Valencia en gripe
De la misma forma que se puede decir que Valencia est¨¢ en Fallas, de veraneo o en elecciones, tambi¨¦n es adecuado afirmar que Valencia est¨¢ en gripe. Y ya se sabe que cuando ese fantasma nos recorre hay que tener cuidado con la fiebre y la bronquitis, vigilar esto y aquello, reposar un poco y tener paciencia. Pero adem¨¢s de todo eso, casi nadie nos advierte de que la gripe tambi¨¦n provoca una visi¨®n pesimista de la realidad, en parte por la debilidad que nos produce, pero tambi¨¦n porque no hay nada tan triste y deprimente como que el mundo entero se convierta en un pa?uelo. Por eso es bueno, adem¨¢s de la fiebre, vigilar tambi¨¦n nuestro estado de ¨¢nimo.
Si nos dejamos dominar por los virus, estos peque?ines que nos amargan la existencia durante unos d¨ªas, no hay noticia buena ni suceso agradable que llevarse a la boca. Nos cuentan, entre otras cosas, que ahora es inmigrante todo el que no es de mi pueblo y, a¨²n as¨ª, hay que diferenciar entre los vecinos y los de la familia, que no se puede confiar en cualquiera as¨ª como as¨ª. A?¨¢dase, para m¨¢s inri, que el mapa de Espa?a anda un poco desenfocado, por aquello que dec¨ªa aquel viejo polaco y ling¨¹ista llamado Korzybski de que no hay que confundir el mapa con el territorio.
Si volvemos la vista hacia algo menos fundamental y m¨¢s pragm¨¢tico, observamos que los presupuestos de la Generalitat est¨¢n m¨¢s cerca de la realidad, como se dijo ayer en estas p¨¢ginas con mucho acierto y buen criterio. Claro que cuando se dice que hay que acercarse a la realidad, casi siempre es que la cosa anda triste y estamos a punto de tener una hart¨¢ de realismo. Tan real como la obligaci¨®n de chaqueta reflectante para los conductores, algo similar al antiguo brazalete con la estrella amarilla, s¨ªmbolo del holocausto que se est¨¢ produciendo en nuestras carreteras. O la vigilancia del gasto de luz por parte del Ayuntamiento de Madrid para saber si la relaci¨®n que mantenemos con nuestra casa es estable, algo pasajero o simplemente la poseemos y estamos obligados a ponerla en alquiler. Todo es real, aunque un tanto fantasmag¨®rico.
Ni caso, de verdad. Son los peque?ines que trabajan a miles para que vivamos entre estornudos y tengamos una visi¨®n lacrim¨®gena de nuestro alrededor. Sabemos por experiencia que la xenofilia siempre termina venciendo a la xenofobia por muy virulenta y contagiosa que sea, y que el mapa est¨¢ cambiando desde hace siglos, pero el territorio permanece ah¨ª cada vez que nos levantamos por la ma?ana. Cuando hacemos el presupuesto mensual nunca nos sale bien, pero siempre lo superamos de alguna manera. La chaqueta reflectante s¨®lo es un negocio y terminar¨¢ poni¨¦ndose de moda en discotecas y playas nocturnas, que tambi¨¦n las hay, o entre pol¨ªticos en campa?a, que tambi¨¦n tienen peligro, para distinguirlos del sufrido votante. Y en cuanto al dilema entre la luz y la posesi¨®n, la casa siempre estar¨¢ primero y as¨ª veremos ciudades vac¨ªas pero resplandecientes en el firmamento madrile?o.
La gripe pasa. Todo volver¨¢ a la normalidad en una Valencia sin virus que nos depriman. Entonces, todav¨ªa convalecientes, no hay nada m¨¢s placentero que una profunda calada rasp¨¢ndote los verdes pulmones hasta el ¨²ltimo alveolo. ?Dije calada?, perd¨®n, quer¨ªa decir bocanada de aire fresco.
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