Dylan camer¨ªstico

A Michael Vatcher se le caen las llaves del coche y seguro que suena m¨²sica; Lindsay Horner tiende ropa en una cuerda y se puede apostar a que deja una vibraci¨®n musical flotando; Michael Moore sopla en el aparato del control de alcoholemia y con toda probabilidad deja depositado alg¨²n arm¨®nico en el tubo. Moore, Horner y Vatcher forman un tr¨ªo de asombrosos m¨²sicos naturales, m¨¢s o menos af¨ªn a lo que gen¨¦ricamente se conoce como vanguardia, pero disconforme incluso con el contenido de etiquetas tan halagadoras y subjetivas.

Horner marc¨® el ritmo de marcha con una autoridad el¨¢stica, asido a una afinaci¨®n intachable y a una sonoridad majestuosa, mientras Vatcher cre¨® atm¨®sferas encantadas con utensilios tan prosaicos como un estropajo de aluminio o un ramillete de varillas met¨¢licas que, aunque cayeron al suelo de forma aleatoria, sonaron a verdad de silogismo. A modo de contraste, tambi¨¦n ofrecieron alg¨²n atractivo destello de abstracci¨®n, sobre todo en las introducciones, pero Moore y los suyos sab¨ªan que el protagonista era Dylan, y dedicaron todos sus afilados talentos a recrear su m¨²sica.