La vida secreta de Kobe Bryant
Un juez de Denver decide hoy si el alero de los Lakers, el jugador m¨¢s famoso de la Liga, ser¨¢ juzgado por violar a una mujer
El sexo, en su vertiente fortuita y despreocupada, est¨¢ tan vinculado a la NBA como el bal¨®n o la canasta. Cuenta la leyenda que los novatos reci¨¦n llegados de las ligas universitarias reciben un mismo consejo antes de pisar la cancha por primera vez: "Acu¨¦rdate siempre de que las mujeres son gratis pero los ni?os cuestan dinero". A Kobe Bryant, que es incuestionablemente el jugador m¨¢s valioso de la NBA, ese mundo de fama, dinero y sexo repentino quiz¨¢ le cueste algo m¨¢s que una pensi¨®n de paternidad: puede pasar el resto de su vida en la c¨¢rcel. Un juez de Denver decide hoy si Bryant, de 25 a?os, ser¨¢ juzgado por violar a una mujer en la habitaci¨®n de un hotel.
De todos los deportes profesionales, s¨®lo los jugadores de la NBA parecen moverse siempre rodeados por un grupo de gente en el que se mezclan guardaespaldas de aspecto patibulario, agentes abiertamente pelotas, amigos desenfrenados y, sobre todo, admiradoras, decenas de admiradoras deslumbradas por la cercan¨ªa de una fama de m¨¢s de dos metros de altura.
La demandante present¨® restos de semen y sangre en su ropa, pero no eran de Bryant
Desde el 'caso Simpson', EE UU nunca se hab¨ªa volcado en seguir un proceso judicial
'Sports Ilustrated' estima que en la NBA existen tantos hijos ileg¨ªtimos como jugadores
"Lo que sorprende es que el acusado de violaci¨®n sea Kobe Bryant porque ¨¦l no es como los dem¨¢s jugadores, parec¨ªa un "nice guy", un tipo simp¨¢tico, bien educado y con buenos modales", cuenta a EL PAIS Kevin Modesti, el columnista del Los Angeles Times que est¨¢ siguiendo el juicio contra el jugador de los Lakers.
El nice guy Kobe Bryant puede ser condenado a cadena perpetua si un juez decide hoy admitir a tr¨¢mite el proceso por violaci¨®n y si un jurado emite finalmente un veredicto de culpabilidad, posiblemente en torno a la primavera del a?o pr¨®ximo. Nunca antes las cadenas informativas como MSNBC o CNN hab¨ªan dedicado tantas horas de programaci¨®n a mostrar en pantalla una puerta cerrada: la de la sala del tribunal en el que se celebr¨® la vista preliminar. Y nunca desde el caso O. J. Simpson se hab¨ªa volcado tan apasionadamente este pa¨ªs en el seguimiento de un proceso judicial que mezcla dos pasiones de valor internacionalmente reconocido: deporte y sexo.
?Qu¨¦ pas¨® en la noche del 30 de junio en la habitaci¨®n de Kobe Bryant en el hotel Cordillera? El jugador hab¨ªa escogido ese alojamiento para convalecer de una operaci¨®n en la rodilla. Es un balneario de lujo con aspecto de castillo belga, tranquilo y rec¨®ndito, situado en una zona monta?osa cerca de Edwards, en el estado de Colorado.
La noche anterior al d¨ªa de la operaci¨®n, una empleada del hotel entr¨® en la habitaci¨®n de Kobe Bryant. A la ma?ana siguiente, el sheriff del condado llam¨® al jugador para que fuera a un hospital cercano a proporcionar una muestra de ADN. Acababa de ser acusado de violaci¨®n.
Sobre lo que ocurri¨® entre la visita y la llamada hay, obviamente, dos versiones nada coincidentes. Seg¨²n los abogados de la defensa, en la intimidad de la habituaci¨®n s¨®lo hubo sexo consentido entre dos adultos; seg¨²n los fiscales, hubo sexo pero no consentido sino violento y obligado, tanto que la joven sali¨® descompuesta y magullada.
Estos son los detalles que da la defensa:
Pocos minutos despu¨¦s de que Bryant llegara al hotel, una empleada de la recepci¨®n tom¨® sus datos y le dio las llaves de su habitaci¨®n. El jugador, de gesto infantil y habitualmente reservado en sus modales, enseguida cruz¨® miradas con la joven de 19 a?os, rubia y despierta. "Inmediatamente empezaron a flirtear", dijo durante el juicio un testigo de la defensa, que cont¨® c¨®mo ambos parec¨ªan encantados de haberse conocido. Dieron un paseo en el que la joven le ense?¨® las instalaciones del hotel.
