Silencio y buen gusto entre muros solariegos
LA CASONA DE SUESA, una aventura personal de dos madrile?os en Cantabria
Hoteleros hay que se toman el oficio con dedicaci¨®n, y tambi¨¦n otros que sestean en espera de que los viajeros se les presenten directamente en la puerta. Entre los primeros acabamos de descubrir, por los andurriales olvidados de Cantabria, a Manuel Abal y Cristina Ferreiro, dos ex altos ejecutivos madrile?os emigrados a Suesa en busca del ret¨®rico nirvana campestre. Su casona tricentenaria, que no debe confundirse con la m¨¢s modesta Posada de Suesa, a pie de carretera general, ofrece la dosis necesaria de aislamiento para los m¨¢rtires irredentos del estr¨¦s urbano, especialmente si saben moverse por las trincheras del buen gusto. Escudos de armas, arcos de piedra, antiguas vigas de roble... ?Qu¨¦ m¨¢s podr¨ªa esperar nadie de una fachada an¨®nima confundida entre las casucas de la plaza Mayor?
LA CASONA DE SUESA
Categor¨ªa oficial: sin clasificar. Direcci¨®n: barrio de La Pola. Suesa, Ribamont¨¢n al Mar (Cantabria). Tel¨¦fono: 942 50 40 63. Fax: 942 50 43 47. 'Web': www.lacasonadesuesa.com. Instalaciones: jard¨ªn, sal¨®n de estar, sal¨®n con chimenea, restaurante. Habitaciones: 1 individual, 5 dobles y 3 especiales; todas con ba?o, calefacci¨®n, tel¨¦fono, TV color, secador de pelo. Servicios: no hay facilidades para discapacitados, no admite perros. Precios: temporada alta, 69,75 euros + 7% IVA; temporada baja, 60,45 + 7% IVA; desayuno incluido. Tarjetas de cr¨¦dito: American Express, Visa.
Arquitectura ... 7
Decoraci¨®n ... 8
Estado de conservaci¨®n ... 8
Confortabilidad habitaciones ... 8
Aseos ... 8
Ambiente ... 8
Desayuno ... 5
Atenci¨®n ... 9
Tranquilidad ... 7
Instalaciones ... 6
Manuel Abal y Cristina Ferreiro se afanan en sacar su nuevo negocio adelante con la dignidad de quien ama estos muros solariegos y su jard¨ªn de 3.000 metros cuadrados antes que la cuenta de explotaci¨®n. Dos a?os han tardado en transformar la casona en un hotel con encanto. R¨²stico, sin desd¨¦n por lo se?orial. A?ejo, aunque timbrado de efectos modernos. Ordenado, pero no cartesiano. Aseado y sugerente. Enseguida uno de ellos facilita el acomodo del viajero.
Aqu¨ª la noche promete. En las habitaciones, los suelos crujen y las paredes dejan traspasar sonidos a veces indeseables, pero la mayor parte del tiempo reina un silencio milagroso que subraya con m¨¢s evidencia el paso de alg¨²n coche por el valle. Hechuras de casa vieja. Su decoraci¨®n propende a los tonos neutros, a los aromas del campo pasados por el filtro de la ciudad. Mantas de arpillera, jarapas de dise?o escandinavo, cosm¨¦ticos de lavanda, aceite y canela-naranja de L'Occitane. Detalles de apa?o en las cortinas, en las sobremesas, en los pespuntes de la lencer¨ªa y en el esqueleto de madera a la vista, como corresponde a la imagen fe¨¦rica de una buhardilla. En las mesillas de noche se ofrecen frutas de temporada. Y, muy original, en los cuartos de ba?o, un frasquito de aceite para limpiarse el chapapote que a¨²n persiste en algunas playas de Cantabria. ?Qui¨¦n requiere despu¨¦s de esto m¨¢s atenciones?
A poco que luzca la ma?ana, el rinc¨®n m¨¢s agradable para estar ser¨¢ el ensolado de la terraza, que saca lo esencial de la casa al jard¨ªn. No cabe mayor lujo que ingerir el desayuno bajo la sombrilla desplegada a modo decorativo en todo su per¨ªmetro. L¨¢stima que la carta sea tan corta y tan poco caseras las elaboraciones.
ALREDEDORES
NO MUY LEJOS se hallan Laredo y Santo?a, cuyo puerto pesquero vale la pena visitar. Y a menos de dos kil¨®metros del hotel se inicia un rosario de playas tempestivas tanto en verano como en invierno, postal id¨ªlica de dunas blancas y arena fina. Langre est¨¢ rodeada de acantilados. Loredo, kilom¨¦trica, es escenario de un apasionante derbi de caballos en agosto. Arnillas, junto a la de Galizano, tiene un dif¨ªcil acceso que compensa por lo recoleta. Y Somo marca el final de la r¨ªa de Cubas y se adentra en la bah¨ªa de Santander.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.