Acoso al extranjero sin documentos
"No puede ser igual tener papeles que no tenerlos", afirma el ministro franc¨¦s del Interior, Nicolas Sarkozy, autor y ejecutor de una severa pol¨ªtica para dar fin a la tolerancia ejercida por anteriores gobiernos. Se traduce en redadas masivas aleatorias, aceleraci¨®n de las expulsiones colectivas y leyes enteramente nuevas para restringir el derecho de asilo y endurecer las condiciones en que se puede vivir en Francia.
Cuando el actual Gobierno de derechas lleg¨® al poder, hace 17 meses, hab¨ªa 500 personas retenidas cada d¨ªa en la zona de extranjeros del aeropuerto parisiense Charles de Gaulle; ahora no llegan a los 200. El objetivo es expulsar entre 30.000 y 40.000 personas cada a?o, el equivalente al "cupo" de clandestinos que el Gobierno supone que entra anualmente en Francia. El centro de refugiados del Canal de la Mancha fue cerrado sin contemplaciones y la polic¨ªa multiplica los controles sobre quienes le parecen sospechosos.
Las estimaciones de la inmigraci¨®n irregular se elevan a 300.000 personas
Francia es un pa¨ªs con un porcentaje importante de poblaci¨®n extranjera o de origen inmigrante. El 31 de diciembre de 2002 hab¨ªa 3.349.908 personas con carn¨¦ de residente o permiso de residencia temporal en el territorio metropolitano (habitado por 59 millones de personas), de ellos un tercio de ciudadanos comunitarios y otro de magreb¨ªes. Las estimaciones de la inmigraci¨®n irregular se elevan a 300.000 personas y "es veros¨ªmil que la realidad sea muy superior", seg¨²n el senador Jean-Patrick Courtois, ponente de la ley de inmigraci¨®n, en tr¨¢mite parlamentario.
El n¨²mero de los detenidos en las fronteras interiores y enviados otra vez a Italia y Espa?a es estable: 16.000 cada a?o, desde 2000 a 2002. Pero los franceses no saben si prueba la eficacia de las polic¨ªas de los "pa¨ªses de tr¨¢nsito" (Espa?a e Italia) o la debilidad de sus controles. A diferencia de la costa espa?ola, donde los magreb¨ªes y subsaharianos son mayor¨ªa, las redes introducen en Francia kurdos, chinos y ciudadanos de Sri Lanka. La inmigraci¨®n magreb¨ª y africana es m¨¢s numerosa, pero tambi¨¦n m¨¢s "familiar": muchos se convierten en irregulares tras haber llegado con un visado tur¨ªstico de corta duraci¨®n. Al experto citado le llama la atenci¨®n que en 1996 se concedieran 48.000 visados a argelinos, cifra que en 2001 hab¨ªa subido hasta los 277.000.
La inmigraci¨®n constituye uno de los temas favoritos de la extrema derecha, que propugna no s¨®lo la expulsi¨®n de los ilegales, sino hacer la vida imposible a todo extranjero. As¨ª, el caudillo ultra Jean-Marie Le Pen sostiene la "preferencia nacional" a la hora de contratar y la obligatoriedad de despedir a los extranjeros, antes de que una empresa prescinda de un franc¨¦s.
Sarkozy intenta situarse en medio de lo que ¨¦l llama "los dos integrismos", el de la extrema derecha y el de las asociaciones de derechos humanos, que protestan contra los controles de la inmigraci¨®n y el endurecimiento de las condiciones de asilo.
El Gobierno franc¨¦s ha multiplicado los acuerdos "de reciprocidad" con los pa¨ªses que son fuente de inmigrantes, como Rumania y Bulgaria o los pa¨ªses subsaharianos que fueron colonias de Francia. En un intento de desanimar a futuros aspirantes, los focos de la televisi¨®n se ceban en las redadas de rumanos, enviados en grupos de a decenas a su pa¨ªs de origen salvo cuando alg¨²n juez se opone in extremis en nombre de un vicio de procedimiento, situaci¨®n que Sarkozy estigmatiza cuando se produce.
Frente a esta ostentaci¨®n de firmeza, el Gobierno de Par¨ªs ha renunciado a medidas m¨¢s duras. Por ejemplo, ya no exige expulsar del territorio a los extranjeros cuando salen de prisi¨®n, salvo si se trata de terroristas o condenados por atentar contra la seguridad del Estado, lo cual hace que nada cambie para los etarras. La presi¨®n de la izquierda ha hecho que el Gobierno renuncie al proyecto de sancionar con 3.750 euros al extranjero que trabaja "en negro", aunque sigue siendo susceptible de expulsi¨®n.
La espita del derecho de asilo tambi¨¦n est¨¢ a punto de cerrarse. Una nueva ley reduce a dos meses el plazo de decisi¨®n sobre los demandantes de asilo, procedimiento que hasta ahora representaba una media de dos a?os. Los j¨®venes que estudian en Francia desde los 16 a?os y los investigadores tendr¨¢n derecho a permisos de residencia de hasta cuatro a?os para no interrumpir sus estudios o sus actividades docentes. Por el contrario, se endurecen las condiciones para obtener un permiso de residencia de 10 a?os, hasta ahora condicionado a haber pasado tres a?os en Francia y desde ahora elevado a cinco. Tambi¨¦n se eleva de uno a dos a?os el tiempo de matrimonio para que el c¨®nyuge tenga derecho a pedir la residencia.
Todo esto marca un cambio fundamental en el pa¨ªs que fue llamado "tierra de asilo". Hay un retroceso evidente del deseo de "vivir juntos" y una aceptaci¨®n de la "lepenizaci¨®n de los esp¨ªritus", de forma que se da cr¨¦dito a la teor¨ªa de que la delincuencia, el paro y hasta las dificultades para financiar las pensiones se deben a haber admitido a demasiados extranjeros. Contra ese sentimiento, las asociaciones de derechos humanos, tan escuchadas en otras ¨¦pocas, actualmente predican casi en el desierto.

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