Basuras
Cada vez que enchufo el ordenador, la bandeja de entrada de los emails se me llena de mensajes basura. Es una invasi¨®n que ha ido creciendo en los ¨²ltimos a?os y que est¨¢ empezando a adquirir proporciones asfixiantes. Hay mensajes con virus, y otros que intentan venderme fabulosas vacaciones en Florida, o p¨ªldoras de Viagra, o lindos artefactos para alargar el pene. Espanta imaginar en qu¨¦ listados de piratas y zumbados ha debido de caer mi direcci¨®n. A estas alturas ya recibo m¨¢s mensajes basura que cartas aut¨¦nticas, y, aparte del fastidio que suponen, hay d¨ªas en los que el bombardeo resulta deprimente, porque es un s¨ªmbolo del mundo que vivimos, una representaci¨®n de lo real.
Y es que la vida est¨¢ llena de una cochambre parecida, de miserias semejantes. Como lo de esa pobre mujer que lleva trece a?os en coma en Estados Unidos y a la que su marido consigui¨® desenchufar legalmente; pero Jeb Bush, gobernador de Florida y miembro de una feliz familia de amantes y firmantes de la pena de muerte, orden¨® que la volvieran a conectar. O como Ibarretxe diciendo que su delirante plan favorece la convivencia. O lo de la afgana que se ha presentado a un concurso de miss, lo cual ha sido considerado un ejemplo de la liberaci¨®n de la mujer en su pa¨ªs (y lo peor es que en parte es verdad: tiene narices el mundo).
Por no hablar de la Conferencia de Donantes, que es la guinda. Ah¨ª estaban todos, tan serios, tan poderosos y tan rid¨ªculos, como damas arcaicas del ropero de pobres, o como integrantes de una t¨®mbola de beneficencia: pero c¨®mo, ?t¨² no vas a dar un poco m¨¢s? Y por detr¨¢s del esplendor caritativo, la rebati?a de prebendas. Luis Valls, copresidente del Popular, dice en una entrevista en El Mundo que las antiguas comidas de los presidentes de los bancos se parec¨ªan a las reuniones de la mafia (hay que ver cu¨¢ntas verdades termina uno soltando en la vejez), y eso me ha hecho recordar la Conferencia de Donantes. Asombra la extrema generosidad de los donantes, cuando siempre somos todos tan r¨¢canos con los pobres del mundo y ni siquiera consentimos en llegar al famoso 0,7% de ayuda. Claro que, para ser ahora tan buenos con Irak, primero hemos tenido que destrozarlo.
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