Bagdad vive el d¨ªa m¨¢s sangriento desde la guerra
Cinco coches bomba, conducidos por suicidas, causan m¨¢s de 30 muertos en el centro de la capital iraqu¨ª
Cinco coches bomba guiados por conductores suicidas explota-ron en la ma?ana de ayer en Bagdad ante la sede del Comit¨¦ In-ternacional de la Cruz Roja (CICR) y en cuatro comisar¨ªas de la nueva polic¨ªa iraqu¨ª, causando al menos 34 muertos y m¨¢s de 200 heridos. Se trata de la jornada m¨¢s sangrienta desde la ca¨ªda del r¨¦gimen de Sadam Husein el pasado 9 de abril. De nada sirvieron las medidas extraordinarias de seguridad adoptadas en la capital durante el primer d¨ªa de Ramad¨¢n. Los cinco veh¨ªculos lograron todos sus objetivos en un intervalo de hora y media, demostrando una capacidad desconocida en las acciones de la resistencia.
A las 8.30 temblaron los hoteles Palestina y Sheraton. Algunos pensaron que era un ataque con proyectiles, como el del d¨ªa anterior contra el Al Rashid, donde se hospedaba el n¨²mero dos del Pent¨¢gono, Paul Wolfowitz. Una columna de humo se levantaba al Este a un kil¨®metro de distancia. Soldados estadounidenses que protegen los hoteles comenzaron a disparar al aire.
El objetivo del atentado fue la sede central del CICR en Bagdad. All¨ª, tras un amasijo de hierros y una cortina de fuego, se distingu¨ªa el muro exterior derruido, varios bidones cargados con arena desplazados y da?os considerables en la fachada.
Dos veh¨ªculos en paralelo
"Eran dos veh¨ªculos, una ambulancia y un Passat azul. Se mov¨ªan en paralelo. Los conductores hablaron algo entre ellos y la ambulancia aceler¨®", explic¨® Ghani Jadum, un vecino. El apar-camiento de la izquierda de la sede del CICR tiene media docena de veh¨ªculos con los cristales rotos. En uno parpadean las luces de emergencia. Dos helic¨®pteros sobrevuelan en c¨ªrculo. Aparecen un cami¨®n de bomberos y veh¨ªculos militares. Las ambulan-cias ya se han llevado a los 12 muertos y a decenas de heridos. Los soldados vociferan, pero los curiosos parecen no entender ingl¨¦s. Incluso forcejean con familiares que pugnan por conocer la suerte de los suyos.
Nehad Saled, trabajador local del CICR, tiene suerte: est¨¢ vivo. A¨²n no hab¨ªa llegado a la oficina cuando explot¨® la ambulancia bomba. Habla y tiembla a la vez. "La mayor parte del personal es iraqu¨ª. Muchos de los extranjeros fueron evacuados en agosto". Hadin lleva un pa?uelo sobre la cabeza, tiene vendadas las dos manos y l¨¢grimas en los ojos. S¨®lo desea regresar a su domicilio. "Cuando explot¨® est¨¢bamos en casa", dice su hermano Al¨ª.
La portavoz del CICR en Irak, Nada Doumani, atiende a todos los periodistas: "Desconozco el motivo. Llevamos en este pa¨ªs desde 1980. Hemos trabajado bajo todos los Gobiernos, siempre por el bien del pueblo. Es prematuro saber cu¨¢l ser¨¢ nuestra decisi¨®n. Creo que debemos seguir porque tenemos una importante misi¨®n para con los iraqu¨ªes". En esa sede bagdad¨ª y en un edificio colindante trabajaban 150 personas, siendo 15 de ellas extranjeras. La hora de entrada a la oficina de la mayor¨ªa es a las nueve de la ma?ana. Eso evit¨® una tragedia mayor. Doumani dice que no dispon¨ªan de medidas especiales de seguridad porque no tem¨ªan un atentado como el de ayer.
Lo ocurrido en la sede del CICR recuerda el atentado contra el hotel Canal de la ONU el 19 de agosto. Se trata de dos organizaciones internacionales no vinculadas a la guerra ni a los Ej¨¦rcitos ocupantes. Aunque muchos esgrimen explicaciones pol¨ªticas, tal vez la m¨¢s l¨®gica sea muy sencilla: eran un objetivo relativamente desprotegido y de enorme repercusi¨®n en los medios de comunicaci¨®n.
Pero este lunes terrible, primera jornada del Ramad¨¢n, no hab¨ªa hecho m¨¢s que despertar. En un intervalo de poco m¨¢s de una hora, otros cuatro coches bomba conducidos por suicidas estalla-ron ante cuatro comisar¨ªas de polic¨ªa. Una extra?a sensaci¨®n de miedo se apoder¨® de la ciudad. La sincronizaci¨®n y coordinaci¨®n de los ataques parece demostrar que los grupos de la resistencia se mantiene fuerte pese a las vacuas y recurrentes declaraciones oficiales. Lo ocurrido podr¨ªa ser el preludio de un mes sangriento.
El jefe de la polic¨ªa iraqu¨ª, Ahmad Ibrahim, culp¨® a los seguidores de Sadam Husein e inform¨® de que hab¨ªan muerto al menos 34 personas y 224 resultado heridas entre los cinco atentados. Veintis¨¦is civiles y ocho polic¨ªas. Entre los heridos hay 65 agentes. El mensaje es simple: cualquiera que colabore con los ocupantes es un objetivo. Una quinta comisar¨ªa de Bagdad tambi¨¦n fue atacada por la ma?ana, pero los agentes que proteg¨ªan las instalaciones lograron herir con sus disparos al conductor, que gritaba "muerte a los colaboradores". El general estadounidense Mark Hertling asegur¨® que el ch¨®fer no hab¨ªa muerto y que estaba en posesi¨®n de un pasaporte sirio.
La nueva polic¨ªa formada por EE UU es en gran medida la misma que hab¨ªa antes, durante el r¨¦gimen de Sadam Husein, pero reciclada en cursillos de derechos humanos. El mando militar la considera un elemento decisivo para la pacificaci¨®n del pa¨ªs. Las comisar¨ªas se hallan fortificadas y es habitual que por ellas pululen soldados norteamericanos. Al parecer, los suicidas lograron sus objetivos en cuatro de ellas porque viajaban en coches de polic¨ªa y as¨ª lograron pasar desapercibidos.
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