Para otra lectura de Manuel Sacrist¨¢n
Se acaba de publicar una antolog¨ªa de m¨¢ximas, aforismos y reflexiones de Manuel Sacrist¨¢n con el t¨ªtulo de M.A.R.X. El autor de la antolog¨ªa, Salvador L¨®pez Arnal, que es profesor de inform¨¢tica y matem¨¢ticas, ha decidido jugar con lo que algunos saben (que Sacrist¨¢n fue nuestro Marx) para darnos un t¨ªtulo ingenioso en el que la x responde a "algunas variables libres" a?adidas a las m¨¢ximas, aforismos y reflexiones. L¨®pez Arnal lleva ya un mont¨®n de a?os trabajando en el legado de Sacrist¨¢n, hoy depositado en los archivos de la Universidad de Barcelona, y en este momento es con toda seguridad la persona que m¨¢s sabe de la obra (en parte in¨¦dita) del fil¨®sofo. S¨®lo se ha permitido esa broma del t¨ªtulo en un libro de quinientas p¨¢ginas que, en mi opini¨®n, y bromas aparte, est¨¢ llamado a facilitar otra lectura de Sacrist¨¢n; una lectura para personas j¨®venes que no conocieron al fil¨®sofo ni le leyeron cuando estaba vivo.
M.A.R.X.
M¨¢ximas, aforismos y reflexiones con algunas variables libres
Manuel Sacrist¨¢n
Edici¨®n de Salvador L¨®pez Arnal.
Ediciones de Intervenci¨®n Cultural. Barcelona, 2003
504 p¨¢ginas. 21 euros
Adem¨¢s de la ordenaci¨®n por temas de una parte importante de la producci¨®n de Sacrist¨¢n, cosa que enseguida permite hacerse una idea de la amplitud de su horizonte intelectual, hay tres cosas en este volumen que dan pie para argumentar lo que acabo de decir.
La primera es la incorporaci¨®n al volumen, en texto o en notas, de material in¨¦dito que va a romper con la imagen estereotipada de Sacrist¨¢n que ahora corre por ah¨ª en memorias y desmemorias de personas que le conocieron poco. Entre ese material hay una reflexi¨®n autobiogr¨¢fica, probablemente de finales de los sesenta, breve pero notabil¨ªsima (p¨¢ginas 57-66), que seguramente contribuir¨¢ a la mejor comprensi¨®n de lo que fue la evoluci¨®n intelectual de uno de nuestros pocos grandes fil¨®sofos del siglo XX. ?ste es uno (y no el ¨²nico) de los frutos de la dedicaci¨®n apasionada de L¨®pez Arnal a la difusi¨®n de la obra de Sacrist¨¢n.
Las otras dos cosas que me
hacen decir que este volumen abrir¨¢ una fase nueva en el conocimiento e interpretaci¨®n del pensamiento de Sacrist¨¢n son el pr¨®logo y el ep¨ªlogo, escritos, respectivamente, y con conocimiento de los materiales in¨¦ditos, por Jorge Riechmann y Enric Tello. Pr¨®logo y ep¨ªlogo han sido redactados con estilos muy diferentes, tienen una dimensi¨®n muy distinta, pero son igualmente eficaces: en la afor¨ªstica contenci¨®n del poeta que sabe relacionar temas, palabras y conceptos, el uno; con atenci¨®n al matiz y a la distinci¨®n propia del historiador, que sabiendo el oficio, no pierde de vista lo esencial, el otro. Pero sobre todo, en ambos casos, con la frescura de quien, apreciando al personaje y conociendo sus libros, piensa en ¨¦l con libertad, con su propia cabeza, y piensa, adem¨¢s, al escribir, en aquellos que podr¨ªan leer a Manuel Sacrist¨¢n hoy (que no son ya quienes le leyeron ayer).
Manuel Sacrist¨¢n ha sido uno de los tres o cuatro pensadores realmente influyentes en el ¨¢mbito de la filosof¨ªa hisp¨¢nica de la segunda mitad del siglo XX. Era ya respetado entre los intelectuales y los estudiantes universitarios de la Barcelona de los a?os cincuenta; se convirti¨® en el pensador marxista m¨¢s conocido en la Espa?a de los sesenta; y cuando muri¨®, en 1985, a los 60 a?os, su obra fue presentada por pensadores de diferentes tendencias como la m¨¢s s¨®lida contribuci¨®n a la filosof¨ªa espa?ola despu¨¦s de Ortega.
