El padre, el hijo y Beethoven
En el tercer concierto de la serie Viena, punto de encuentro se captaba una atm¨®sfera especial desde los proleg¨®menos. La presencia de un mito del piano como Alfred Brendel, de 72 a?os, arropando a su hijo Adrian, de 27, daba, si cabe, una vuelta de tuerca al concepto de m¨²sica de c¨¢mara, entre otras cosas porque se a?ad¨ªa el toque de lo familiar. De alguna manera el espectador se sent¨ªa como en casa, esperando m¨¢s que a unos distinguidos int¨¦rpretes a unos m¨²sicos parientes. En el caso de pap¨¢ Brendel, hay que unir una admiraci¨®n a?adida por ese hilo directo que parece que tiene con Beethoven, al que da vueltas una y otra vez y del que conoce hasta el ¨²ltimo de sus secretos. La integral de las sonatas para violonchelo con su hijo en dos sesiones (la pr¨®xima en febrero) era una proposici¨®n excitante. Los resultados no se han quedado por debajo de las expectativas.
XII Liceo de C¨¢mara
Adrian Brendel (violonchelo) y Alfred Brendel (piano). Auditorio Nacional, Sala de C¨¢mara, 26 de octubre.
El encanto de la velada se desprend¨ªa ya por la sutil manera de acercarse a la m¨²sica de Beethoven por parte de los Brendel. A la seguridad, organizaci¨®n del sonido y elegante forma de frasear desde el piano de Alfred se un¨ªan la frescura, t¨¦cnica impecable y color carnoso de Adrian desde el violonchelo. Todo ello, unido a una actitud tan espont¨¢nea como concentrada, desemboc¨® en una naturalidad extraordinaria. Desemboc¨®, sencillamente, en m¨²sica de c¨¢mara sin ning¨²n tipo de afectaci¨®n.
Los Brendel se mostraron did¨¢cticos al se?alar con claridad las diferencias estil¨ªsticas de las tres sonatas de Beethoven (compuestas en 1796, 1807-8 y 1815) y se mostraron totalmente irresistibles en la ejecuci¨®n de la opus 69 (la intermedia en el tiempo, que cerraba el concierto), no tanto por el virtuosismo desplegado, sino m¨¢s bien por el car¨¢cter dialogador y hasta juguet¨®n de su desarrollo. As¨ª, el entusiasmo se apoder¨® de la sala, y no era para menos.
Adem¨¢s los Brendel ofrecieron las variaciones de Beethoven sobre Ein M?dchen oder Weibchen de La flauta m¨¢gica, de Mozart, y, ya como propina, otras variaciones tambi¨¦n de Beethoven de otro tema de la misma ¨®pera. Fue un complemento magn¨ªfico que contribuy¨® a redondear el clima desenfadado y familiar de una tarde entra?able.
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