?Quiere Espa?a ser una gran potencia?
Es discutible; pero as¨ª, en pleno espejismo, no lo conseguir¨¢. As¨ª significa: con un gasto militar del 1,3% del PIB, de los m¨¢s bajos de Europa (y un paso, inevitable y deseable pero apresurado, al ej¨¦rcito profesional); con un servicio exterior exiguo (de los m¨¢s reducidos de la UE en proporci¨®n a la poblaci¨®n, no demasiado por encima de la Espa?a de Franco); con un gasto en I + D entre los de cola en la UE y con una pol¨ªtica equivocada de alianzas. Ni siquiera sabemos, ni desde el Gobierno ni desde la oposici¨®n, sacar como pa¨ªs provecho de ese nodo internacional en movimiento constante que es Javier Solana, un espa?ol en el cargo de Alto Representante de la UE para la Pol¨ªtica Exterior.
Ante el Ceseden, Aznar, en un gesto adanista, consider¨® que "por primera vez en largos a?os a Espa?a el rumbo de los acontecimientos no le pilla con el pie cambiado". La ca¨ªda del muro en 1989, ni otros acontecimientos, pillaron a Espa?a en tal posici¨®n. Por el contrario, el Gobierno de entonces supo reaccionar con agilidad y acierto, lo que trajo sus r¨¦ditos. En aquella ocasi¨®n, Espa?a apost¨® plenamente por la unificaci¨®n alemana y por la unificaci¨®n europea como dos caras de la misma moneda. El testamento pol¨ªtico-militar de Aznar no revela nada nuevo, pues es lo que el presidente saliente del Gobierno ha ido diciendo en diversos foros, pero es la primera vez que se expresa tan clara y p¨²blicamente, y ante los militares. Cree en la grandeur de Espa?a, pero por no creer, no parece hacerlo ya en ninguna organizaci¨®n internacional, ni la ONU, ni la UE, ni siquiera en la OTAN (porque no le sacaron ninguna casta?a del fuego ni en la crisis de Perejil -que, en esta visi¨®n, obliga a mantener una parte de defensa aut¨®noma-, ni en la de Irak). Lo ¨²nico es la relaci¨®n bilateral con EE UU. Pero juntarse al fuerte no fortalece necesariamente al mediano. Hay abrazos asfixiantes.
Es una lectura radicalmente opuesta a la de los grandes europeos, que ven en Europa no una limitaci¨®n, sino un multiplicador de potencia de sus pa¨ªses en un ejercicio colectivo del poder. Horas despu¨¦s de que Aznar se pronunciara a favor de la guerra preventiva (aunque limitada a algunos casos), los ministros de Asuntos Exteriores de Francia, Alemania y el Reino Unido hac¨ªan en Teher¨¢n una demostraci¨®n de diplomacia preventiva, de lo que la Doctrina Solana llama "implicaci¨®n preventiva" (pre-emptive engagement), para prevenir que Ir¨¢n se dote de armamento nuclear. En otros tiempos, un ministro espa?ol podr¨ªa haber estado con ellos. Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez lo entendi¨® bien, y quiz¨¢s por ello ning¨²n otro ministro de Asuntos Exteriores lleg¨® a unas cotas no s¨®lo inigualadas de popularidad personal en 1991 y 1992, sino tambi¨¦n de percepci¨®n general de la mejor¨ªa de la posici¨®n de Espa?a respecto a diez a?os antes, como indican diversos sondeos. Ser¨ªa necesario volver a apostar por Europa, por esa Europa tan presente en Teher¨¢n.
El inter¨¦s y el grado de informaci¨®n de los espa?oles por la pol¨ªtica internacional ha crecido espectacularmente desde 1990, seg¨²n el ¨²ltimo informe del INCIPE sobre "la opini¨®n p¨²blica y la pol¨ªtica exterior". Pero la sociedad espa?ola aparece dividida. El bar¨®metro de junio pasado del Instituto Elcano indica que son m¨¢s (47%) los satisfechos con la situaci¨®n -"el poder y la influencia de Espa?a en el mundo est¨¢ bien como est¨¢"-, que los que creen (42%) que deber¨ªa aumentar. A los pobres alemanes se les acusaba antes de belicistas y ahora de pacifistas. Y esta sociedad espa?ola que se ech¨® a la calle contra la guerra de Irak debe resultar cada vez m¨¢s ingobernable a los gobernantes.
La potencia y la influencia, incluso en t¨¦rminos de soft power, se paga. Vale la pena que Espa?a la aumente, en modesta opini¨®n del que escribe. Pero no es seguro que el el pa¨ªs siga. ?Incomprendidos dirigentes!
aortega@elpais.es
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