Este juicio, muy generalmente compartido, se basa en la contribuci¨®n que Sacrist¨¢n hizo al menos en cuatro ¨¢mbitos pr¨®ximos pero diferentes: a la l¨®gica formal contempor¨¢nea, de la que fue introductor indiscutido en nuestro pa¨ªs; al conocimiento de las principales corrientes de la filosof¨ªa posterior a la Segunda Guerra Mundial, para lo que nos dej¨® una panor¨¢mica muy completa ya en 1960; al an¨¢lisis de la obra de Marx y de los principales marxismos posteriores a Marx, en una ¨¦poca en la que el marxismo estaba prohibido en Espa?a y la marxolog¨ªa completamente en mantillas; y a la metodolog¨ªa, la sociolog¨ªa y la pol¨ªtica de la ciencia desde un enfoque tan innovador y novedoso como equilibrado y ecu¨¢nime para un momento, los a?os setenta y parte de los ochenta del siglo XX, en que la filosof¨ªa acad¨¦mica de la ciencia parec¨ªa oscilar entre la resaca que dej¨® el giro introducido por Thomas Kuhn y el retorno a las a?oranzas rom¨¢nticas.
A pesar de que durante cuarenta a?os (desde 1946 hasta 1985) escribi¨® mucho y sobre muchas cosas (L¨®pez Arnal ha clasificado sus reflexiones en 18 apartados), Sacrist¨¢n no fue un autor de muchos libros. De hecho, s¨®lo public¨® tres: dos sobre temas espec¨ªficos y un tercero (dividido, a su vez, en cuatro vol¨²menes) que es la recopilaci¨®n de art¨ªculos, ensayos, pr¨®logos y conferencias que ¨¦l mismo consider¨® dignos de ser juntados para conocimiento del p¨²blico en general. Tal vez por eso, porque lo que ¨¦l mismo public¨® o quiso dar a conocer en forma de libro es s¨®lo una parte de lo que pens¨®, escribi¨® y comunic¨® en sus clases y en sus intervenciones p¨²blicas, se ha dicho varias veces, con raz¨®n, que el hombre val¨ªa m¨¢s que lo publicado. Pero lo publicado, no siendo mucho en comparaci¨®n con lo que dej¨® escrito o dicho, era ya suficiente para hacer bueno el juicio acerca de su lugar en la historia del filosofar en castellano.
Efectivamente: sus dos pri-
meros libros, Las ideas gnoseol¨®gicas de Heidegger e Introducci¨®n a la l¨®gica y al an¨¢lisis formal, publicados respectivamente en 1960 y 1964, son, ambos, innovaci¨®n casi absoluta en el panorama de los estudios filos¨®ficos en la Espa?a de aquellos a?os. Las ideas gnoseol¨®gicas de Heidegger, por lo que tiene de an¨¢lisis cr¨ªtico, textual y contextualizador, de la anal¨ªtica existencial y del pensar esencial heideggerianos. Y el segundo, La introducci¨®n a la l¨®gica, no s¨®lo por la novedad que significaba dar a conocer una disciplina entonces desconocida en nuestro pa¨ªs, la l¨®gica formal, sino tambi¨¦n por su enfoque, por su atenci¨®n a la historia y a la filosof¨ªa de la l¨®gica, cosa, esta ¨²ltima, que lo diferenciaba de las tendencias acad¨¦micas contempor¨¢neas, casi siempre ancladas ya en los tecnicismos de escuela.
El t¨ªtulo que dio Sacrist¨¢n a la
recopilaci¨®n de escritos preparada para la editorial Icaria, y publicada por esta casa editorial de Barcelona entre 1983 y 1986, es sintom¨¢tico: Panfletos y materiales. Este t¨ªtulo, adem¨¢s de reflejar acentuadamente uno de los rasgos que Sacrist¨¢n m¨¢s apreciaba, la modestia cient¨ªfica, y de resaltar algo que ¨¦l mismo vivi¨® como una amputaci¨®n (el haber tenido que escribir, sobre todo desde 1965, mucho texto ocasional o por encargos editoriales para ganarse la vida), puede despistar al lector. Sus papeles de filosof¨ªa o el fruto de las lecturas de Goethe y de Heine, de la narrativa de Ferlosio, de la poes¨ªa de Brossa o de los poemas cantados por Raimon, as¨ª como los art¨ªculos y ensayos que escribi¨® sobre Marx, Engels, Lenin, Gramsci o Luk¨¢cs, son m¨¢s, mucho m¨¢s, que lo que hoy se entiende habitualmente por panfleto y material. Incluso lo que Sacrist¨¢n llamaba, de manera neutra, intervenciones pol¨ªticas habr¨ªa que calificarlo, por comparaci¨®n con lo que hoy se denomina as¨ª y, por tanto, con ojos y o¨ªdos de ahora, como piezas breves de filosof¨ªa pol¨ªtica.
