"Las piezas me salen m¨¢s r¨¢pidas o m¨¢s lentas, seg¨²n mi sentido del humor"
Los tiempos de las obras, la rapidez, la cadencia, el ritmo no son una cuesti¨®n de forma para Mija¨ªl Pletnev (Arc¨¢ngel, Rusia, 1957), sino "de sentido del humor", dice ¨¦l. As¨ª que es un misterio c¨®mo aparecer¨¢ este pianista ruso, temperamental, profundo y escurridizo, hoy en el Auditorio Nacional, donde act¨²a dentro del ciclo Grandes int¨¦rpretes de la Fundaci¨®n Scherzo, que patrocina EL PA?S. Que habr¨¢ emoci¨®n y aventura est¨¢ claro, a juzgar por el programa, en el que se incluyen piezas de Schumann y una obra poco habitual, las 18 piezas Opus 72 para piano, de Chaikovski.
Pletnev no parece amigo de ch¨¢charas ni de perder el tiempo con palabrer¨ªas as¨ª que cuando se le pregunta por qu¨¦ se interpretan poco estas piezas maravillosas de Chaikovski, responde: "Dif¨ªciles". Nada m¨¢s. Luego da una calada a uno de sus cigarrillos habituales y mira socarr¨®n al interlocutor c¨®mo ret¨¢ndole para ver qu¨¦ m¨¢s se le ocurre preguntar. ?Y usted hace mucho que las interpreta? "Las hice hace por lo menos 20 a?os y volv¨ª a tocarlas el a?o pasado". ?Se enfrenta a ellas de otra manera ahora? "Teniendo en cuenta que los seres humanos nos transformamos cada siete a?os, pues las veo tres veces cambiadas, pero tampoco s¨¦ c¨®mo las har¨¦ ma?ana, depende de c¨®mo est¨¦. Me salen m¨¢s r¨¢pidas o m¨¢s lentas seg¨²n mi sentido del humor. ?stas se pueden tocar en dos horas o en media. Si las hiciera Celebidache tardar¨ªa dos horas; si las hiciera Toscanini, menos de 30 minutos".
"?Qu¨¦ m¨¢s? Se va a enfriar su t¨¦", avisa. Habr¨ªa que hablar con ¨¦l de la Escuela Rusa, de la que ¨¦l es representante. Como tal, saltar¨¢ con una respuesta t¨ªpica de miembro del clan. ?Si no fuera por los pianistas de la Escuela Rusa, esas piezas de Chaikovski se interpretar¨ªan todav¨ªa menos? "Primero, yo no soy pianista, yo soy un m¨²sico, dirijo, interpreto, escucho, amo la m¨²sica. Segundo, ?qu¨¦ es la Escuela Rusa? No existe". No est¨¢ mal. Confirmado, es un digno representante. La niega, como todos, pero tambi¨¦n se niega a s¨ª mismo, es un paso m¨¢s en la pirueta mortal constante de estos maestros del piano: iconoclastas, provocadores, respondones, raros, como lo fueron Horowitz o Richter, como lo son ahora Sokolov, Ugorski o ¨¦l.
Tampoco ten¨ªa humor ayer para hablar de m¨²sica. Estaba lento. Si hubiese tenido que tocar Chaikovski, se aproximar¨ªa a las dos horas. "No me gusta hablar de m¨²sica, no s¨¦ que decir", asegura. "Ni las entrevistas. Hay que hacerlas, es su trabajo y el m¨ªo. Tendr¨¦ que buscar cosas que le interesen a sus lectores; vamos a ver qu¨¦ se me ocurre o inv¨¦nteselo usted", propone. ?En serio? ?Me deja? Ante el reto, tuerce el gesto y prefiere seguir respondiendo.
Pues nada, vamos a hacer las fotos. "Vale", dice, "pero usted me acompa?a para darle acci¨®n", propone al entrevistador. Le invitan a posar en una escalera junto a un ventanuco. Al ver el sitio, sonr¨ªe, pero le espeta al fot¨®grafo: "?Tiene un sombrero?". ?C¨®mo dice? "Que si tiene un sombrero, porque as¨ª puedo pedir mientras me las hace en este sitio".
Mientras posa, le entran ganas de hablar de arquitectura espa?ola contempor¨¢nea. ?l saca el tema. "Es la mejor del mundo, Bofill, Calatrava, Moneo.... Mire, lo que hacen en Alemania o en Francia, es vergonzoso. Aqu¨ª, Calatrava ha hecho el Auditorio de Tenerife brillantemente y por la mitad de precio. En Francia hubiese costado dos veces m¨¢s y hubiese sido el triple de detestable". Parece que ha encontrado, por fin, un tema de conversaci¨®n, pero hay que despedirse. Otra vez, Pletnev ha jugueteado con los ritmos y los tempos, qu¨¦ se le va a hacer. Ya se sabe, estos de esa Escuela Rusa que no existe son imprevisibles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.