Ceuta, Melilla, Gibraltar, Olivenza: deudas pendientes
La marroquinidad de Ceuta y Melilla no debe ser puesta en cuesti¨®n", dice M¨¢ximo Cajal, diplom¨¢tico jubilado y hoy asesor del PSOE, para expresar una convicci¨®n que, en el contexto de la politica de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, puede parecer sacr¨ªlega: la de que, "por el bien de la salud colectiva de los espa?oles y para desactivar toda esa mezcla de temor, recelo y resentimiento hist¨®rico contra el moro", Espa?a deber¨ªa "dar comienzo a una reflexi¨®n conjunta con Rabat sobre este delicado asunto". Una reflexi¨®n "que desemboque en soluciones aceptables para ambos pa¨ªses, pero sin regatear por parte espa?ola, cualesquiera que sean sus modalidades y plazos, la definitiva marroquinidad" de las plazas.
"Espa?a debe comenzar una reflexi¨®n con Marruecos sobre este delicado asunto sin regatear la definitiva marroquinidad de las plazas"
"Es mi postura y no pretendo dar lecciones a nadie, pero s¨ª agitar los esp¨ªritus y provocar un debate por el bien y la salud colectiva de los espa?oles"
"Los sucesos de Perejil dieron un ejemplo espa?ol de colonialismo, de arrogancia y de no haber sabido negociar en el marco adecuado"
Y deber¨ªa hacerlo antes incluso de resolver el contencioso de Gibraltar. "Precisamente porque siempre se pens¨® de la otra manera [primero se recupera Gibraltar del Reino Unido, luego se aborda con Marruecos el futuro de las islas del Estrecho y Ceuta y Melilla] y nunca se ha desatascado el caso, creo que Espa?a deber¨ªa dar el primer paso con Marruecos", sostiene Cajal, que puntualiza en seguida: "Es mi postura, y yo no pretendo dar lecciones a nadie, pero s¨ª agitar los esp¨ªritus y provocar un debate".
La pol¨¦mica puede considerarse servida, a la vista de que la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, proclama cada vez que se suscita el tema que "Ceuta y Melilla son tan espa?olas como San Sebasti¨¢n o Santiago de Compostela". Otras veces, la ministra ha utilizado la comparaci¨®n con Huesca, una ciudad m¨¢s pr¨®xima a los or¨ªgenes familiares de este diplom¨¢tico que, en enero de 1980, fue noticia de primera p¨¢gina por su defensa de los ind¨ªgenas durante el asalto a la Embajada de Espa?a en Guatemala.
Contracorriente
Cajal es consciente de que navega a contracorriente, aunque no se considera pionero de una posici¨®n que retrotrae al muy ortodoxo Jaime Pini¨¦s, quien, en el dif¨ªcil 1975, inform¨® por escrito a Exteriores de que lo razonable ser¨ªa "retroceder inmediatamente pe?ones e islotes a Marruecos", "concertar un plazo de 20 a?os para retroceder" la soberan¨ªa de Melilla y rechazar cualquier discusi¨®n sobre Ceuta "hasta tanto hubi¨¦ramos incorporado Gibraltar a la soberan¨ªa espa?ola".
El propio Cajal tuvo la oportunidad de exponer ante altos niveles del Gobierno sus puntos de vista, a puerta cerrada, cuando trabaj¨® como secretario general de Pol¨ªtica Exterior bajo la direcci¨®n de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez; e incluso antes, en algunas intervenciones p¨²blicas de los a?os setenta, como subdirector general de ?frica. Pero ha esperado a concluir su carrera de funcionario para dirigir sus tesis al gran p¨²blico, en un libro, titulado Ceuta y Melilla, Olivenza y Gibraltar. ?D¨®nde acaba Espa?a?, que la editorial Siglo XXI est¨¢ a punto de lanzar al mercado.
Libre de ataduras oficiales, Cajal se preocupa ahora de que la previsible pol¨¦mica no salpique al PSOE, partido al que se afili¨® en el a?o 2000, cuando ya llevaba un a?o trabajando en su libro. Como asesor de la secretar¨ªa de relaciones internacionales socialista, que dirige Manuel Mar¨ªn, colabora en la redacci¨®n del programa para las elecciones generales del pr¨®ximo mes de marzo, pero advierte de que dicho programa no recoger¨¢ para nada sus puntos de vista personales sobre Ceuta y Melilla. "Se hablar¨¢, eso s¨ª, de recomponer la relaci¨®n con el Magreb desde una visi¨®n global y no de vaiv¨¦n", dice.
El libro de M¨¢ximo Cajal analiza desde una perspectiva hist¨®rica, jur¨ªdica, y sobre todo pol¨ªtica, los tres contenciosos que el autor observa a lo largo de las fronteras espa?olas: Ceuta, conquistada por Portugal en 1415, que pas¨® definitivamente a Espa?a en 1668, y Melilla, tomada para Fernando I en 1497 por Pedro de Estopi?¨¢n, escudero del duque de Medinasidonia; Gibraltar, arrebatada en 1704 a Felipe IV por el almirante Rooke y sus hu¨¦stes angloholandesas; y Olivenza, en los l¨ªmites con Portugal, que pas¨® definitivamente a Espa?a en 1801 gracias al peso que Carlos IV adquiri¨® por su colaboraci¨®n con las fuerzas napole¨®nicas.