Pero, por desgracia, el hecho de que Sacrist¨¢n fuera marxista y comunista, y el m¨¢s conocido de los fil¨®sofos marxistas y comunistas de este pa¨ªs, el que no renegara de sus ideas ni hiciera caso a neomarxismos y otras modas, ha favorecido la identificaci¨®n primitiva entre su marxismo y el panfleto dedicado a la propaganda o al adoctrinamiento, que es literalmente lo contrario de lo que eran los panfletos y materiales de Sacrist¨¢n en su contexto hist¨®rico. Lo que ¨¦l llam¨® panfletos y materiales son textos siempre informados, siempre agudos, siempre construidos con el rigor l¨®gico y argumental de los buscadores de la verdad. Veracidad no es s¨®lo una palabra recurrente en los escritos de Sacrist¨¢n; es el meollo mismo de su filosofar, lo que vincula su marxismo al clasicismo filos¨®fico, como queda patente en una entrevista conmovedora, de 1978, recogida en Acerca de Manuel Sacrist¨¢n (Destino, Barcelona, 1996, p¨¢ginas 97-119), libro ¨¦ste, por cierto, tambi¨¦n descatalogado, pero que hoy sigue siendo la mejor fuente de informaci¨®n disponible para el conocimiento de la vida y la obra del fil¨®sofo.
Al ofrecer ahora al lector un volumen que lleva en el t¨ªtulo las palabras "m¨¢ximas", "aforismos" y "reflexiones" (un libro que, obviamente, Sacrist¨¢n nunca escribi¨®), L¨®pez Arnal ha hecho una apuesta arriesgada. Corre el riesgo, en efecto, de que los viejos que conocen la obra de Sacrist¨¢n se queden en la broma del t¨ªtulo. No deber¨ªa ser as¨ª porque en la "tripa" del libro hay premio. Incluso para sexagenarios, como yo, que le tratamos mucho, le quisimos mucho y le¨ªmos casi todo lo que escribi¨®.
Explicar¨¦ un poco m¨¢s lo que quiero decir para no parecer cr¨ªptico. Tal vez a Sacrist¨¢n esto de las m¨¢ximas y aforismos, trat¨¢ndose de ¨¦l mismo, le habr¨ªa parecido excesivo. Cierto. Pero, si se mira bien la cosa, este bondadoso exceso formal viene a restaurar, al cabo de los a?os, lo que fue la orientaci¨®n profunda del Sacrist¨¢n m¨¢s verdadero. Ayuda, creo, a girar la rueda de la fortuna en la direcci¨®n contraria a aquella que ¨¦l sigui¨®, exagerando tambi¨¦n, como aquel personaje de Shakespeare que iniciaba la lucha contra s¨ª mismo, al llamar a tantos escritos suyos (reflexiones y pensamientos concentrados; m¨¢ximas, al fin) panfletos y materiales.
Sacrist¨¢n no tuvo suerte en
esta vida. Fue un exiliado del interior, incluso cuando empez¨® eso a lo que llamamos democracia. Y su obra tampoco ha tenido la fortuna que merec¨ªa entre nosotros. Prueba de ello es que buena parte de sus obras est¨¢n hoy, casi veinte a?os despu¨¦s de su muerte, descatalogadas. No por la censura, sino por el mercado. Y porque la l¨®gica, la argumentaci¨®n rigurosa, la intenci¨®n cient¨ªfica y la raz¨®n apasionada se confunden ahora, demasiado a menudo, incluso entre los fil¨®sofos licenciados, con eso a lo que llaman dogmatismo. Algunas personas de Am¨¦rica Latina piden las obras de Sacrist¨¢n y no pueden leerlas. Dicen en Internet: "Ya sab¨ªamos que pensar con veracidad en ese pa¨ªs, como en el nuestro, es penar". Ayer y hoy. Aqu¨ª y all¨ª. Pero tal vez no sea otra ilusi¨®n, una ilusi¨®n m¨¢s, esperar, los unos y los otros, que lo que se abre con una broma ingeniosa y provocativa, M.A.R.X., sirva, ley¨¦ndolo, para empujar la rueda de la fortuna en la direcci¨®n contraria. Aunque en el caso de Sacrist¨¢n hayan tenido que pasar casi veinte a?os.
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