?Un milagro pol¨ªtico?
Estados Unidos, pa¨ªs notablemente religioso, acaba de experimentar un milagro laico: la resurrecci¨®n de un Partido Dem¨®crata recientemente dado por muerto. Las causas profanas est¨¢n claras: el desastre en Irak, la pol¨ªtica absolutamente clasista de George Bush, con la p¨¦rdida de m¨¢s de dos millones de puestos de trabajo, y una crisis intencionada en las finanzas p¨²blicas que ha recortado los servicios federales, estatales y municipales. Los dem¨®cratas no lucharon cuando el Tribunal Supremo concedi¨® la presidencia al perdedor de las elecciones. Bill Clinton ya hab¨ªa perdido la mayor¨ªa dem¨®crata en la C¨¢mara de los Diputados y en el Senado. Los nuevos dem¨®cratas, cuya mayor pasi¨®n es el desde?oso abandono de las tradiciones del New Deal y de la gran sociedad, del Estado de bienestar estadounidense, establecieron el programa ideol¨®gico. Despu¨¦s del ataque del 11-S vino la capitulaci¨®n de pol¨ªticos y medios de comunicaci¨®n ante la Casa Blanca, su belicosidad, su chovinismo y su rid¨ªcula evocaci¨®n de la autocompasi¨®n nacional. La oposici¨®n estaba presente en las calles (y en Internet), pero, salvo honrosas excepciones, como los senadores Byrd y Kennedy, y el Grupo Negro del Congreso, desaparecida en combate en el Capitolio.
Eso ha cambiado. En el Congreso y en la burocracia de la pol¨ªtica exterior, en los medios de comunicaci¨®n, las cr¨ªticas contra el unilateralismo y la incompetencia de la panda de Bush son ahora audibles. La injusticia de la actual legislaci¨®n fiscal ha suscitado el resentimiento en la clase media. El deterioro, cualitativo y cuantitativo, de los servicios p¨²blicos (educaci¨®n, atenci¨®n sanitaria, transporte) es especialmente agudo en los Estados, e incluso los gobernadores republicanos guardan las distancias con la Casa Blanca. El desempleo se ha extendido de los sectores no cualificados de la poblaci¨®n negra y los inmigrantes a los preparados. Las encuestas m¨¢s recientes muestran un acusado descenso del apoyo al presidente y un aumento de la inquietud ante su gesti¨®n econ¨®mica y la guerra de Irak. La persona y la pol¨ªtica tan llamativas del presidente han puesto al electorado dem¨®crata al rojo vivo. Y el innoble espect¨¢culo de la perpetua retirada de sus l¨ªderes no ha logrado enfriarlo. Los consabidos aspirantes dem¨®cratas a representar a su partido en las elecciones presidenciales de 2004, los senadores John Edwards, Robert Graham (que ya se ha retirado), John Kerry, Joseph Lieberman y el diputado Gephardt, tardaron en captarlo, e inicialmente buscaron el m¨ªtico punto medio de la pol¨ªtica estadounidense. Recuerdo el comentario del gran especialista pol¨ªtico tejano Jim Hightower: "En nuestra parte del pa¨ªs lo ¨²nico que hay en medio de la carretera son armadillos muertos y rayas amarillas". De hecho, el electorado activo (el 50% que vota en las elecciones presidenciales) est¨¢ muy polarizado. Las elecciones estadounidenses se ganan principalmente movilizando a aquellos que por ideolog¨ªa o por inter¨¦s est¨¢n predispuestos a apoyar a un partido.
