El vizca¨ªno
Oteiza no se hubiera fijado en ¨¦l si no hubiera tomado en serio a aquel loco que, espada en ristre, le atac¨® en la creencia de que ten¨ªa secuestrada una dama que tan s¨®lo acompa?aba. Se trata de una de las primeras escenas del Quijote, cuando ¨¦ste confunde una comitiva en la que dos cl¨¦rigos montados en sus mulas acompa?an una carroza donde viaja una dama a la que escolta su paje, que es nuestro vizca¨ªno. Pues bien, don Quijote cree que la llevan secuestrada y les ataca. El error del vizca¨ªno, su aparente error, el que le lanz¨® a la fama universal, fue tomar en serio al desquiciado de don Quijote, cayendo tambi¨¦n ¨¦l en el juego de la locura.
Lo ¨²til, dicen sus detractores, es seguirles a los locos la corriente, como hicieran varios protagonistas de la obra. Seguirle la corriente para molerlo despu¨¦s a palos, dando lugar a escenas crueles que mueven a la compasi¨®n, o invitarle a aceptar el poder de la ?nsula de Barataria para que la abandone al poco, incluido su ambicioso escudero que fue su gobernador, y por las buenas, aburridos, se marchen. Se ha ensayado la entrega de la ?nsula de Baratar¨ªa y no ha tenido resultado, quieren m¨¢s. La enajenaci¨®n sigue adelante, y la prudencia aconseja evitar hacer el vizca¨ªno, negarse a aceptar la locura del otro, esperando que un d¨ªa ¨¦ste reflexione.
El problema es que la locura se contagia r¨¢pidamente, y, con el poco sentido del humor que nos caracteriza a los vascos, mucha gente se puede desmoralizar creyendo que se le da la raz¨®n a los enajenados por esperar demasiado tiempo a que llegue la ambulancia del psiqui¨¢trico. Porque esa espera, adem¨¢s, es aprovechada para la extensi¨®n de iniciativas propensas a la esquizofrenia hasta por cauces acad¨¦micos, integr¨¢ndose en la UPV los institutos especializados en la promoci¨®n de desdoblamientos individuales producidos por las dobles identidades culturales. Por supuesto, cualquier individuo puede asumir varias culturas; lo que no puede es asumir distintas identidades personales. Eso acaba mal.
Tanto se promociona el desquiciamiento que ya no hay espacio en el sanatorio para meter a tanto enajenado. Porque si bien el vizca¨ªno meti¨® la pata, pi¨¦nsese tambi¨¦n en el problema de seguir la corriente a tan especiales aventureros, porque al final acaban contagiando a toda la sociedad y son los cuerdos los que acaban en el manicomio, y, para encubrir la locura de sus celadores, pueden terminar en unas duchas que echan gas. ?stos s¨®lo se enteraron de su locura cuando recibieron el shock de ver a los rusos entrando en la Canciller¨ªa de Berl¨ªn.
Pero las autoridades sanitarias saben bien que las dobles identidades propuestas solamente es el procedimiento para alcanzar una sola, la aut¨¦ntica, pero construida a base de jirones de odio, victimismo, complejos, miedos, y despu¨¦s de haber pasado por el largo camino de destrozar la personalidad de cada vasco. El procedimiento de las autoridades sanitarias es el de amplias concentraciones identitarias de masas, como la del pasado s¨¢bado en San Sebasti¨¢n, excelsas comuniones alrededor del euskara y frente a todas las opresiones espa?olas a lo vasco, junto a la pancarta que acusa a la Ertzaintza de torturadora y al PNV de "Partido Nunca Vasco". Ni por esas haga usted lo que el vizca¨ªno, no los tome en serio, ni siquiera advierta a las autoridades sanitarias de que el procedimiento empleado es el m¨¢s contraproducente. No insulte, no crispe y, si ve que su actitud no funciona, eche a correr hasta Zahara de los Atunes, porque le arrollan.
F¨ªjese en las personas del PSE, algunos socialistas est¨¢n en Elkarri, otros sue?an que erigiendo institutos para la ¨¦tica y la moral se transforma la situaci¨®n, otros tienden puentes a una orilla cada vez m¨¢s lejana y sufren una innecesaria agresividad, un rechazo continuo que debiera ser prueba de que la meta no cuenta en ning¨²n caso con ellos; hay que ser vasco lineal, no contaminado de espa?ol, aunque s¨ª de lo argentino o de lo que le provea Reno en EE UU. Y cuanto m¨¢s esfuerzo hacen en convencerles de que no hay tal enemigo perverso, es peor, los ponen los primero en la lista. Tan malo es hacer el vizca¨ªno como esperar que el enajenado se d¨¦ cuenta de la que est¨¢ montando y de su situaci¨®n personal. Tiene que inventarse enemigos, convertir molinos en gigantes, idealizar personas y pa¨ªses que nunca existen en la realidad y a los que hay que marchar, por mucho que se les diga que no son gigantes sino molinos, que Dulcinea es tal y no hay ej¨¦rcito armado, sino una piara de cerdos; es igual. La pena es que cuando estaba cuerdo era una persona entra?able.
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