multitud de lenguas y palabras que se le pusieron enfrente casi simult¨¢neamente, lo que le llev¨® a utilizarlas (m¨¢s bien a pensarlas) todas ellas en el interior de su trasfondo creador.
LA ESCUELA DEL BUEN O?R (OBRAS COMPLETAS, III)
Auto de fe
Las voces de Marrakesh
El testigo oidor
Elias Canetti
Edici¨®n de Juan Jos¨¦ del Solar
Introducci¨®n de Jos¨¦ Manuel de Prada Samper
Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores. Barcelona, 2003
804 p¨¢ginas. 45 euros
Su primera lengua, como digo, fue el ladino, el espa?ol sefard¨ª, pues en una familia jud¨ªa hab¨ªa nacido en Rutschuk, un pueblecito de Bulgaria, en el curso bajo del Danubio, y ¨¦se fue -el b¨²lgaro- la segunda lengua infantil que aprendi¨® del trato con la servidumbre de su casa. Fue un segundo idioma, que nunca aprendi¨® escolarmente, pues fue para ¨¦l una lengua pr¨¢ctica y hablada, nunca aprendida ni escrita. Luego se traslad¨® con sus padres (que hablaban entre s¨ª en alem¨¢n) al Reino Unido, donde su padre falleci¨® pronto, lo que empuj¨® a su madre a establecerse en Austria, Suiza (en Lausana, donde aprendi¨® el franc¨¦s) y definitivamente en Viena, mientras su hijo aprend¨ªa los sucesivos idiomas que atravesaba, y las lenguas de la cultura cl¨¢sica de su ¨¦poca, como el lat¨ªn, el griego u otros por afici¨®n de lector omn¨ªvoro y voraz -como el chino- y todo ello se un¨ªa a las lenguas o¨ªdas en su infancia, el turco, el griego, el hebreo, el alban¨¦s, el rumano y el ruso. En fin, se trat¨® de una educaci¨®n multirracial y pluriling¨¹e, que irradiaba desde su origen "mittleuropeo" y semioriental en todas las direcciones.
Pero las palabras van siem-
pre en dos direcciones, de dentro afuera, del emisor al receptor y viceversa, para hablar es preciso antes escuchar y al rev¨¦s. Canetti fue un escritor que aprendi¨® primero a o¨ªr -o a la vez- y de ah¨ª el t¨ªtulo de este volumen (La escuela del buen o¨ªr) pues si aprendi¨® el alem¨¢n como una especie de tortura impuesta por su madre, luego lo completar¨ªa en sus correr¨ªas por calles y tabernas de Berl¨ªn y Viena y al final lo eligi¨® por ser el idioma del amor elegido por sus padres (y fascinado por las lecturas de Karl Kraus). Escribi¨® desde su infancia aunque primero quiso ser m¨¦dico y luego qu¨ªmico, pero existe todav¨ªa una multitud de escritos in¨¦ditos depositados en un fondo Canetti de Z¨²rich, sellado hasta el a?o 2024, aunque este mismo a?o actual se revelar¨¢ el listado de su biblioteca personal de 15.000 vol¨²menes. Estas obras completas ser¨¢n por tanto todav¨ªa provisionales durante todo este tiempo, aunque est¨¦n a punto de completarse en alem¨¢n, y en espa?ol hayan aparecido ya tres vol¨²menes de los cinco previstos, en una labor que se presenta como ejemplar. En los dos primeros se nos han redescubierto sus obras fundamentales, Masa y poder (la obra de su vida) y su gran autobiograf¨ªa en tres vol¨²menes (la historia de su vida desde su nacimiento hasta la muerte de su madre) y ahora en este tercer volumen se nos presenta su primera y ¨²nica novela, Auto de fe (1934) que le hizo c¨¦lebre en el ¨¢mbito germano en pleno nazismo cuyas convulsiones finales describi¨® de manera premonitoria y magistral, y que universaliz¨® su nombre a partir de sus traducciones en Norteam¨¦rica, Reino Unido y Francia en 1946-1947.
Jos¨¦ Manuel de Prada Samper nos cuenta toda esta historia con precisi¨®n y sabidur¨ªa, revelando c¨®mo el peso de esta obra maestra aplast¨® a sus primeros lectores brit¨¢nicos (Kate O'Brien y Cecil Day Lewis) cansados ya despu¨¦s de tanta tragedia b¨¦lica. Canetti fue siempre un escritor bastante terrible, enfrentado al mal universal de su tiempo -o de siempre, desde El Bosco, Gr¨¹newald y Goya- en el que coexist¨ªa lo c¨®mico y lo moral, lo grotesco con un fondo de esperanza inconmovible, un combate contra la muerte y el mal, que le aliment¨® sin parar a todo lo largo de su vida. No voy a extenderme sobre este libro en verdad gigantesco, la ¨²ltima gran novela de nuestro reci¨¦n pasado siglo, aqu¨ª revertida y reescrita de una vez entre nosotros. Es la historia de un holocausto tr¨¢gico y c¨®mico, que dej¨® de una pieza a gente como Hermann Broch, Thomas Mann, Robert Musil y ahora a Claudio Magris.
Bien, despu¨¦s de la f¨¦rrea unidad de los dos primeros tomos, con la obra fundamental -Masa y poder en el tomo I, que le ocup¨® durante casi toda su vida, y su trilog¨ªa autobiogr¨¢fica en el siguiente, todos ellos corregidos o retraducidos y con buenos complementos exeg¨¦ticos-, ahora nos llegan en este tercero otros tres m¨¢s diferentes, pues se a?ade a la m¨ªtica Auto de fe una especie de apuntes de un viaje por Marrakesh escrito diez a?os despu¨¦s de haberlo realizado, y por un pa¨ªs adem¨¢s cuyo idioma desconoc¨ªa (s¨®lo se enteraba de algunos di¨¢logos con amigos ingleses o jud¨ªos), pero cuyas voces reconstruy¨® gracias a su "buen o¨ªr". Se trata de un experimento total de una extra?a profundidad, pues nada se le escapa, desde los camellos condenados hasta el cementerio jud¨ªo pasando por los zocos y alguna historia triste e inconclusa hasta llegar a las voces narradoras de la plaza de Xem¨¢-el-Fna. Y por ¨²ltimo, he aqu¨ª los "cincuenta caracteres" escritos a voleo y dispersos en revistas a imitaci¨®n del primer cl¨¢sico del g¨¦nero, como as¨ª quiso se?alar cuando los firm¨® como El nuevo Teofastro, y que Juan Jos¨¦ del Solar ha fijado ya por tercera vez con la misma voz que los firm¨® la primera, El testigo oidor en su edici¨®n de 1977 en Labor, donde el traductor hace una reelaboraci¨®n ling¨¹¨ªstica repleta de sabidur¨ªa. ?Por qu¨¦ esta dispersi¨®n? Porque su unidad radica en el misterio de o¨ªr, de atestiguar, de juzgar en la impasibilidad, a trav¨¦s de los sonidos, las palabras dichas y o¨ªdas, aunque parezcan escapar a nuestra comprensi¨®n, porque s¨®lo las palabras ser¨¢n capaces siempre de salvarnos desde el principio hasta el final. S¨®lo la lengua nos salva frente a la muerte, que es el verdadero mal. Una edici¨®n inevitable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.