El Valencia arrolla al Espanyol

El rival m¨¢s f¨¢cil en el momento m¨¢s dulce. Eso supuso ayer el Espanyol para el Valencia, que gan¨® con la gorra. A su armon¨ªa defensiva, el cuadro de Ben¨ªtez ha a?adido la irrupci¨®n de un goleador hambriento (Mista), que da salida a ese centro del campo con el que sue?a todo delantero: Marchena, Jorge L¨®pez, Aimar y Vicente. S¨ª, ayer Marchena. Ben¨ªtez le dio descanso a Albelda y el central sevillano estuvo perfecto de medio centro. Sirvi¨® dos espl¨¦ndidos pases de gol: el primero a Baraja y el segundo a Vicente. Los dos rasos y a la espalda de la defensa espanyolista, donde m¨¢s duele. El Espanyol dio pena. Ni siquiera fue ese equipo aguerrido que se le supone a Clemente. Parece un conjunto descapitalizado. Se echa una ojeada a la alineaci¨®n y se entiende el lugar que ocupa en la tabla: el ¨²ltimo. A todo eso se agrega la importancia de tener un buen portero. Preguntado en la previa qu¨¦ futbolista fichar¨ªa del Valencia, Clemente respondi¨® que Ca?izares. Y ayer se entendi¨® por qu¨¦. El meta valencianista intervino poco, lo justo para evitar el empate en un remate a bocajarro de Maxi Rodr¨ªguez. Lo contrario de Toni, cuya pifia en el primer tanto hundi¨® al Espanyol. Curioso: Toni fue el titular en el oro de Espa?a en los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona 92; y Ca?izares su reserva.

Clemente le dio la tarde a Carlos Garc¨ªa, el pobre. Le encomend¨® que no perdiera de vista al n¨²mero 21 del Valencia: un tal Aimar. Y ah¨ª estaba Garc¨ªa, persiguiendo la sombra del media punta argentino, cuya movilidad e inteligencia convierten el marcaje individual en tarea imposible. M¨¢s todav¨ªa si, como le pidi¨® Ben¨ªtez, se deja caer a las bandas, aparentando que se trata de un interior. Y no lo es. Es el media punta de toda la vida, el que tiene libertad para abrir espacios, a su libre albedr¨ªo.

No le trae a Toni buenos recuerdos Mestalla. Hist¨®rica fue la ocasi¨®n en que, en el Atl¨¦tico, Tamudo le rob¨® el bal¨®n mientras lo botaba con las manos y el Espanyol ganaba la final de Copa (2000). Ayer no fue para tanto, pero s¨ª que facilit¨® la goleada con sus desafortunados despejes con el pie. Sobre todo el primero: desde una esquina del ¨¢rea envi¨® el bal¨®n a la media luna. Gracias, contest¨® Mista, que no perdona. El delantero las ha pasado canutas, el club trat¨® de traspasarlo al Sevilla, y ahora disfruta de cada segundo. Con su manojo de virtudes -sacrificio, agresividad, t¨¦cnica e instinto- combate un pecado que parece capital en un punta: la falta de velocidad.

Sobrad¨ªsimo anduvo en la primera parte Baraja, capit¨¢n en ausencia de Albelda. Despu¨¦s, el vallisoletano ya desapareci¨®, como si estuviera reserv¨¢ndose para empresas mayores.

Al cuadro de Clemente se le ha puesto cara de perdedor. Y un evidente complejo de inferioridad. Toda la tropa est¨¢ preparada para defender, pero sin saber c¨®mo. No hay centro del campo. Es decir, nadie capaz de lanzar un pase en condiciones a los delanteros. ?Delanteros? Bueno, uno: Ra¨²l Molina, que lidiaba en solitario con Curro Torres, Carboni, Ayala y el joven Navarro, que da la impresi¨®n de estar toda la vida en Primera.

El Valencia se dej¨® llevar tras el descanso y permiti¨® que el Espanyol ense?ara si dispon¨ªa de algo en ataque. Nada. Lo que quedaba era un precioso pase en profundidad de Marchena a Vicente, que super¨® ayer una peque?a crisis yendo de menos a m¨¢s. Tambi¨¦n qued¨® una buena incursi¨®n de Xisco al que se le interpuso en el disparo Rufete, ante el enfado de la grada, que prefer¨ªa que chutara el peque?o delantero. M¨¢s trat¨¢ndose de Rufete, convertido de pronto en la diana de un sector de Mestalla. De forma caprichosa e injustificada.