Cajal aprecia que estos tres contenciosos est¨¢n "estrechamente imbricados". "Actuando a modo de vasos comunicantes, inciden sobre la cuesti¨®n planteada, y casi siempre lo hacen, en particular en la pol¨¦mica p¨²blica, en perjuicio de la postura espa?ola. Por mucho que le pese a Madrid", escribe en la introducci¨®n a su libro. "?Duda alguien de que la diplomacia brit¨¢nica, a la hora de mantener sus posiciones respecto de Gibraltar en sus contactos con su tradicional aliado, no haya esgrimido el caso de Olivenza para enfriar posibles solidaridades ib¨¦ricas en Liboa? (...) ?No acusa Rabat a Madrid de doble lenguaje cuando exige la devoluci¨®n del Pe?¨®n, pero se niega a retroceder Ceuta y Melilla? (...) ?No hacen lo propio las autoridades de la colonia y los pol¨ªticos, columnistas y simples ciudadanos brit¨¢nicos contrarios a la reversi¨®n del Pe?¨®n a Espa?a?". La conclusi¨®n es obvia: "Los problemas que aqu¨ª abordamos no pueden acometerse por separado; deben ser encauzados, gestionados y resueltos con una visi¨®n global, si bien las f¨®rmulas que se apliquen a cada uno de ellos no tengan que ser necesariamente id¨¦nticas".
Olivenza
El caso de Olivenza, desconocido para Exteriores hasta hace dos a?os, seg¨²n Cajal, y del que una mayor¨ªa de los espa?oles no tienen noticia, es el menos conflictivo, aunque el ex embajador se?ala que el Gobierno portugu¨¦s no se priva de distinguir en documentos oficiales entre el territorio de Olivenza y el de Espa?a. "Pienso que dif¨ªcilmente puede darse marcha atr¨¢s a la historia, tanto m¨¢s cuanto que en esta cuesti¨®n tambi¨¦n la geograf¨ªa quita la raz¨®n a Portugal, por lo que, reconociendo, sin embargo, la todav¨ªa visible lusitanidad de Olivenza, una f¨®rmula generosa, a la altura de los tiempos y del contexto de la Uni¨®n Europea en que ambos pa¨ªses se hallan inmersos, permitir¨ªa, al tiempo que se mantiene su espa?olidad, dotarla de un car¨¢cter espec¨ªfico acompa?ado de otros reconocimientos para aquellos de sus habitantes que lo solicitaran", escribe.
En los otros dos temas, Cajal no admite, en cambio, t¨¦rminos medios ni "medias tintas". Rechaza, por ello, el objetivo de soberan¨ªa compartida que marc¨® el ¨²ltimo fallido intento de negociaci¨®n hispano-brit¨¢nica sobre Gibraltar. "Soberan¨ªa compartida, no; porque es una instituci¨®n totalmente depass¨¦e, que ya ofrecieron Fernando Mor¨¢n y Abel Matutes, e inmanejable, sobre todo en el terreno militar", comenta. "Yo creo que los gibraltare?os ni con soberan¨ªa compartida ni sin soberan¨ªa compartida quieren ser espa?oles. Lo quieren both ways", a?ade, "porque quieren m¨¢s facilidades y no perder ninguna ventaja".
Cajal es adem¨¢s muy cr¨ªtico con el modo en que Josep Piqu¨¦ llev¨® esas ¨²ltimas negociaciones. "Fue una chapuza, porque lo ¨²nico que se ha logrado es dar alas a la autodeterminaci¨®n de los gibraltare?os, sublevar al Parlamento brit¨¢nico, provocar un refer¨¦ndum del que la imagen internacional de Espa?a sali¨® mal parada y debilitar la posici¨®n espa?ola ante la ONU", asegura. "Fue un error aceptar plazos tan breves para una negociaci¨®n que se abord¨®, aparentemente, sin tener claros los objetivos que se persegu¨ªan".
Piensa Cajal que una soluci¨®n clara del contencioso sobre Ceuta y Melilla dar¨ªa al Gobierno espa?ol "autoridad moral" para reclamar con la misma claridad a Gran Breta?a
la retrocesi¨®n total de Gibraltar. Pero a?ade que ni siquiera es ¨¦sa la raz¨®n por la que la negociaci¨®n con Marruecos le parece perentoria. Est¨¢ en primer lugar el factor seguridad y los riesgos potenciales que entra?a el conflicto hispano-marroqu¨ª, puesto en evidencia recientemente por los sucesos de Perejil, "un ejemplo espa?ol de colonialismo, de arrogancia y de no haber sabido negociar en el marco adecuado", opina el diplom¨¢tico. "Terminar recurriendo a la intervenci¨®n de Estados Unidos crea un precedente peligroso que responde a una visi¨®n transatl¨¢ntica de nuestras cosas. Eso costar¨¢ un precio, estoy seguro", asevera.
Pero la preocupaci¨®n de M¨¢ximo Cajal se extiende a campos m¨¢s concretos de la salud p¨²blica espa?ola, deteriorada por las escenas de depauperaci¨®n y tr¨¢ficos ilegales de mercanc¨ªas y personas que los enclaves africanos propagan. "Hay que remediar una situaci¨®n que me parece b¨¢sicamente injusta. Una situaci¨®n colonial que es una afrenta a Marruecos y un elemento de desasosiego y mala conciencia nacional para Espa?a, que se agita en cuanto se menciona el tema. Hay que reintegrar la integridad territorial de Marruecos".
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