Horas despu¨¦s, solo en su habitaci¨®n, Bryant llam¨® a recepci¨®n para pedir que le subieran varios platos del men¨². Cuando abri¨® la puerta no hab¨ªa un camarero: se encontr¨® a la empleada de recepci¨®n, que le hab¨ªa subido personalmente la cena. Volvieron a hablar y volvieron a despedirse.
Bryant llam¨® despu¨¦s a recepci¨®n para quejarse de que el jacuzzi de su cuarto de ba?o no funcionaba. La joven se ofreci¨® a subir ella misma a mirarlo. Al jugador le pareci¨® perfecto, y mejor a¨²n si sub¨ªa cuando acabara su turno de trabajo. La mujer capt¨® el mensaje y fue a la habitaci¨®n cuando termin¨® su jornada laboral. Lo que pas¨® poco despu¨¦s es obvio pero, seg¨²n la defensa, estrictamente voluntario.
Sin embargo -siempre seg¨²n la versi¨®n Bryant- el jugador se arrepinti¨® de haber iniciado un encuentro sexual sin emplear un cond¨®n. De una manera o de otra, el ¨¦xtasis se convirti¨® en crisis, discutieron, se gritaron y se empujaron. Bryant pidi¨® a la mujer que no se fuera; ella se march¨®, pero prometi¨® volver. Nunca volvi¨®. Al d¨ªa siguiente, se fue a la comisar¨ªa.
Y esta es la versi¨®n de la acusaci¨®n:
Bryant y la joven no intercambiaron miradas en la recepci¨®n sino que ¨¦l puso su mirada en la mujer y decidi¨® que quer¨ªa su compa?¨ªa para esa noche. Cuando la empleada del hotel entr¨® en su habitaci¨®n para comprobar si el jacuzzi estaba estropeado, el jugador "atac¨® a la chica nada m¨¢s cruzar la puerta", ha contado en la cadena CBS un ex novio de la mujer que habla a menudo con ella. Desde el primer momento "fue agresivo, manose¨® a la joven y le oblig¨® a mantener un encuentro sexual con ¨¦l".
Las manos de Kobe Bryant, capaces de sujetar un bal¨®n de baloncesto con la misma facilidad con la que el resto de los humanos sujetan una pelota de tenis, apretaban el cuello de la chica, apresada contra el respaldo de una silla, mientras ella gritaba desesperada y le suplicaba que parase.
Bryant, todav¨ªa atontado por la anestesia de la operaci¨®n, estaba en el hotel jugando a las damas con un guardaespaldas cuando recibi¨® la llamada del sheriff. En varios interrogatorios durante las primeras tres semanas, el jugador siempre neg¨® haber mantenido relaciones sexuales con la chica. Jur¨® y perjur¨® que tan s¨®lo hab¨ªan flirteado ocasionalmente y que nunca hab¨ªan ido m¨¢s all¨¢ de las palabras en las visitas a su habitaci¨®n.
Veinti¨²n d¨ªas despu¨¦s, en una rueda de prensa montada en el Staples Center en el que juegan sus Lakers, Bryant, entre sollozos, volvi¨® a negar el delito de violaci¨®n, pero admiti¨® "haber cometido el pecado del adulterio". Su mujer, Vanesa Laine, estaba agarrada a su brazo. La pareja habl¨® de "trabajar para salvar nuestro matrimonio" y se march¨® con la inaudita sensaci¨®n de haber cerrado el caso con ese ejercicio de flagelaci¨®n p¨²blica.
Nada m¨¢s lejos de la realidad: la fiscal¨ªa del condado anunci¨® su intenci¨®n de celebrar una vista preliminar para que fuera un juez el que decidiera si la acusaci¨®n tiene fundamento.
Esos dos d¨ªas de comparecencias a puerta cerrada celebradas la semana pasada han proporcionado alimento informativo para los medios de comunicaci¨®n y, por encima de todo, han desvelado decenas de detalles s¨®rdidos e inc¨®modos, pero perfectos para una conversaci¨®n de pasillo. En eso se ha convertido aqu¨ª el caso Kobe Bryant: en un debate constante sobre los m¨¦ritos de la acusaci¨®n.
Por haber, ha habido incluso golpes de efecto ajustados al perfecto gui¨®n judicial de un pa¨ªs enamorado de los tribunales. La defensa ha desvelado varios detalles que pueden llegar a desmoronar la credibilidad de la acusaci¨®n. Se sabe ahora, por ejemplo, que la mujer, cuando baj¨® de la habitaci¨®n del jugador despu¨¦s de lo que fuera que pasara entre esas cuatro paredes, no se mostr¨® en absoluto afectada por el incidente. Una compa?era de trabajo cont¨® bajo juramento que la joven "baj¨® tranquila, como si no hubiera pasado nada".