El aspirante que s¨ª ha captado esto es Howard Dean, el m¨¦dico que fue gobernador de Vermont. Desconocido para el pa¨ªs hace unos meses, ahora est¨¢ en primera fila de la contienda: su argumento es que los dem¨¢s dem¨®cratas no tienen nada que ofrecer aparte de versiones descafeinadas de la pol¨ªtica republicana. Su antagonista m¨¢s ruidoso ha sido el senador Lieberman, l¨ªder de los nuevos dem¨®cratas. Lieberman fue candidato a la vicepresidencia con Gore, pero el propio Gore se muestra ahora enormemente cr¨ªtico con la guerra y la pol¨ªtica interna de Bush. La mayor¨ªa de los dem¨¢s candidatos dividen su tiempo entre atacar a Dean y emularlo. El honor, a quien le corresponda: los candidatos sin oportunidades, el congresista Kucinich y el reverendo Al Sharpton, son incluso m¨¢s sinceros que Dean. ?ste, sin embargo, ha captado la imaginaci¨®n de muchos dem¨®cratas y de algunos de los que respaldaron a Ralph Nader en 2000. Se ha subido a una ola de fondo de disensi¨®n y protesta que durante meses pas¨® desapercibida a los medios de comunicaci¨®n. Cuando ¨¦stos se fijaron en ella, la denunciaron, y a medida que Dean mejoraba en las encuestas, se desvivieron por explicar por qu¨¦ no puede ser presidente. Una de sus razones es que es maleducado cuando le hacen preguntas tontas: es f¨¢cil comprender su popularidad. El senador Kerry, de quien antes se pens¨® que podr¨ªa ser uno de los principales contrincantes, junto con Lieberman, ha pasado de murmurar a gritar sus cr¨ªticas contra Bush, pero vot¨® a favor de la guerra. Tambi¨¦n lo hizo el diputado Gephardt, pr¨®ximo a los sindicatos y defensor de un impresionante programa de inversi¨®n social; pero no explica c¨®mo puede la naci¨®n sufragar a un tiempo el imperio y la justicia.
Sin embargo, la situaci¨®n ha cambiado al presentarse el general Wesley Clark, antiguo comandante de la OTAN, que ha pasado r¨¢pidamente a los primeros puestos en las encuestas de los votantes dem¨®cratas. Clark admite que vot¨® por Reagan y por George Bush padre, pero afirma que ahora ha descubierto su alma dem¨®crata. Se ha unido a Dean y a los dem¨¢s en la condena al unilateralismo de Bush. Clark, que parece un presidente de pel¨ªcula, era un general inusualmente intelectual. Choc¨® duramente con el Gobierno de Clinton por la forma de dirigir la guerra de Kosovo. Deseaba utilizar tropas de tierra estadounidenses, pero la Casa Blanca no. Una vez ganada la guerra, se lo agradecieron con una humillante destituci¨®n del mando de la OTAN. Los clintonistas no encontraban nada bueno que decir de ¨¦l. Sin embargo, muchos de los antiguos asesores pol¨ªticos de Clinton se han unido de repente a la plana mayor de Clark y el propio Bill Clinton lo ha calificado de "estrella". Algunos deducen que si fuera designado, Clark devolver¨¢ supuestamente el favor nombrando a la senadora Hillary Clinton como candidata a la vicepresidencia. Otros insin¨²an que los Clinton esperan que Clark bloquee el ascenso de Dean, que ninguno de los candidatos actuales obtenga una mayor¨ªa y que la convenci¨®n dem¨®crata, que se celebrar¨¢ en julio de 2004, recurra a la senadora Clinton. Esto no son m¨¢s que conjeturas, sobre todo porque los dem¨®cratas podr¨ªan recurrir a Al Gore. En cualquier caso, si Clark se convierte en candidato tendr¨¢ libertad para elegir un candidato a la vicepresidencia, y el ex presidente no tendr¨¢ m¨¢s remedio que hacer campa?a a su favor.
