"Mis ojos empiezan a distinguir la Tierra del cielo"
El astronauta espa?ol narra sus impresiones de la misi¨®n en la primera entrega de su diario
Estoy escribiendo estas notas en el Soyuz con un boli barato. ?Por qu¨¦ tiene eso importancia? Resulta que llevo 17 a?os trabajando en programas espaciales, 11 como astronauta, y siempre he cre¨ªdo, porque as¨ª me lo han explicado, que los bol¨ªgrafos normales no escriben en el espacio. "La tinta no cae", dec¨ªan, "escribe un momento boca abajo con un boli y ver¨¢s c¨®mo tengo raz¨®n".
En mi primer vuelo, como todos los astronautas del transbordador, yo llev¨¦ un boli muy caro de esos que tienen el cartucho de tinta a presi¨®n. Sin embargo, el otro d¨ªa estaba con mi instructor de Soyuz y vi que estaba preparando los libros para el vuelo, y estaba poni¨¦ndonos un boli con un cordel para escribir una vez en ¨®rbita. Ante mi asombro, me dijo que los rusos siempre han usado bolis en el espacio. Yo tambi¨¦n met¨ª uno nuestro, de propaganda de la Agencia Europea del Espacio (no vaya a ser que los bolis rusos sean especiales), y aqu¨ª estoy, no deja de funcionar y ni escupe ni nada. A veces prever demasiado las cosas impide hacer intentos y, por lo tanto, las cosas se construyen m¨¢s complicadas.
Pero no era eso el tema de este mensaje. Desde una altura de 215 kil¨®metros (ahora mismo, 11.07 hora de Mosc¨²) las nubes se ven preciosas, de una tridimensionalidad que no vi desde 550 kil¨®metros la vez anterior.
Donde hace calor (ahora mismo volamos sobre Filipinas), las nubes son como campos llenos de hongos. Unos segundos m¨¢s tarde hay una zona de nubes altas, planas, que asemeja m¨¢s un velo de novia. Otros segundos de viaje, y se ve una tormenta, una nube alta que penetra el velo y se eleva hasta parecer que quiere tocarnos. El reflejo del sol en los retazos de mar que se ven es ahora de color naranja intenso, mientras que la atm¨®sfera rodea el horizonte curvo como un humo azul denso, extra?amente bien definido. Su reborde es algo difuminado pero casi m¨¢s pareciera un l¨ªquido con una capa de su propio vapor encima.
Ya se va a poner el sol (son ahora las 12.10) en dos minutos.
Bajo nosotros la Tierra ya es negra y duerme la gente. El sol centrado en el arco azul de la atm¨®sfera est¨¢ rodeado de negrura. Quedan 30 segundos. La atm¨®sfera se colorea en su parte inferior de naranja, y el sol se achata. Queda un fulgor naranja, luego una bola de luz achatada, luego s¨®lo el arco naranja y azul de la atm¨®sfera, y entonces, y s¨®lo entonces, se hacen visibles las capas altas de la atm¨®sfera. Un arco dos veces m¨¢s grueso pero mucho m¨¢s tenue aparece sobre el anterior, ef¨ªmero, y ambos desaparecen de repente en la m¨¢s completa negrura. Los ojos se acostumbran y empiezan a distinguir la Tierra del cielo; y, si hay suerte, se ver¨¢n las luces de las ciudades o la aurora boreal. Si no, es un buen momento para mirar estrellas. Desde luego, en este trabajo hay buenas vistas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.