Hay otro elemento a¨²n m¨¢s escabroso. La mujer no acudi¨® al hospital inmediatamente despu¨¦s de la supuesta violaci¨®n, sino al d¨ªa siguiente. En el hospital le practicaron un "examen de violaci¨®n", el procedimiento m¨¦dico habitual para buscar pruebas de una agresi¨®n sexual y restos gen¨¦ticos que permitan quiz¨¢ identificar al agresor. Llev¨® dos prendas interiores porque no se acordaba cu¨¢l llevaba puesta la noche en la que su vida se cruz¨® con la del jugador.
Se encontraron, efectivamente, restos de semen, y tambi¨¦n de sangre. Y hab¨ªa un vello p¨²bico masculino.
El pelo result¨® ser de un hombre blanco. El semen y la sangre tampoco eran de Kobe Bryant.
En su primera declaraci¨®n, la mujer dijo que hab¨ªa mantenido relaciones sexuales con otro hombre -con preservativo- dos d¨ªas antes del suceso que denunciaba. Craig Silverman, uno de los abogados de la defensa, asegura que la presencia de "otro" semen demuestra que la mujer tambi¨¦n mantuvo relaciones sexuales con alguien despu¨¦s de haber estado con el jugador pero antes de ir al hospital, sin dejar pasar la ocasi¨®n para subrayar que acudi¨® al centro m¨¦dico "con una prenda interior que conten¨ªa el semen de otra persona".
La t¨¢ctica estaba clara. Aunque la ley impide a abogados y fiscales utilizar como argumento las costumbres sexuales de un individuo, la maniobra pon¨ªa sobre la mesa la supuesta promiscuidad de la mujer. Aunque el juez cort¨® enseguida ese camino, el abogado ya ha creado un primer elemento al que agarrarse si alguna vez tiene que demostrar ante un jurado la existencia de una "duda razonable".
Adem¨¢s, el sheriff reconoci¨® en su testimonio que la joven, en su primera declaraci¨®n, reconoci¨® que "nunca dijo claramente no" a las propuestas sexuales del jugador. Seg¨²n el analista legal Andrew Cohen, la defensa "va a usar ese detalle para construir un caso de "malentendido", es decir, para demostrar que Bryant cre¨ªa honestamente que la mujer hab¨ªa dado su consentimiento para mantener relaciones sexuales, y que par¨® inmediatamente en cuanto se dio cuenta de que no era as¨ª". Todos los expertos creen que el juez anunciar¨¢ hoy su decisi¨®n de que el caso vaya a juicio, pero nadie sabe anticipar cu¨¢l puede ser el veredicto. Y, por supuesto, se habla ya de una posible negociaci¨®n extrajudicial.
Cada detalle de esta historia desagradable reafirma dos pasiones incuestionables: la de los amantes del deporte por las estrellas del baloncesto y la de las estrellas del baloncesto por el sexo. Las dos pueden someterse a un examen anal¨ªtico y racional.
"Cuando escrib¨ª una columna en la que relataba los hechos de manera equilibrada, recib¨ª decenas de correos electr¨®nicos", cuenta Modesti desde la redacci¨®n del L.A. Daily News. "Todos los mensajes eran para defender a Kobe. Eso significa, primero, que todos los que se sintieron motivados a escribirme apoyan al jugador y, segundo, m¨¢s importante, que en esta ciudad cualquier sugerencia sobre su culpabilidad provoca una furia inmediata", dice el columnista.
Al menos dos seguidores de los Lakers han sido arrestados por amenazar a la mujer que ha denunciado a Kobe Bryant. El jugador ha empezado a entrenarse, aunque no est¨¢ saliendo a la pista en los partidos de pretemporada. Cuando a su entrenador, Phil Jackson, le preguntaron si era conveniente alinear a alguien acusado de violaci¨®n, respondi¨® que en este pa¨ªs "todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario".
El segundo elemento de continuidad es la legendaria inclinaci¨®n de los jugadores de baloncesto hacia el desenfreno sexual. Una investigaci¨®n de Sports Illustrated desvel¨® no hace mucho que hab¨ªa tantas demandas de paternidad contra estrellas de la liga profesional como para estimar que en ese colectivo laboral existen tantos hijos ileg¨ªtimos como jugadores. Seg¨²n Len Emor, antigua estrella de la NBA, "por cada jugador que no tiene ning¨²n hijo ileg¨ªtimo, hay alguno que tiene dos o tres".
