La Espa?a del super¨¢vit p¨²blico
M?S PORNOGR?FICO que el anuncio del ministro de Hacienda, Crist¨®bal Montoro, de que el a?o terminar¨¢ con un super¨¢vit presupuestario de medio punto del PIB, fue el aplauso cerrado de sus se?or¨ªas de derechas. ?Qu¨¦ aplaud¨ªan? ?Que los ingresos del Estado son superiores a los gastos en una sociedad con tantas necesidades como la espa?ola? Verdaderamente hay que estar agitado para aplaudir tal desequilibrio. Su equivalente ser¨ªa que la izquierda manifestase id¨¦ntica euforia en el futuro cuando su representante afirmase en el Congreso de los Diputados: "Se?ores, hemos conseguido un d¨¦ficit p¨²blico del 0,5%".
Pese a las cr¨ªticas de los medios de comunicaci¨®n m¨¢s conservadores, Zapatero no estuvo nada mal en la respuesta al ministro de Hacienda. Sobre todo cuando hizo un principio de su pol¨ªtica econ¨®mica el que no habr¨¢ equilibrio presupuestario en una Espa?a "con necesidades sociales, familias sin vivienda, mayores sin plazas residenciales o estudiantes sin becas". Precisamente para paliar problemas como ¨¦sos existen el Estado y el presupuesto p¨²blico. El dogma ideol¨®gico del d¨¦ficit cero -que afortunadamente est¨¢ siendo abandonado en todo el mundo y poniendo demod¨¦s a sus defensores- ha conducido en ocasiones a la p¨¦rdida del sentido com¨²n. Y ello no significa, como publican interesadamente algunos fundamentalistas del mercado (como los denomina el premio Nobel de Econom¨ªa Joseph Stiglitz), que se defiendan d¨¦ficit sostenibles a largo plazo de, ?por ejemplo!, el 5% del PIB. Se sabe que d¨¦ficit permanentes de ese tipo hacen crecer la deuda y que con una deuda creciente habr¨¢ tipos de inter¨¦s m¨¢s elevados, y que con tipos m¨¢s altos y m¨¢s deuda habr¨¢ que destinar m¨¢s dinero a pagarlos, y que esos pagos acabar¨¢n por asfixiar otras inversiones, etc¨¦tera.
Montoro, que es catedr¨¢tico por la Universidad de Cantabria, acus¨® a Zapatero de no saber de econom¨ªa. ?ste le respondi¨® que utilizase su pedagog¨ªa para ense?ar a Rajoy. Los tres deber¨ªan leer el ¨²ltimo libro de Stiglitz
El ministro de Econom¨ªa, que es catedr¨¢tico de Hacienda P¨²blica por la Universidad de Cantabria, acus¨® a Zapatero de no saber de econom¨ªa, y ¨¦ste le devolvi¨® la pelota advirti¨¦ndole que utilizase su pedagog¨ªa de maestro para ense?ar al candidato del PP, Mariano Rajoy, in¨¦dito en estos lances. A todos ellos, este columnista les hace una modesta proposici¨®n: que lean y estudien el ¨²ltimo libro del citado Stiglitz (Los felices noventa. La semilla de la destrucci¨®n. Editorial Taurus). Este interesant¨ªsimo libro es un ajuste de cuentas del autor con su pasado como presidente del comit¨¦ de asesores econ¨®micos de Bill Clinton.
Stiglitz -que hace un demoledor paralelismo entre la era de Clinton y lo que est¨¢ pasando ahora con Bush- afirma que los ¨¦xitos del Gobierno de Clinton fueron atribuibles, por lo menos en parte, a sus esfuerzos por restaurar un equilibrio entre las funciones del Estado y las del mercado que se hab¨ªa perdido durante la rancia etapa de Thatcher y Reagan. Como se sabe, Clinton dej¨® la econom¨ªa americana con super¨¢vit p¨²blico. Stiglitz dice ahora que llevaron la reducci¨®n del d¨¦ficit demasiado lejos; que ello signific¨®, por ejemplo, que "EE UU ha invertido menos de lo que deb¨ªa en infraestructuras, hasta el punto de que comienzan a aparecer problemas en nuestros sistemas de control del tr¨¢fico a¨¦reo, nuestros puentes y nuestras carreteras".
El Nobel, antiguo vicepresidente del Banco Mundial, hace una reflexi¨®n sobre el sorprendente papel cambiado que las diversas fuerzas pol¨ªticas juegan hoy a veces en pol¨ªtica econ¨®mica: los republicanos, supuestamente conservadores en lo fiscal, aseguran que los d¨¦ficit no importan -son los keynesianos de hoy- mientras que, orgullosos de su victoria de 1992, "?los dem¨®cratas abogan por la reducci¨®n del d¨¦ficit incluso en tiempo de recesi¨®n! En Europa se desarrollan debates similares, en los que la derecha aboga por romper el Pacto de Estabilidad y muchos socialdem¨®cratas se adhieren a las pol¨ªticas limitadoras de su presupuesto".
Aqu¨ª, en Espa?a, mientras Montoro canta las excelencias del super¨¢vit, Gallard¨®n practica lo contrario. Pero ¨¦se es otro tema.
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