El Partido Dem¨®crata es una coalici¨®n de defensores del seguro sanitario nacional, negros y latinos, defensores de las libertades civiles, educadores, ecologistas, feministas, homosexuales y sindicalistas. Todos ellos defienden el Estado de bienestar estadounidense: pensiones para los ancianos (Seguridad Social), seguro sanitario tambi¨¦n para losancianos (Medicare) y para los pobres (Medicaid). Tambi¨¦n est¨¢n todos de acuerdo en defender la ense?anza p¨²blica. El parar los destrozos medioambientales del Gobierno de Bush es un tema que trae eco. Igualmente importante es la exigencia de que se pare la liberalizaci¨®n y la privatizaci¨®n sistem¨¢ticas de los servicios p¨²blicos. Los interminables esc¨¢ndalos de las empresas estadounidenses (una segunda versi¨®n de la pel¨ªcula Wall Street la har¨ªa indistinguible de El Padrino) ayudan a los dem¨®cratas. Los sindicatos, especialmente, se muestran profundamente cr¨ªticos con el "libre" comercio y con la p¨¦rdida de empleos que pasan a las econom¨ªas con mano de obra barata. ?sta es una importante fuente de divisi¨®n dentro del partido. Finalmente, los partidarios de las libertades civiles aborrecen el descarado autoritarismo y la represi¨®n que apela a la "seguridad nacional" como justificaci¨®n.
?Puede cualquier candidato dem¨®crata construir una plataforma coherente a partir de estos elementos dispares? ?Puede movilizar a los activistas m¨¢s comprometidos del partido, indispensables en una situaci¨®n en la que Bush superar¨¢ en gasto a los dem¨®cratas en una proporci¨®n de tres d¨®lares a uno? La cat¨¢strofe dem¨®crata en California, donde el gobernador dem¨®crata ha sido destituido por un electorado que le vot¨® hace muy poco, muestra que la principal contradicci¨®n de la pol¨ªtica estadounidense (la exigencia de servicios p¨²blicos por parte de ciudadanos que no est¨¢n muy dispuestos a pagarlos) puede afectar negativamente al partido. La elecci¨®n de Schwarzenegger refleja un rechazo airado e irreflexivo a la pol¨ªtica habitual. Eso podr¨ªa perjudicar al presidente Bush, pero en los ¨²ltimos a?os los republicanos han usado con maestr¨ªa la despolitizaci¨®n general de la ciudadan¨ªa para sus propios fines.
Mientras tanto, el atolladero de Irak podr¨ªa engendrar una sensaci¨®n cada vez m¨¢s extendida de asedio nacional, con funestas consecuencias para la democracia estadounidense. Ninguno de los principales candidatos dem¨®cratas se ha atrevido a sugerir una soluci¨®n evidente al problema de Irak: entregar la responsabilidad a Naciones Unidas y retirar las tropas inmediatamente. La capacidad del partido para establecer una pol¨ªtica exterior alternativa es limitada. Su versi¨®n multilateralista del poder estadounidense es una versi¨®n m¨¢s racional y a veces m¨¢s decente de la hegemon¨ªa estadounidense, pero sigue siendo hegem¨®nica. Tambi¨¦n es en gran medida cautiva del grupo de presi¨®n israel¨ª, que por razones obvias persigue una intensificaci¨®n de las tensiones en Oriente Pr¨®ximo en vez de la pacificaci¨®n. Dicho esto, una presidencia dem¨®crata reconocer¨ªa la existencia de un mundo multipolar, y por consiguiente reintroducir¨ªa un m¨ªnimo de racionalidad en nuestra pol¨ªtica exterior. Hay demasiadas incertidumbres para permitir predicciones firmes sobre el nombramiento de candidatos y sobre las elecciones, sobre todo porque candidatos de terceros o cuartos partidos podr¨ªan influir en el resultado. Lo que se puede decir es que al menos Bush tendr¨¢ una oposici¨®n decidida. Es una prueba de que no s¨®lo el Partido Dem¨®crata, sino tambi¨¦n la propia democracia estadounidense, est¨¢n volviendo a la vida.
Norman Birnbaum es asesor del Grupo Progresista del Congreso de EE UU y autor, entre otros libros, de Despu¨¦s del progreso (Tusquets). Traducci¨®n de News Clips.
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