Gary Payton, que esta temporada ha fichado por los Lakers, llam¨® a su primer hijo Gary Payton Junior, y al seguno le puso Gary Payton II. Los ni?os se llevaban tres meses y eran, obviamente, de madres distintas.
Un libro de Todd Boyd que analiza sociol¨®gicamente este deporte en EEUU (Bas
ketball Jones: America Above the Rim) recuerda al lector que existen pocas estrellas en la constelaci¨®n del baloncesto que no hayan reconocido hijos fuera sus matrimonios: desde Larry Bird a Patrick Ewing, desde Shawn Kemp a Jason Kidd, Hakeem Olajuwon, Gary Payton, Scottie Pippen o Isiah Thomas. En esa lista no se incluye a Magic Johnson, aunque cuando reconoci¨® que era seropositvo admiti¨® al mismo tiempo un pasado plagado de encuentros sexuales an¨®nimos y abundantes.
El Wall Street Journal lleg¨® a publicar una investigaci¨®n que revelaba la acumulaci¨®n de denuncias contra estrellas de la NBA que son extra?amente "silenciadas" en la prensa. Contaba, por ejemplo, c¨®mo una mujer denunci¨® a Larry Johnson, de los New York Knicks, por tratar de obligarle a abortar. Cuando se neg¨®, un compa?ero de equipo de Johnson llam¨® a la joven con amenazas de muerte. Un agente deportivo contaba que el 90% de las demandas de paternidad se cierran con un acuerdo econ¨®mico antes de que el caso salga a la luz.
La mayor¨ªa de esas denuncias acaban apag¨¢ndose de la manera m¨¢s sencilla: con dinero. Jerry West, uno de los jugadores mitol¨®gicos de los Lakers, sol¨ªa decir que la NBA es como el mundo del rock porque est¨¢ lleno de groupies, admiradoras que, con tal de tocar a su ¨ªdolo, aceptan ser tocadas por ¨¦l. West, actualmente director de operaciones de Memphis, equipo de Pau Gasol, daba dos consejos a los jugadores reci¨¦n llegados. Primero: el jugador no debe ser nunca el que pida a una admiradora mantener una relaci¨®n sexual; tiene que enviar a un amigo o un agente que primero tantee a la mujer para dejar claro que se trata s¨®lo de una noche de sexo sin compromiso. Segundo: conviene dar a las mujeres buenos regalos de despedida. Seg¨²n Newsweek, uno de los jugadores m¨¢s famosos de la NBA viaja siempre con un malet¨ªn lleno de joyas con las que premiar a las mujeres que pasan fugazmente por su vida. El regalo es tambi¨¦n un pacto de silencio.
Kobe Bryant nunca hab¨ªa participado en lo que Boyd describe en su libro como una bacanal continua en el circuito de la NBA. En cada estadio, en cada esquina de cada hotel, "hay mujeres que siguen a los jugadores, mujeres que dejan claro que quieren mantener relaciones sexuales con un individuo famoso", cuenta el autor. Tal es la envergadura de esta costumbre que la NBA ha empezado a impartir seminarios obligatorios para los rookies sobre conducta sexual y consejos para evitar problemas legales.
Pero es el nice guy Bryant -que se educ¨® en Europa, donde pas¨® seis a?os de su infancia ya que en el viejo continente jugaba su padre- el que est¨¢ a un paso de la c¨¢rcel. Es el mismo Bryant que se enfrent¨® con su familia por negarse a firmar un acuerdo prematrimonial antes de casarse con Vanesa Laine. El mismo Bryant que no quiso escuchar el consejo de Michael Jordan cuando le dec¨ªa que era muy joven para casarse. El mismo Bryant que presum¨ªa de la motivaci¨®n que lograba en la cancha pensando en su hija Natalia. El mismo Bryant a quien sus compa?eros de equipo llamaban a veces El Monaguillo.
Pero es tambi¨¦n el mismo individuo que hab¨ªa consultado recientemente con un abogado experto en divorcios. Y el mismo jugador -cuentan algunos compa?eros- que parec¨ªa de repente atra¨ªdo por ese lado oscuro de la liga de baloncesto.
Ahora Bryant le ha comprado a Vanesa un anillo de cuatro millones de d¨®lares y ha paseado con ella y con su hija por las calles de Disneylandia. Hoy sabr¨¢ si por delante tiene un calvario judicial que ser¨¢, sin duda, retransmitido tenazmente por los medios de comunicaci¨®n.
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